San Isidro Labrador

 

                                                       Peón español.1130.

Nació cerca de Madrid, alrededor del año 1070, en el Mayrit musulmán. Fue un labrador mozárabe que estuvo posiblemente al servicio de la familia Vargas y de otros tantos señores terratenientes.

El territorio de Madrid formaba parte de la taifa de Toledo del área dominada por el Al-Ándalus. Por lo tanto nace en el periodo histórico denominado: Reconquista

Años después de su nacimiento, durante 1085, Madrid pasa a ser dominio de Alfonso VI, monarca cristiano que dominó las tierras de ese entorno gracias a un acuerdo realizado con Al-Qádir sobre un intercambio territorial.​ Alfonso VI se encuentra con una área aproximada que cubre parte de la provincia de ToledoMadrid y Guadalajara. Esta expansión territorial debía cubrirse con poblaciones de colonos labradores, artesanos, trabajadores diversos de origen visigodo y bereber. Son los denominados mozárabes.

Entre los caballeros que luchaban en los ejércitos del monarca Alfonso VI, se solía conceder señoríos y concesiones sobre los terrenos conquistados. Surgen de esta forma los señores villanos (de plebis milites), una especie de nobleza rural que surge durante el periodo de la Reconquista.​ 

San Isidro nace de una familia de colonos mozárabes que se encargó de repoblar los terrenos ganados por Alfonso VI. Es posible que procediera de una familia humilde de agricultores que trabajan en campos arrendados. 

El caballero guerrero que recibe los terrenos en propiedad es Juan de Vargas. Sus dominios se extienden sobre el nuevo reino de Toledo, el valle del Jarama, el Manzanares, la ribera del Tajo. Todos ellos son espacios fluviales y de labor tradicionalmente agricultora. Sus padres eran posiblemente de extracción humilde y cabe que le llamaran Isidro en honor de San Isidoro, sabio y santo Arzobispo de Sevilla en la época visigoda. Los padres de Isidro tenían un contrato de arrendamiento anual, acuerdo que renovaban libremente ambas partes. El trabajo se dirigía bien por el señor, o por los encargados.​ Los jornaleros debían obediencia y fidelidad al amo. A cambio recibían un sueldo en dinero, en especie o en una mezcla de ambas. La relación entre la familia de Isidro y la familia Vargas era de este tipo.​ 

La zona en la que vivía Isidro era militarmente inestable, por encontrarse cercana a la frontera entre los reinos cristianos y musulmanes: la Extremadura castellana. Se sabe que el emir Alí ibn Yúsuf despliega sus ejércitos en el año 1110 por el centro de la península ibérica haciendo que la familia de Isidro se traslade a Torrelaguna. 

Es precisamente en la villa madrileña de Torrelaguna, lugar de refugio durante las invasiones árabes en Madrid, donde contrae matrimonio con una joven procedente de la villa de Uceda, María Toribia (Santa María de la Cabeza) con quien convivió en Torrelaguna, y es posible que allí tuvieran a su hijo, al que la tradición después conoció con el nombre de San Illán.

La información sobre Santa María de la Cabeza, presunta mujer de Isidro proviene de fray Domingo de Mendoza, dominico, quien el 13 de marzo de 1596 desenterró de la ermita de Caraquiz (Uceda) los huesos de una persona y por inspiración divina le dio nombre y adjudicó el papel de mujer de Isidro, inventándose simultáneamente la vida de Isidro en Torrelaguna y pueblos de aquella zona. Dicho fraile trató de canonizar a María de la Cabeza pero no logró convencer a la curia. 

Durante este periodo de juventud y madurez de Isidro la zona estuvo en conflicto bélico prácticamente desde 1083. Cuando la ciudad de Toledo fue tomada por Alfonso VI, Madrid había estado bajo el dominio cristiano en repetidas ocasiones, no se puede hablar de verdadera cristianización del territorio hasta 1162, al ocupar Fernando II definitivamente la ciudad de Madrid.

Cada mañana antes de ir a trabajar, acostumbraba oír misa en una de las iglesias en Madrid.


Un día sus compañeros de trabajo se quejaron ante su patrón, de que Isidro siempre llegaba tarde al trabajo por las mañanas. Al investigar, cuenta la leyenda, el patrón encontró a Isidro rezando, mientras un ángel llevaba a cabo el arado por él.

 En otra ocasión, su patrón vio a un ángel arando a su lado, de tal manera que el trabajo de Isidro era igual al de tres de sus compañeros de trabajo. 

En una ocasión, reinando una gran sequía, Isidro golpeó con una vara unas rocas y de ellas brotó un generoso riachuelo. Ese es el agua que aún hoy se conserva, como una fuente, en su ermita, que los devotos van a beber haciendo cola durante varias horas. Esta relación con el agua es característica de San Isidro, a quien aún hoy en día se saca en procesión para que haga llover cuando la sequía es extrema.

En otra oportunidad, llevaba al molino unas bolsas de trigo para moler y vio unas palomas en los árboles. Era invierno y había nevado. Isidro se dio cuenta que ellas podían morirse de hambre y volcó una buena cantidad de trigo en tierra para que se alimentaran. Su compañero se burló de él por derrochar el grano. Sin embargo, cuando llegaron al molino, no faltaba trigo en su bolsa y al molerlo, obtuvo más harina que su compañero.

Una vez llegó un pobre a su casa y, como lo hacía siempre, le dijo a su mujer que le diera comida. Ella dijo que no quedaba nada. Isidro le insistió que mirara en la olla a ver si había algo. Lo hizo y la encontró llena de comida, con la que pudo darle de comer abundantemente. Estaba casado con María Torribia, una santa canonizada, la cual es venerada en España como María de la Cabeza, debido al hecho de que su cabeza es siempre llevada en procesión, especialmente en época de sequía. 

Tuvieron un hijo, el cual murió joven. En una ocasión su hijo cayó en un pozo profundo, y por las oraciones de sus padres, se dice que el agua del pozo se alzó milagrosamente hasta el nivel del suelo, trayendo al niño consigo, vivo y en buen estado. Por esta razón sus padres hicieron voto de castidad y vivieron en casas separadas. 

Murió en Madrid el 30 de noviembre de 1170 en brazos de su esposa y de su hijo. Su cuerpo se conserva incorrupto, aunque durante 40 años estuvo enterrado en un lugar que se inundaba. 

Cuarenta años después de la muerte de Isidro, su cuerpo fue trasladado del cementerio a la iglesia de San Andrés. Se dice que se le apareció a Alfonso de Castilla y le mostró el sendero escondido por el cual sorprendió a los moros y consiguió la victoria de Las Navas de Tolosa, en 1212.

Cuando el Rey Felipe III de España fue curado de una enfermedad mortal al tocar las reliquias del santo, el Rey cambió el antiguo relicario por uno costoso, hecho de plata. Fue canonizado por Gregorio XV, junto con San Ignacio, Francisco Javier, Teresa y Felipe Neri, en 1622.

El poder curativo del Santo se confió a la reina Doña Mariana de Neoburgo cuando en el verano de 1691 cayó enferma de gravedad debido a los remedios empleados por los médicos para la época para provocar el embarazo. Mariana fue la segunda esposa del rey Carlos II, el último monarca de la dinastía de la casa real de los Austrias. 

Se le administraron a Mariana los últimos sacramentos y se llevó en procesión el cuerpo de San Isidro al Alcázar para que este intercediera por la curación, en caso de fallecimiento, de la soberana. Durante nueve días consecutivos se oró en el Monasterio de las Descalzas, y por él pasaron todas las Órdenes religiosas afincadas en Madrid. A principios de octubre de 1691 la enfermedad comenzó a remitir y en la Corte tuvieron lugar diferentes festejos para celebrar el restablecimiento de la reina. Al verse curada Mariana encargó una urna de plata para albergar las reliquias del Santo. En enero de 1692 la urna fue terminada y los costes fueron cargados a la nómina real. La antigua urna pasó a propiedad de Mariana. Durante su exilio en Toledo, de 1701 a 1706, la reina viuda había llevado consigo la antigua urna. Sin embargo, en su salida precipitada hacia Bayona parte de sus bienes quedaron en Toledo.

Durante años se creyó que su cuerpo incorrupto tenía poderes sanadores y la Familia Real española se valió de esta cualidad milagrosa a lo largo de la historia. Por ejemplo, cuando Felipe III enfermó de unas calenturas al regresar de Portugal y se vio obligado a permanecer en Casarrubios del Monte, en Toledo. La villa de Madrid organizó entonces una procesión por la curación del monarca y el cuerpo del Santo fue trasladado a esta localidad toledana. Durante el reinado de Carlos II también se confió en el Santo para que intercediera por su salud, trasladando sus reliquias al Alcázar Real de Madrid en 1696.

                                                     Reliquias del cuerpo del Santo

Los Borbones mantuvieron la creencia en los poderes curativos de la momia del santo y, en 1760, se llevó el cuerpo al Palacio Real durante la enfermedad de la reina María Amalia de Sajonia. El cuerpo también ha sufrido mutilaciones motivadas por el fervor religioso, como cuando una de las damas de Isabel la Católica arrancó de un mordisco un dedo de su pie, o cuando el cerrajero personal de Carlos II, llamado Tomás, arrancó un diente al santo y se lo regaló al monarca, que lo guardó hasta su muerte bajo la almohada.

A pesar de esta multitud de mutilaciones y vejaciones al cuerpo del viejo Labrador, el cuerpo ha permanecido en relativo buen estado durante 150 años en la catedral de San Isidro, hasta la Guerra Civil de 1936En julio de ese año, la iglesia que custodiaba los restos del santo patrón de Madrid fue incendiada, y el fuego se llevó por delante obras de arte y aparentemente, los restos del santo. Después de apagado el fuego, lo que quedó fue saqueado. Parecía que los cuerpos de San Isidro y de Santa María de la Cabeza, se habían perdido para siempre. Pero no ocurrió así.


El obispo de la diócesis madrileña, Leopoldo Eijo, adelantándose a los funestos acontecimientos que devastaron la geografía española en estos 3 años, había ordenado esconder los cuerpos en una habitación que fue sellada con ladrillos y mortero. Cuando acabó la guerra, se rescataron los cuerpos. Actualmente el cuerpo de San Isidro está guardado y bien guardado en un féretro ornamentado con oro y plata en la colegiata de San Isidro el Real, la antigua catedral, en la calle Toledo, 37. En las últimas décadas la Iglesia expone muy poco al público el cuerpo del Labrador. 

                                           Féretro del Santo, Colegiata de San Isidro

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