Beato Bernardino de Feltre

 

                                  Predicador de la Orden de Frailes Menores. 1494.

Nació en Feltre, Italia, en 1439 y murió en Pavía, en 1494. Perteneció a la noble familia de los Tomitano, siendo el mayor de 9 hermanos. En 1456, Santiago de las Marchas predicó un ciclo de sermones en Padua, e inspirado para ingresar en la Orden Franciscana, en mayo del mismo año, Bernardino recibió los hábitos. Completó exitosamente sus estudios en Mantua y fue ordenado sacerdote en 1463.

Sanado milagrosamente de un defecto en su dicción, Bernardino inició su largo y fructífero apostolado, que le mereció ser clasificado como uno de los más grandes misioneros franciscanos del siglo XV. Toda ciudad notable y las provincias desde Lombardía (norte de Sardinia), hasta las del sur, se convirtieron sucesivamente en escenarios de su labor misionera; los frutos de su trabajo fueron maravillosos y perdurables. Sin embargo, Bernardino será mejor recordado en conexión con los "Monte de Piedad", de los que él fue reorganizador y en cierto sentido, su fundador.


La palabra "mons", que literalmente significa acumulación de riqueza o dinero (ahora llamado capital), parece haber sido un término genérico usado en el siglo XV para significar casas de préstamo en general; y de la misma forma, los "montes pietatis" o "monti di pietà", fueron especie de casas de préstamo de caridad; semejantes, quizá, a nuestras casas de empeño de la actualidad, pero seguramente sin las características siniestras de éstas. Como fueron instituidas originalmente, los "monti di pietà" fueron oportunos y efectivos remedios contra los males ocasionados por la usura practicada por judíos, sobre la Italia cristiana.


Durante la Cuaresma de 1475, el Franciscano Bernardino da Feltre anunció que los pecados de los judíos pronto serían revelados. El Jueves Santo un niño llamado Simón desapareció, y al poco tiempo su cadáver fue encontrado al lado de la casa del jefe de la comunidad israelita. Todos los judíos, hombres, mujeres y niños, fueron arrestados. 17 de ellos fueron sometidos a torturas durante 15 días, después de los cuales terminaron por "confesar". Uno de los judíos murió en tormentos, 6 quemados en la hoguera, y a los 2 que aceptaron convertirse se los estranguló. 

Al principio el Papa Sixto IV, detuvo los procedimientos judiciales, pero en 1478 su bula “Facit nos pietas” aprobó el juicio. La propiedad de los judíos ejecutados fue confiscada y a partir de entonces, los judíos tuvieron prohibida la residencia en Trento (hasta el siglo XVIII tenían aun prohibido el paso por la ciudad). El niño Simón fue beatificado.

Después de este éxito, Fray Bernardino urdió escenarios similares en Reggio, Bassano y Mantua, e instó a la expulsión de los judíos de Peruggia, Gubbio, Ravenna, y Campo San Pietro. Sus últimas víctimas fueron los judíos de Brescia, en 1494, el año de su muerte. Al poco tiempo el propio Bernardino fue beatificado, y la Iglesia tardó cinco siglos para anular la beatificación de Simón, en 1965.

Era pequeño de estatura y de salud delicada, y arrastraba una tuberculosis que finalmente lo llevó a la tumba; pero asombraba la fuerza interior y la entereza con que anunciaba el Evangelio, promovía la paz y la justicia, combatía la relajación de costumbres y denunciaba los abusos de los usureros. No es de extrañar que se atrajera la enemistad de nobles, gobernantes y prestamistas sin conciencia.

En una sociedad mercantil, en la cual muchos, a menudo con pocos escrúpulos, gozaban de riquezas y privilegios, una gran masa de abandonados vivía en la penuria, agravada por la gran plaga social llamada usura. Los pobres no solamente eran explotados, sino que además eran despojados de sus magras ganancias por aquellos que, poseyendo capitales, prestaban con intereses exagerados. San Bernardino de Siena había entendido bien cómo la "caridad cristiana" se había vuelto "caridad inhumana".

Por esto la usura fue el blanco de Fray Bernardino de Feltre: un blanco preciso contra el cual lanzó todas sus evangélicas y apostólicas flechas, suscitando primero el resentimiento, después inclusive el odio de aquellos que se sentían directamente aludidos. Por esto fue amenazado, atacado, y habría caído mártir de los usureros si muchas veces no hubieran llegado en su ayuda los hombres de armas enviados por las autoridades comunales. También él, como San Bernardino de Siena, era de baja estatura y débil constitución. Se firmaba con el adjetivo de "Piccolino", pero cuando predicaba parecía un volcán.


Pero no bastaba predicar, no era suficiente amonestar, había que ayudar a los pobres contra los explotadores. Fue así como el Beato Bernardino de Feltre propugnó los "Montes de Piedad", una especie de organización bancaria para los pobres, para que no siguieran siendo estrangulados por los usureros, sino que se les prestara dinero contra una modesta prenda, con bajísimo interés. No era gran cosa, pero era importante como inicio de una ofensiva contra la usura, plaga dominante del tiempo. Los Montes de Piedad se difundieron rápidamente y si no extirparon la usura, por lo menos dieron un poco de alivio a los más marginados.

 A los pocos días de interrumpir sus tareas apostólicas por la enfermedad, murió en Pavía el 28 de septiembre de 1494.


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