San Abbón o Abbo
Monje Benedictino.1004.
Monje benedictino del Monasterio del sur de
Fleury, Loire (Fleuret). Nació en las cercanías de Orleáns en el año 945; murió
en Fleury. Fue reconocido tanto como pensador como santo, y una de las luminarias
de la Iglesia en los tempestuosos tiempos de Hugo Capet de Francia y de los
tres Otos de Alemania. Se dedicó a la filosofía, a las matemáticas, y a la
astronomía. En sus inicios fue llamado a Inglaterra para dirigir la escuela del
Monasterio que recién se había fundado en Ramsey, en el condado de Huntingdon.
Después de cubrir esa posición volvió a Fleury.
A la muerte del Abad Oilbold, Abbón fue
seleccionado para ser su sucesor, pero uno de los monjes, quien contaba con el
apoyo del Rey y de su hijo Roberto, el Obispo de Orleans, estableció una
disputa sobre la selección. El asunto llegó a tener importancia nacional por
las fuerzas políticas involucradas. Finalmente el asunto fue resuelto en favor
de Abbón, por el famoso Gerbert (quien posteriormente llegó a ser Papa con el
nombre de Silvestre II). La presentación se realizó en el Sínodo de San
Basilio, cerca de Reims. Allí, el Arzobispo Arnulfo fue juzgado por traición,
lo que abrió camino a Gerbert.
Cuando emergió el asunto del matrimonio entre
Roberto y Bertha, Abbón fue comisionado a fin de arreglar la situación ante el
Papa. En su camino a Roma se encontró con el Papa Gregorio V, quien se
encontraba huyendo luego de que el Antipapa Juan XVII lo expulsara. Se generó
una gran estima entre el Papa y Abbón. Sin embargo la petición real para una
dispensa fue denegada. Abbón tuvo éxito en establecer la restauración de
Arnulfo en Reims.
La influencia de Abbón fue grande en el
sentido de calmar los ánimos populares en vista de que se creía que el fin del
mundo ocurriría en el año 1000. No obstante, su vida gloriosa tuvo un final
triste. En 1004 él intentó reestablecer la disciplina en el Monasterio de La
Reole, en Gasconia. Para ello trasladó a algunos de los monjes de Fleury a la
referida comunidad, pero los problemas cobraron una escalada. Se llegó incluso
a una lucha entre los dos grupos. Cuando en medio de ello Abbón trató de
interponerse, una lanza se encajó en su cara. El santo cubrió su herida y llegó
hasta su celda. Allí murió en los brazos de Aimón, un fiel discípulo suyo quien
ha dejado un recuento de sus actividades y virtudes.
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