San Adalberto de Magdeburg o de Praga
Apóstol de los Eslavos y Obispo de Magdeburg. Mártir. 997.
Nació en Bohemia hacia el año 950. Pertenecía a la noble familia de los Slavnik, competidores de la estirpe real reinante de los Premyzlidas. Fue confirmado por San Alberto de Magdeburg. Era un empleado de la cancillería del Arzobispo San Bruno de Colonia, y hermano menor del futuro emperador Otón I. En el año 953 entró como notario al servicio del rey Otón. Hacia el año 959 ingresó como monje en el monasterio benedictino de San Maximino en Tréveris.
Sufrió una profunda conversión siendo canónigo de la Catedral Checa al ver morir al Obispo de Praga. Tendría algo más de veinte años cuando asistió a la muerte de Diethmaro arzobispo de Praga. Diethmaro había sido uno de aquellos pastores mundanos que tanto abundaron en aquella época. Al llegar su última hora, el aguijón de la conciencia le atormentaba sin piedad. "¡Mísero de mí-exclamaba- cómo he perdido mis días, cómo me ha engañado el mundo prometiéndome larga vida, riquezas y placeres!" Así hablaba en medio de los estertores de la agonía, con la voz ronca y entrecortada, con los ojos extraviados y convulsos los rasgos de su rostro. Cuando murió, parecía sumido en el abismo de la desesperación. El joven Adalberto salió de la estancia transformado. La sacudida que aquel espectáculo causó en su sensibilidad eslava fue tal, que desde entonces las palabras del moribundo parecían resonar constantemente en sus oídos. La vida se le presentó con los más negros colores, y en sus ojos claros empezó a dibujarse una trágica inquietud. Inmediatamente dejó su túnica de seda, se vistió de un saco grosero, se echó ceniza en la cabeza y empezó a caminar de iglesia en iglesia, postrándose ante las reliquias de los santos, y de hospital en hospital, visitando a los enfermos. En esta forma lo encontraron cuando lo sentaron en la silla episcopal de Praga. Sólo esto le faltaba para hacer de su vida un tormento insoportable. La idea del juicio de Dios le atenazaba el alma. "Es fácil-decía-llevar una mitra de seda y un báculo de oro; lo grave es tener que dar cuenta de un obispado al terrible Juez de vivos y muertos."
Elegido para sucederle a los 27 años, Adalberto fue un excelente prelado, que impuso con rigor la disciplina eclesiástica. Sus súbditos yacían en la barbarie, sin más que el nombre de cristianos, y él tenía un temple incapaz de ceder. Predicaba, reprendía, excomulgaba, y la gente no veía más que la dureza de su palabra; no veía que todas las rentas de sus tierras se las llevaban los mendigos y los enfermos. Su rigidez de acero se estrelló contra el salvajismo del pueblo. Tres veces dejó su episcopado por juzgar inútil su labor, y otras tantas lo volvió a tomar por consejo de los Sumos Pontífices.
Pero el Duque Boleslao II, desató
una sangrienta persecución contra su familia por ser de estirpe real y
pretendientes al trono, por los que Adalberto tuvo que huir y refugiarse en
Roma, donde permaneció varios años en un monasterio. Llamado por su pueblo y el
clero, regresó a su catedral en el año 992. Pero unos años después, el Duque
volvió a desatar una nueva persecución contra los miembros de su familia que
habían sobrevivido a la primera persecución casi exterminándolos, por lo que
nuevamente tuvo que huir.
El Emperador alemán Otón III y el Papa
decidieron convertirlo en un Obispo misionero. Fue enviado a fundar el
cristianismo en Rusia en el 961. Su misión fue el resultado de una
petición de la Reina Olga quien,
habiendo pedido en vano a la Corte de Constantinopla por alguien que
evangelizara a su gente, suplicó al Emperador alemán Otto, quien envió a
Adalberto y a un número de sacerdotes a comenzar este trabajo. Rusia en ese
entonces estaba en un estado de barbarismo, y los misioneros fueron atacados en
el camino, siendo asesinados algunos sacerdotes.
Adalberto estuvo a punto de perder su
vida. En su regreso a Alemania fue nombrado Abad de Weissenburg en Alsacia, y
en el siguiente año se convirtió en Obispo de la nueva sede de Magdeburg, que
fue edificada con el propósito de tratar especialmente con los eslavos.
Magdeburg se convirtió en uno de los grandes obispados del país, el mejor del
norte, junto con Cologne, Mainz y Trier. Adalberto fue hecho Metropolitano de
los eslavos, y estableció entre ellos las sedes de Naumburg, Meissen,
Merseburg, Brandenburg, Havelberg y Posen. El Papa dispuso enviar dos delegados
para que lo asistieran en sus deberes apostólicos.
A la severidad de su palabra añadió Dios el atractivo de la gracia. Ya antes, su predicación había convertido a muchos paganos en Polonia, y el rey de Hungría, San Esteban, había recibido de su boca la enseñanza de la fe. En Prusia, su apostolado tuvo una fecundidad asombrosa. Todos los habitantes de Dantzig recibieron el bautismo de sus manos. Para atraerlos más fácilmente se vistió como las gentes de aquella tierra, adoptó su manera de vivir y aprendió su lengua. "Haciéndonos semejantes a ellos-decía-, cohabitando en sus mismas casas, asistiendo a sus banquetes, ganando el sustento con nuestras manos y dejando crecer, como ellos, nuestra barba y nuestra cabellera, los ganaremos mejor para Cristo."
El 23 de abril del año 997, después de una misa celebrada a campo abierto, una banda de guerreros dirigida por un sacerdote pagano atacó a los misioneros. Adalberto fue lanceado y luego decapitado. Su cuerpo fue rescatado y sepultado en lo que hoy es la Catedral primada de Polonia. Es el santo patrón de Bohemia, Polonia, Hungría y Prusia.
Reliquia de San Adalberto en Praga
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