San Anastasio I
Papa. 401.
Es el 39 Papa de la Iglesia Católica. Un pontífice que es recordado primordialmente por su condenación del Origenismo. Romano de nacimiento, se convirtió en Papa en el 399, y murió en poco menos de 4 años. Concilió los Cismas de Roma y de la Iglesia de Antioquía. Combatió a los secuaces de costumbres inmorales convencidos de que también en la materia se escondiese la divinidad. Prescribió que los sacerdotes permaneciesen de pie durante el Evangelio.
Fue elegido Sumo Pontífice imperando Graciano, y sucedió en la silla apostólica a San Siricio en diciembre del 398. Constituyó que los sacerdotes no estuviesen sentados, sino de pie o inclinados, cuando se leyese o cantase el Evangelio en la Iglesia, y que ningún peregrino, mayormente si era transmarino, fuese admitido en la clerecía si no traía fe de quién era, sellada y firmada de 5 Obispos. Esto lo mandó por los Maniqueos, que entonces eran muy estimados en África, y para corromper a los católicos enviaban muchos de los suyos a diversas partes donde pudiesen sembrar sus herejías. Constituyó también que los débiles o mancos, o cualesquiera otros que careciesen de algún miembro, no fuesen clérigos. San Anastasio combatió la herejía donatista en el África septentrional y condenó los errores de Orígenes.
Maniqueísmo:
Conjunto de doctrinas difundidas por Mani (Manes o Manijaios), natural de Mesopotamia (216), quien nació en el seno de una noble familia persa aunque se cree de origen judío. Según Manes, a la edad de 13 años, fue testigo principal de una visión del Espíritu Santo que le reveló una nueva doctrina. Mas allá de esta fábula, en realidad sí recibió de joven una fuerte influencia del gnosticismo, del marcionismo como de las enseñanzas judeo-cristianas. Su intención original fue la de crear una nueva religión de carácter ‘universal’ que lograra abarcar a todas las demás religiones. Así, para la formulación de sus exóticas doctrinas se valió del cristianismo, del zoroastrismo y del budismo.
Luego de fundar su propia Iglesia, difundió sus doctrinas por la India, Egipto, China, Mongolia, norte de África y aún España, siendo perseguido en Persia donde terminó sus días decapitado en prisión (276). Sintéticamente, sus teorías se centraban en la eterna lucha entre el bien y el mal, propio del dualismo gnóstico, arguyendo la existencia de un principio de Luz y otro de las Tinieblas, ambos increados, siendo éste último el creador del mundo material. En contrapartida, de la Luz procedían las almas humanas las que habían caído prisioneras al mundo material. Ambos principios eran opuestos, pero entre ellos, el Bien y el Mal, no hay un abismo que los separa sino que sus límites se tocan o rozan, sin confundirse. Es decir, donde uno concluye comienza el otro.
Manes creía que para alcanzar la salvación, el hombre debía obtener una iluminación especial, lo que podía obtenerse mediante el ejercicio de la limosna, la oración y el ayuno, considerando tanto a Buda, Cristo y a Zoroastro como ‘profetas superados’. Jesús tuvo la misión de comunicar esa ‘iluminación’ y por ende, era considerado ‘maestro y salvador’, siendo Mani el enviado de Jesús, su Apóstol por excelencia. La iglesia maniquea estuvo constituida por una organización fuertemente jerárquica y la vida de sus seguidores se rigieron por rigurosas reglas morales. Así, promovió Mani la abstención de las relaciones sexuales, la consumición de carne y vino, prohibió el recurso a la mentira y el perjurio, la blasfemia, la apostasía, del juramento, como el de participar en guerras.Sus seguidores se dividían en "elegidos", quienes eran los que practicaban las creencias maniqueas y por ello tenían garantizado su ingreso al ‘paraíso de luz’; y los ‘oyentes’ quienes sólo escuchaban sus prédicas y que por no practicar a conciencia la fe maniquea, a su muerte debían transmigrar sus almas de cuerpo en cuerpo, hasta llegar al de un elegido que lo llevaría a la salvación. En su culto, no se administraba nada que se asemejara a los sacramentos (los que eran rechazados por Mani) salvo una caricatura de lo que es la eucaristía, la que estaba reservada a unos pocos elegidos. Actualmente subsisten algunas comunidades en Oriente, siendo su fiesta principal la que celebran durante los primeros meses de cada año, denominada “Bema” y en el que se recuerda el supuesto martirio de su maestro, Mani.
Donatismo:
Herejía y cisma promovida por el Obispo africano, Donato. La herejía donatista tuvo su origen en la reacción de algunos Obispos pertenecientes a la Iglesia del norte de África ante las persecuciones llevadas a cabo por las autoridades imperiales a principios del Siglo IV (303-305). Durante la misma, los Obispos se vieron obligados a entregar todas las Sagradas Escrituras que tuvieren en su poder, motivo por el cual Donato y sus seguidores les tildaron de ‘traidores’. Con la pretensión de reformar la Iglesia, y haciendo hincapié en la necesidad de su pureza, fue que elaboró sus doctrinas exponiéndolas sobre base de dos principios:
1) La Iglesia es una sociedad de hombres perfectos, de santos.
2) Los Sacramentos administrados por sacerdotes indignos eran absolutamente inválidos.
Fue la gran figura de San Agustín la que se alzó contra la herejía donatista (también lo hizo Octavio de Milevi), refutando aquellos principios con los siguientes fundamentos:
1) la Iglesia está constituida por hombres buenos y malos.
2) los Sacramentos reciben su eficacia de Cristo y no de quienes lo administran.
En tal sentido, la historia nos ha dejado la anécdota respecto a la expresión utilizada por San Agustín durante el Concilio de Hipona (393): “¿Es acaso Pedro el que bautiza? Es Cristo quien bautiza, ¿es acaso Judas quien bautiza? Es Cristo quien bautiza”...
El Cisma fue ocasionado, principalmente, por parte de las comunidades nor-africanas lideradas por un grupo de Obispos de Numidia, quienes se habían opuesto al nombramiento de Ceciliano como Obispo de Cartago, ya que la consagración había sido efectuada por Félix de Aptonga, considerado por aquellos uno de los ‘traidores’ por la actitud tomada durante las persecuciones. Depuesto Ceciliano, nombraron al donatista Mayorino y a su muerte en el año 315, consagraron en la sede episcopal al mismísimo Donato. Acontecida su muerte en el año 355, quedaron como líderes del donatismo, Parmiliano (o Parmeniano) y el Obispo de Cirta, Petiliano. Vigente durante los siglos IV y V, a pesar de la represión ordenada por el Emperador Honorio (393-423), la herejía donatista decayó, para casi desaparecer en el Siglo VII con la llegada de los musulmanes, hecho que trajo consecuencias aún mas graves para la Iglesia.
Origenismo:
Doctrina herética propuesta por el gran teólogo Orígenes en los siglos II y III, que defendía la eternidad de la materia, la negación de la eternidad de las penas del infierno y la preexistencia de las almas.
Sus características son:
1º. El subordinacionismo trinitario, que implica una cierta inferioridad del Hijo respecto del Padre, y del Espíritu respecto del Hijo. De hecho, Orígenes en sus escritos no distingue claramente entre jerarquía de origen y jerarquía de operación.
2.° La hipótesis de la preexistencia de las almas, que al principio habrían sido creadas todas de igual manera para la contemplación de Dios. Una disminución de su fervor (el pecado original, según Orígenes) las diferenció en ángeles, hombres (con creación posterior del cuerpo terrestre por parte de Dios) y demonios. Los límites entre esas clases de almas no aparecen muy marcados. Con ayuda de esa hipótesis (que en último término se remonta a Platón), Orígenes quería impugnar a los valentinianos y a los marcionitas.
3° En consonancia con esto, se da una preexistencia del alma humana de Cristo, que por estar unida al Verbo desde el principio se libró de la caída original. Por lo demás, Orígenes afirma suficientemente la unión personal entre el Verbo y el hombre en Jesús, pero en ese punto no le siguieron sus sucesores.
4.° La apocatástasis, que en Orígenes no es entendida de manera panteísta, no contiene claramente la redención del diablo, y ha de verse en unión con posiciones opuestas de su doctrina: especialmente la libertad del hombre en el acontecer salvífico. Hay que añadir la concepción de los astros como seres animados e inteligentes, doctrina corriente en el helenismo, y la exégesis alegórica de las Escrituras.
Otras interpretaciones falsas tienen como base una inteligencia errónea o unilateral de ciertos textos, los cuales, leídos en el contexto total de su sistema se explican suficientemente, o bien se deben a un conocimiento deficiente de su terminología.
1° El Hijo y el Espíritu serían criaturas.
2.° El Hijo no ve al Padre.
3° La creación de las inteligencias preexistentes habría tenido lugar desde toda la eternidad.
4.° El sacrificio de Cristo se habría renovado en el cielo para los demonios.
5.° Orígenes habría profesado la metempsícosis, que él mismo rechaza en diversos textos griegos indiscutibles. Otras desviaciones de tendencia platónica, particularmente en cuanto al valor del cuerpo terrestre, pueden invocar textos de Orígenes, pero sólo si éstos se separan de otros pasajes que restablecen el equilibrio. Así, él usa a veces en sentido ortodoxo fórmulas que luego serán interpretadas con un significado herético; como lo hacen concretamente sus adversarios de Alejandría y, sobre todo Jerónimo.
Antes de fines del siglo IV fueron atacadas ya algunas de estas especulaciones (Metodio, Pedro de Alejandría, Eustatio de Antioquía). Pánfilo de Cesares tuvo que justificarlas en su Apología de Orígenes sirviéndose de otros textos del teólogo. Los grandes doctores del siglo IV lo leen constantemente, se alimentan de él, lo admiran y, sin cerrar los ojos a ciertas doctrinas temerarias, lo conocen suficientemente para no exagerar su importancia en el conjunto de su doctrina.
Pero Evagrio Póntico (Cartas a Melania) une esas doctrinas en un sistema grandioso, omitiendo todo lo que las mantenía en equilibrio. Este abiertamente herético y comprometido además por la crisis arriana, provocó los ataques de Epifanio contra Juan de Jerusalén, de Jerónimo contra Rufino, de Teófilo de Alejandría contra Isidoro. Entonces Orígenes fue interpretado y condenado según la sistematización unilateral de Evagrio. En los siglos V y VI dentro del ámbito griego y siríaco se lee a Evagrio mucho más que a Orígenes; y su sistema recibe un carácter panteísta en los isocristas palestineses y en el Libro de Hieroteo, atribuido al monje siríaco Esteban bar Sudaili.
Justiniano, para restablecer el orden en los conventos de Tierra Santa, condena a Orígenes (interpretado siempre según Evagrio) en la Carta a Menas y los diez anatematismos que van unidos a ella (543). Los quince anatematismos de 553, discutidos probablemente antes de la apertura oficial del V Concilio Ecuménico (Constantinopolitano II), van directamente contra los isocristas y reproducen las doctrinas evagrianas. En el canon 11 de este concilio se cita a Orígenes en una lista de herejes, probablemente por considerarlo como fuente de los origenistas.
Este hecho lamentable, que selló como hereje al más genial de los padres prenicenos, hizo que la Iglesia olvidara la santidad de su vida y su valiente confesión de fe bajo Decio. Aquí se pone de manifiesto cómo la evolución posterior de una doctrina puede traicionarla cuando ésta es forzada a entrar en un sistema, y cuán peligroso es juzgar a un gran espíritu basándose en textos aislados. La historia de la teología hasta nuestros días no carece de ejemplos análogos.
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