San Anastasio Sinaíta
Padre de la Iglesia. Abad. 700.
Griego, nacido en Alejandría en la primera mitad del siglo VII; muerto después del 700. Abad del monasterio del Monte Sinaí.
San Anastasio Sinaíta o Anastasio del Sinaí fue uno de los grandes ascetas del siglo VII. Su obra floreció en el Monte Sinaí y tuvo una gran repercusión en el ámbito de Bizancio. Es uno de los últimos escritores orientales a quienes se reconoce el título de Padre de la Iglesia, por su labor apologética de testimonio y defensa de la fe cristiana. Es conocido en la Iglesia Ortodoxa, especialmente entre los griegos, como el Nuevo Moisés.
Se dice nacido en Siria, aunque este dato no es seguro. Durante su juventud vivió una vida de gran piedad. Cuando alcanzó la primera madurez, Anastasio abandonó el mundo y entró en el Monasterio de Santa Catalina sobre el Monte Sinaí, donde San Juan de la Escala (o San Juan Clímaco del Sinaí) era entonces el abad. Allí, se enriqueció con el ejemplo de muchos monjes santos y fue ordenado sacerdote.
Dotado de una gran humildad, San Anastasio escribió las vidas de varios padres santos, así como otros libros considerados espiritualmente instructivos.
Testigo y defensor de la fe, San Anastasio Sinaíta dejó con frecuencia su retiro para refutar las herejías, especialmente el Monotelismo (muy desarrollado en Oriente por aquellos años), que negaba la existencia de una voluntad humana en Jesucristo. Precisamente la mayor parte de su actividad literaria (poco estudiada aún) se concentró en esta polémica, a la que sólo pondría fin, en el año 681, el III Concilio de Constantinopla.
Compuso, además, una pequeña historia de las herejías y de los Sínodos Eclesiásticos, un comentario al relato bíblico de la Creación, varias homilías y un volumen de preguntas y respuestas sobre cuestiones predominantemente morales. Entre sus homilías más conocidas se encuentra el Sermón sobre la Santa Sínaxis, donde resume la doctrina sobre la Eucaristía y exhorta a los cristianos a comulgar dignamente.
San Anastasio fue uno de los primeros en defender las enseñanzas del Ángel de la Guarda. Expuso que Dios otorga a cada cristiano un ángel para que lo cuide y lo proteja en todas las situaciones de su vida. Sin embargo, podemos alejar de nosotros a nuestro ángel de la guarda a causa de nuestros pecados, del mismo modo que las abejas huyen a causa del humo. Mientras los demonios trabajan para privarnos de la gracia de Dios, los ángeles santos nos guían para hacer el bien.
La Sagrada Congregación de Ritos lo designó Doctor de la Iglesia, el 28 de julio de 1882, durante el pontificado de León XIII.
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