San Babylas

 

                                             Obispo de Antioquía. Mártir. 260.

Fue sucesor de Zebino como Obispo de Antioquía (Turquía) durante el reinado del Emperador Gordiano (238-244), siendo el XX° Obispo de la metrópolis oriental. Durante la persecución de Decio en el año 260, hizo una explícita confesión de fe y fue arrojado en prisión, donde murió a consecuencia de sus sufrimientos. Pidió ser enterrado con las cadenas de su prisión.

 Babylas, en una ocasión le negó permiso para entrar a la Iglesia al Emperador Felipe el Árabe, por la razón del asesinato del anterior Emperador Gordiano, y le ordenó que tomara su lugar entre los penitentes. El episodio es poco verosímil, dado que en esa época los Emperadores no eran cristianos; y dado que guarda similitud con el que enfrentó a San Ambrosio de Milán y a Teodosio I en el año 390, ya con el Imperio cristianizado, podría ser una duplicación de éste.

San Babilas murió martirizado durante la persecución de Decio. Eusebio dice que falleció en la prisión; pero San Juan Crisóstomo afirma que fue decapitado. Con él, murieron tres niños llamados Urbano, Prilidiano y Epolonio. 

Las primeras reliquias de un mártir que fueron trasladadas pertenecieron a San Babilas. Cuentan las crónicas que se hallaba sepultado en Antioquía, pero en el año 351, el César Galo mandó trasladar sus restos a la cercana iglesia de Dafne para contrarrestar la influencia que ejercía el famoso Santuario de Apolo, donde los oráculos y la vida licenciosa constituían un mal ejemplo para los cristianos. Con el traslado de las reliquias del mártir, terminaron aquellas cosas.

 En el año 362, Juliano el Apóstata dio la orden de sacar de ahí esas reliquias. Esto se debió a que el Emperador, consultó el oráculo de Apolo en el templo de su dios que se encontraba cerca pero no recibió respuesta alguna por la proximidad del santo. Decidió entonces que el sarcófago del mártir fuera regresado a su lugar original. Los cristianos las acompañaron en procesión a Antioquía, cantando los salmos que se refieren a la impotencia de los ídolos y de los falsos dioses. Al atardecer del día siguiente, según cuenta la tradición, el templo de Apolo fue destruido por un rayo. Poco después, tuvo lugar una tercera translación de los restos del mártir a la Basílica que el Obispo San Melecio había construido, del otro lado del Orontes. Dicho Obispo fue sepultado junto a San Babilas.

                                                  

Relicario del brazo de San Babylas. Formó parte del tesoro güelfo, vendido en 1931. Desde 1951 forma parte de las colecciones del Museo de Arte de Filadelfia.



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