San Basilio el Grande

 

                                         Obispo de Cesárea. Doctor de la Iglesia. 379.

Nacido probablemente en 329 en Turquía. Él está considerado después de Atanasio como un defensor de la Iglesia Oriental contra las herejías del siglo IV. Con su amigo Gregorio de Nacianceno y su hermano Gregorio de Nisa, formaron un trío conocido como "Los Tres Capadocianos", pero él sobrepasó a los dos: en el genio práctico y los logros reales.

San Basilio el Anciano, padre de San Basilio el Grande, fue el hijo de un cristiano de buena cuna y junto con su esposa Santa Macrina, ambos sufrieron la persecución de la fe por Maximino Galerio (305-314), gastando varios años de vida dura en las montañas silvestres de Pontus. San Basilio el Anciano era notable por su virtud, y también ganó una buena reputación como maestro en Cesárea. Él no fue sacerdote. Estaba casado con Emelia, la hija de un mártir y fue padre de 10 hijos. Tres de estos, Macrina, Basilio, y Gregorio son honrados como santos; y de los hijos, Pedro, Gregorio, y Basilio alcanzaron la dignidad del Episcopado.

Bajo el cuidado de su padre y de su abuela, la vieja Macrina, (quien conservaba las tradiciones de sus paisanos), Basilio fue formado en los hábitos de piedad y estudio. Él era todavía joven cuando su padre murió y la familia se cambió a la propiedad de la vieja Macrina en Annesi en Pontus, en los bancos del Iris.

Cuando era un muchacho, lo enviaron a la escuela en Cesárea, en ese entonces "una metrópoli de las letras", y concibió una ferviente admiración por el Obispo local, Dianio. Mas tarde, fue a Constantinopla, en ese tiempo fue "distinguido por sus maestros de filosofía y retórica", y de aquí se fue a Atenas. Aquí se volvió el compañero inseparable de Gregorio de Naziano, quien, en su famoso panegírico sobre Basilio, da una descripción sumamente interesante de sus experiencias académicas.


Atraído por Cristo, comenzó a tener ojos sólo para él y para escucharle sólo a él. A partir del 358 se dedicó con determinación a la vida de oración, en la meditación de las Sagradas Escrituras y de los escritos de los Padres de la Iglesia y en el ejercicio de la caridad, a orillas del Iris; pronto fue tanta la afluencia de prosélitos que se hizo precisa la creación de otros monasterios en el Ponto. Por este tiempo recibe la visita de Gregorio Nacianceno, y entre ambos preparan una antología de las obras de Orígenes llamada Philocalia. Basilio escribe aquí sus Moralia y sus dos Reglas. En el año 360 toma parte en el Sínodo de Constantinopla.

Afortunadamente, Basilio estuvo de nuevo en contacto con Dianio, Obispo de Cesárea, y parece que Dianio lo bautizó, y lo ordenó como Lector tan pronto como regresó a Cesárea. Fue al mismo tiempo que él se sintió bajo la influencia de esa notable mujer, su hermana Macrina, quien había fundado una comunidad religiosa en la propiedad de la familia en Annesi. Para aprender el camino de la perfección, Basilio ahora visitó los monasterios de Egipto, Palestina, Siria, y Mesopotamia. Él regresó, lleno de admiración por la austeridad y piedad de los monjes, y fundó un Monasterio en su lugar natal Pontus, en los bancos del Iris.

Eustasio de Sebaste ya había introducido la vida ermitaña en Asia Menor; Basilio agregó la forma cenobítica o forma de comunidad, y la nueva característica fue imitada por muchas compañías de hombres y mujeres. Basilio llegó a ser conocido como el padre del Monasticismo.


Basilio todavía retuvo una considerable influencia en Cesárea, y se considera altamente probable que tuvo que ver con la elección del sucesor de Dianio quien murió en el 362, después de haberse reconciliado con Basilio. En todo caso, el nuevo Obispo, Eusebio, fue prácticamente puesto en su oficina por el anciano Gregorio de Nazianzo. Habiendo persuadido Eusebio al renegado Basilio de ser ordenado sacerdote, le dio un lugar permanente en la administración de la diócesis (363).

Un poco mas tarde (365) cuando los intentos de Valente para imponer el Arrianismo en los sacerdotes y la gente necesitaba la presencia de una personalidad fuerte, Basilio fue regresado a su puesto anterior, siendo reconciliado con el Obispo por San Gregorio de Nazianzo. Parece que ya no hubo mas desacuerdos entre Eusebio y Basilio y este último llegó a ser la verdadera cabeza de la diócesis.

En el año 370 Basilio reemplazó al Obispo de Cesárea. Esta ciudad era entonces  poderosa y rica. Su elección, dice el Gregorio mas joven, fue seguida de la falta de afecto de parte de varios Obispos "a cuyo lado se encontraban los grandes mafiosos de la ciudad".

Durante administraciones previas de la diócesis, Basilio había definido claramente las ideas de disciplina y ortodoxia, que uno no podía dudar de la dirección y el vigor de esta política. A San Atanasio le dio gusto la elección de Basilio,  pero al Emperador Valente que era arriano, le dio considerable disgusto y la minoría de Obispos derrotados llegaron a ser consistentemente hostiles al nuevo metropolitano. Mediante años de conducta con tacto, sin embargo, "mezclando su corrección con consideración y su gentileza con firmeza, superó finalmente a sus oponentes”.

Él trabajó para la exclusión de candidatos inadecuados para el ministerio sagrado y alejó a los Obispos de la tentación de la simonía; requería disciplina exacta y la observación llena de fe de los cánones de clérigos y seglares; reprimió lo pecaminoso, le dio seguimiento a las ofensas, y mantuvo la esperanza del perdón para el penitente. 

Hizo un resumen de la fe ortodoxa; atacó verbalmente a los herejes que estaban cerca y escribió vehementemente a los que estaban lejos. Su fuerte postura contra el Emperador Valente se equipara a la reunión entre Ambrosio y Teodosio. El Emperador se vio como tonto ante la indiferencia calmada del Arzobispo a su presencia y sus deseos. El incidente, como lo narra Gregorio de Nazianzo, no solo dice mucho con relación al carácter de Basilio sino da una luz clara del tipo de Obispo cristiano con el cual los Emperadores tenían que tratar y va mas allá para justificar porque el arrianismo, con poca corte detrás de él, podía hacer tan poca cosa en la historia del Catolicismo. Antes de cumplirse doce meses del nombramiento de Basilio, el Emperador Valente llegó a Cesárea, tras de haber desarrollado en Bitrina y Galacia una implacable campaña de persecuciones.  Por delante suyo envió al prefecto Modesto, con la misión de convencer a Basilio para que se sometiera o, por lo menos, accediera a tratar algún compromiso. Varios habían renegado por miedo, pero nuestro santo le respondió:

"¿Qué me vas a poder quitar si no tengo ni casas ni bienes, pues todo lo repartí entre los pobres? ¿Acaso me vas a atormentar? Es tan débil mi salud que no resistiré un día de tormentos sin morir y no podrás seguir atormentándome. ¿Qué me vas a desterrar? A cualquier sitio a donde me destierres, allá estará Dios, y donde esté Dios, allí es mi patria, y allí me sentiré contento . . . El gobernador respondió, admirado:  “Jamás nadie me había contestado así”.  Y Basilio añadió: “Es que jamás te habías encontrado con un obispo”.  El Emperador confesó que, muy a su pesar,  admiraba la firme determinación de Basilio y, a fin de cuentas, resolvió que, en lo sucesivo, no volvería a intervenir en los asuntos eclesiásticos de Cesárea.

Durante una época de sequía a la que siguió otra de hambre, Basilio echó mano de todos los bienes que le había heredado su madre, los vendió y distribuyó el producto entre los más necesitados; mas no se detuvo ahí su caridad, puesto que también organizó un vasto sistema de ayuda, que comprendía a las cocinas ambulantes que él mismo, resguardado con un delantal de manta y cucharón en ristre, conducía por las calles de los barrios más apartados para distribuir alimentos a los pobres.  

Atanasio murió en el año 373 y el anciano Gregorio en el 374, ambos dejaron espacios que nunca se llenarían. En el año 373 se inició la dolorosa extradición de Gregorio de Nazianzo. Antimo, Obispo de Tiana, se convirtió en enemigo abiertamente, Apolinar "una causa de dolor para las iglesias", Eustasio de Sebaste un traidor a la Fe y también un enemigo personal. Eusebio de Samosata fue desaparecido, Gregorio de Niza condenado y encadenado. Cuando murió el Emperador Valentino y los arrianos recuperaron su influencia, todos los esfuerzos de Basilio deben haber parecido en vano. Su salud estaba débil, los godos estaban a las puertas del Imperio, Antioquia estaba en cisma, Roma dudaba de su sinceridad, los Obispos rechazaban reunirse como él deseaba. "Sospechoso de herejía por Damaso, y acusado por Gerónimo de orgullo". Si él hubiera vivido un poco más y asistido al Concilio de Constantinopla (381), hubiera visto la muerte de su primer presidente, su amigo Melesio, y la renuncia forzada de su segundo, Gregorio de Nazianzo. 

Basilio murió en 379. Su muerte fue considerada como un duelo público; los judíos, paganos, y extranjeros lo sintieron como uno de ellos.

De la correspondencia de Basilio con la sede en Roma se capta alguna diferencia. No hay duda de que él estaba en comunión con los Obispos Occidentales y que  escribió repetidamente a Roma preguntando que pasos tomar para asistir a la Iglesia Oriental en su lucha con los herejes y cismáticos; pero el resultado negativo a sus apelaciones le sacaron palabras que requieren explicación.


Evidentemente él estaba profundamente desilusionado de que el Papa Damaso, por un lado dudara de condenar a Marcelo y a los Eustasianos, y por el otro prefiriera a Paulino en vez de Melesio en quien Basilio creía muy firmemente que tenía el derecho al Obispado de Antioquia. Debe admitirse que Basilio al menos, criticó al Papa libremente en una carta enviada a Eusebio de Samosata y que él estaba indignado a la vez que dolido de la falla de sus intentos para obtener ayuda del Occidente.

Apasionado y un tanto imperioso, Basilio también era generoso y accesible. Su celo por la ortodoxia no le impedía advertir las virtudes de sus adversarios; y por amor de la paz y la caridad renunciaba sin dificultad a utilizar la terminología ortodoxa cuando ello era posible sin sacrificar la verdad. Resistió con todo su poder al Emperador Valente, que se esforzó en introducir el arrianismo en su diócesis, e impresionó tanto al Emperador, que aunque estuvo tentado a eliminar al intratable obispo, terminó por dejarle tranquilo.

Para salvar a la Iglesia del arrianismo, Basilio inició contactos con Occidente, y mediante la ayuda de Atanasio intentó superar sus recelos hacia los homoiousianos. Las dificultades habían aumentado al plantear la cuestión de la esencia del Espíritu Santo. A pesar de que Basilio había defendido con objetividad la consustancialidad del Espíritu Santo con el Padre y el Hijo, se sumaba aquellos que, fieles a la tradición oriental, no admitían el predicado homoousios al tercero; esto se le había reprochado ya en 371 por los zelotes ortodoxos, que había entre los monjes, y Atanasio lo defendió. Mantuvo su relación con Eustacio a pesar de las diferencias dogmáticas, lo que provocó ciertos recelos. Por otra parte, Basilio fue gravemente ofendido por los defensores del homousianismo, que a él le parecían estar reviviendo la herejía sabeliana.

Con relación a la cuestión de su asociación con los semiarrianos, Filostorgio habla de él como el campeón de la causa Semi-Arriana, y Newman dice que le parecía inevitable haber arrianizado los primeros 30 años de su vida. La explicación de esto, tanto como el desacuerdo con la Santa Sede, debe ser una búsqueda cuidadosa en el estudio de los tiempos, con la debida referencia a las condiciones inestables y cambiantes de las distinciones teológicas, la falta de algo así como un pronunciamiento final del poder definidor de la Iglesia, las "imperfecciones permanentes de los Santos" (Newman), la ortodoxia substancial de muchos de los llamados Semi-Arrianos, y sobre todo el gran plan con el cual Basilio perseguía la unidad efectiva en una Cristiandad dividida y confundida.

Basilio luego de su viaje por Oriente logra un conocimiento sino total, parcial de la situación que viven los monjes o mejor dicho los diversos grupos de monjes. Al no ser Basilio monje de una determinada agrupación, mantiene una cierta imparcialidad ante lo que conoce y estudia, por lo tanto sus reformas tienen el peso natural que implica un estudio serio sobre la forma de vida que están llevando los monjes de Oriente.

"Por otra parte, las organizaciones pacomianas, exigían, según él, profundas enmiendas. Cada monasterio contenía un numero excesivo de monjes. Excesiva era también la libertad otorgada a las mortificaciones particulares, lo cual favorecía las proezas vanidosas y complicaba terriblemente el común régimen alimenticio. Los praepositi, colocados entre el Superior y los monjes acaparaban una porción muy grande de autoridad. Por último, las sanciones que amenazaban a los monjes culpables, (el látigo, régimen a pan y agua),  le parecían demasiado brutales."

Así Basilio, al conocer el funcionamiento de los Monasterios de San Pacomio, decide hacer cambios para evitar excesos. Por lo tanto se podría decir que Basilio hace lo mismo que Pacomio en el sentido de reorganizar las instituciones existentes. Para Basilio, el monje es un cristiano integro, es el cristiano auténtico. El monje, según Basilio, debe practicar la observancia total del Evangelio y cumplir íntegramente los mandamientos, si no es así, ese hombre no puede considerarse un monje.

Para Basilio la vida monástica era comunal, pues era el marco adecuado para seguir fielmente la vida cristiana perfecta de amor fraterno, junto con el ascetismo propio del servicio y la humildad, y la penitencia por los pecados. Las jornadas se dedicaban al trabajo y a la meditación y estaban enmarcadas por plegarias litúrgicas similares a las ordenadas por Pacomio. Los monjes se dedicaban a la agricultura y a otros oficios, pero también había anexo al Monasterio un orfelinato, un hospital y talleres para los pobres sin empleo.

Basilio no escribió ninguna regla ni fundó ninguna Orden comparable a la de Pacomio. Sus llamadas reglas no son mas que consejos espirituales y comentarios a las Escrituras. Sin embargo, su influencia fue muy grande y duradera. Al separarse de la vida eremítica y de los aspectos individuales del ascetismo, Basilio dio lugar a una vida monástica que encaja perfectamente con el temperamento de las tierras griegas, y todos los monasterios del Imperio Bizantino y todos los monasterios rusos posteriores le consideraron su Patriarca, igual que los monjes occidentales consideraron a San Benito.

Dedicó sus mayores energías a defender la doctrina católica sobre la consustancialidad del Verbo, definida solemnemente en el Concilio de Nicea (año 325). Por esta razón sufrió muchas contradicciones por parte de los herejes arrianos, y tuvo que hacer frente a los abusos de la autoridad imperial, que pretendía imponer con violencia la doctrina de Arrio. Con San Gregorio Nacianceno y San Gregorio de Nisa contribuyó de manera decisiva a precisar el significado de los términos con que la Iglesia expone el dogma trinitario, preparando de esta manera el Concilio I de Constantinopla (año 381), que enunció de forma definitiva la doctrina de fe sobre la Santísima Trinidad. Basilio no pudo asistir a este Concilio pues falleció en el año 379.

Por sus servicios a la fe, San Basilio es llamado el Grande, y es contado entre los ocho mayores Padres y Doctores de la Iglesia universal. Su producción literaria comprende trabajos dogmáticos, ascéticos, pedagógicos y litúrgicos. A él se debe la fijación definitiva de una de las más conocidas liturgias orientales, que lleva su nombre. Y, junto con San Gregorio Nacianceno, escribió dos Reglas que tuvieron un influjo decisivo en la vida monástica del Oriente cristiano. Muy extenso es también su epistolario.

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