San Brendan o Brandán el Viajero

 

                                               Fundador de Monasterios. 577.

También conocido como Brendan el Viajero, nació en 484 en Irlanda. Durante 5 años fue educado por Santa Ita, "la Brígida de Munster" y terminó sus estudios bajo San Erc, quien le ordenó sacerdote en 512. 

Entre los años 512 y 530 San Brendan edificó celdas monásticas en Ardfer. Fue desde aquí de donde partió en su famoso viaje a la Tierra de las Maravillas.


Una vez instituida la Sede de Ardfert, San Brendan se trasladó a Thomond, donde alrededor de 550, fundó un monasterio en Inis-da-druim (hoy isla de Coney, condado de Clare), en la actual parroquia de Killadysert. Fundó las Sedes de Ardfert y de Annaghdowny, erigió iglesias en Inchiquin, condado de Galway y en Inishglora, condado de Mayo. 

Su fundación más célebre fue Clonfert, en 557, nombrando a San Moinenn como Prior y director. El monasterio creció y se extendió su fama. En un tiempo albergó a 3.000 monjes: escoceses, ingleses, galeses, británicos y continentales. También fundó monasterios en el condado de Kerry, en Ardfert, cerca de Tralee y al pie del monte Brandon.

El viaje de San Brendan

San Brendan pertenece al glorioso período de la historia de Irlanda en el que la isla, recién convertida al Cristianismo, envió a sus primeros mensajeros de la Fe hacia el continente y a los pueblos del mar.


Se dice que Brendan partió en busca del mítico Paraíso en compañía de unos monjes, cuyo número varía de los 18 a los 150. Después de un largo viaje de 7 años alcanzaron la "Terra Repromissionis" o el Paraíso, la tierra más hermosa con la vegetación más frondosa. La narración ofrece un amplio abanico interpretativo de la posición geográfica de esta tierra, así como del escenario de la leyenda de San Brendan.

En una carta marítima de Cataluña (1375) es ubicada no muy lejos del oeste meridional de Irlanda. Sin embargo, en otras cartas se identifica con las "Islas Afortunadas" de los antiguos y se coloca hacia el sur. Así, en el mapamundi de Herford se sitúa entre las Islas Canarias (principios del siglo XIV). A medida que aumentó el conocimiento de esta zona se pensó en un lugar más allá del océano. En el globo de Martin Behaim se encuentra a 60 grados al oeste del primer meridiano y muy cerca del Ecuador.


La identidad de estas islas y en particular de la mítica isla de San Brandán, ha sido motivo de controversias, y se ha afirmado que posiblemente se tratara de la isla de Terranova (lo que haría de Brandán quizá el primer europeo en llegar a América), también se las ha identificado con Islandia y las islas Feroe e incluso con las islas del mar Caribe o las islas Canarias (España). La leyenda cuenta que los monjes celebraron una misa de resurrección en una isla que resultó ser una ballena, y ahí nació la leyenda de la isla errante en las aguas del océano Atlántico.

 Los habitantes de Hierro, Gomera, Madeira y de las Azores afirmaron a Colón que a menudo veían la isla y lo continuaron aseverando hasta mucho después. A finales del siglo XVI el fracaso en encontrar la isla llevó a los cartógrafos Apianus y Ortelius a situarla una vez más en el océano al oeste de Irlanda. Finalmente, a principios del siglo XIX, la creencia en la existencia de la isla fue completamente rechazada.

Mucho se ha discutido acerca de la historicidad de este religioso, y, aunque fue eliminado del santoral en tiempos del Papa Pablo VI, no cabe duda de que se trató de un abad irlandés que llevó a cabo tareas de evangelización en las aguas del mar del Norte.​ En realidad, fue un fiel seguidor de la tradición misionera del cristianismo irlandés de la que los santos Columba y Columbano fueron claros exponentes. Desde principios del siglo V enteras comunidades monásticas se lanzaron a la mar en curraghs (lanchas de cuero calafateado) para predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra.


El San Brandán histórico, abad de Clontarf, estaría acreditado por el testimonio de Adamnano, que redactó una Vida de San Columbano aproximadamente cincuenta años después de la muerte de Brandán.​ En ella cuenta que el santo visitó la isla de Iona (occidente de Escocia) donde se encontró con San Columbano. A su vez, llegó con sus exploraciones hasta las islas Hébridas al oeste y las Shetland al norte,​ e incluso es posible que haya llegado a las Feroe e Islandia. Abades irlandeses posteriores completarían su obra y establecieron nuevas comunidades cenobíticas y abrieron el camino para la colonización posterior por gaélicos y noruegos.


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