San Cayetano de Thiene
Fundador de los
Teatinos. 1547.
Cayetano nace en Vicenza (Italia) en 1480 que pertenecía en aquel entonces a la República de Venecia, de padres nobles. Su padre ostentaba el título de Conde de Thiene. Su madre la condesa María Da Porto, influirá mucho más en el alma y vida futura de Cayetano: era terciaria dominica. Ella se preocupará, sobre todo, de la educación sólida en piedad de su hijo y le hablará de la vanidad de las riquezas y honores del mundo.
Bajo el cuidado de una piadosa madre, pasó una juventud estudiosa y ejemplar, y consiguió el grado de Doctor utriusque juris (Doctor en ambos derechos, civil y canónico) en Padua a la edad de 24 años.
La historia de Cayetano cuenta que debido a su afán de dar siempre comida a los pobres llegó el momento en que en su casa no había quedado para comer. Entendiendo la necesidad de su madre, se dirigió al altar en la puerta del Sagrario donde estaban las hostias y dijo: "Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada para comer". Al rato llegaron unas mulas con gran cantidad de provisiones, y los arrieros no quisieron decir de dónde las enviaban.
En 1506 llegó a ser en Roma, Protonotario Apostólico de la corte del Papa Julio II, y tuvo un papel importante en reconciliar la República de Venecia con el Pontificado. A la muerte del Papa en julio de 1523 se retiró de la corte, y se dice que fundó, poco después, una asociación de sacerdotes y prelados piadosos llamada el Oratorio del Divino Amor, que se extendió a otros pueblos italianos.
En la Ciudad Eterna, en aquella época “León X el Papa renacentista, se sumergía inconsciente en el tumulto de su vida fastuosa y de sus gustos profanos; mientras el mundo oficial de la curia romana se entregaba al arte, a la política, a la frivolidad o a la corrupción, un grupo de hombres piadosos, hondamente persuadidos de la necesidad de una renovación social y religiosa, organizaban una hermandad destinada a fomentar la vida cristiana en sí mismos y en cuanto les rodeaba”. A esta compañía la llamaron Oratorio del Amor Divino. Sus miembros “mostraron al mundo, con su ejemplo, que la fe y las obras no estaban muertas en la Roma del Renacimiento, presentada entonces por Lutero como centro de todos los vicios”.
Este Oratorio tenía en vista “contrarrestar la influencia paganizante del Renacimiento”, procurando “reencender el fuego del amor de Dios en los corazones, e impedir que la herejía, el libertinaje, el amor a los placeres y la pasión de los intereses lo desterrasen”. O sea, anhelaba una verdadera reforma católica. San Cayetano se entregó de cuerpo y alma al Oratorio.
Pese a ser admirable por su intenso amor a Dios, no se ordenó de sacerdote hasta 1516. Ese año, Martín Lutero luchaba en Alemania contra el comercio de indulgencias, lo que terminaría dividiendo a la Iglesia (la Reforma). Algunos sacerdotes, equivocadamente, tenían la idea de que podían vender indulgencias y habían convencido a sus feligreses de que cualquier persona podía comprarlas, ya fuera para sí misma o para un pariente muerto que permanecía en el Purgatorio. Cayetano dedicaría su vida a luchar contra la Reforma protestante.
Implantó la bendición con el Santísimo Sacramento y promovió la comunión frecuente, en los 3 años que vivió en Venecia. Escribió: "No estaré satisfecho sino hasta que vea a los cristianos acercarse al Banquete Celestial con sencillez de niños hambrientos y gozosos, y no llenos de miedo y falsa vergüenza".
La cristiandad pasaba por un periodo de crisis. La corrupción debilitaba a la Iglesia. Cayetano era uno de los que más imploraban la verdadera reforma de vida y de costumbres dentro de la Iglesia. Repetía a menudo: "Cristo espera, ninguno se mueve".
En la noche de Navidad de 1517, cuando San Cayetano rezaba junto a la reliquia del pesebre que se venera en la Basílica de Santa María Mayor, en Roma, Nuestra Señora se le apareció con el Niño Jesús recién nacido en los brazos, acompañada de San José y San Jerónimo, habiendo confiado al Divino Infante en los brazos de Cayetano.
Este hecho es relatado por el propio santo a Sor Mignani, en carta del 28 de enero de 1518. Tal aparición se repitió en las fiestas siguientes de la Circuncisión y de la Epifanía. Por eso San Cayetano es representado siempre con el Niño Jesús en los brazos. ¡Qué pureza virginal y qué limpieza de alma debía tener para recibir tal privilegio!
Vuelve a Vicenza al año siguiente por la muerte de su madre y fundó allí un hospital para incurables, dando da prueba de la activa caridad que marcó su vida.
Pero su celo se veía motivado más aún por las enfermedades espirituales que, en aquellos días de desorden político, infectaba al clero de todo rango, y, como San Agustín en la edad primitiva, se dedicó a reformarlos instituyendo un cuerpo de Clérigos Regulares, que combinarían el espíritu del monaquismo con los ejercicios del ministerio activo.
En Alemania Martín Lutero, un monje, proclama la separación del Papa y se independiza de la Iglesia de Roma. Cayetano responde con un nuevo proyecto: "Creo que la Iglesia es siempre la Iglesia. Como esposa de Cristo no tiene ninguna mancha, ninguna arruga, es blanca y pura; pero por culpa de los hombres aparece corrompida... Quisiera presentar ante los ojos del clero un grupo de sacerdotes que vivan juntos, cumplan con el celibato, no busquen el dinero, sepan ser pobres... entonces el ejemplo arrastrará y comenzaremos la reforma desde nosotros mismos."
El Papa Clemente VII aprueba el proyecto en 1524, a pesar de la oposición de algunos asesores. Cayetano con varios compañeros dicen: "Somos célibes, como lo pide la Iglesia a todos sus sacerdotes. Queremos ser pobres: no poseeremos rentas, ni tierras. Sólo aceptaremos las donaciones espontáneas del pueblo. La riqueza no da al clero ni paz ni libertad para el apostolado. No viviremos ni en conventos ni en monasterios, sino en casas sencillas. Tendremos un superior responsable y dependeremos directamente del Papa. Nos dedicaremos al estudio de la Biblia, a la liturgia, a ayudar a los presos, pobres, enfermos. Nos Ilamamos Clérigos Regulares."
Uno de sus compañeros fue Giovanni Pietro Caraffa, Obispo de Chieti que sería luego el Papa Paulo IV, que fue elegido el primer Superior y por cuyo título surgió el nombre de Teatinos. La Orden creció pero lentamente.
En 1527 ocurrió el saqueo de Roma por parte de las tropas del Emperador Carlos V. El Condestable de Borbón, con un ejército de 30.000 soldados compuesto por luteranos y asalariados sin principios, sitió la Ciudad Eterna.
Durante dos meses los luteranos, hirviendo de odio contra la fe católica, y seguidos por el resto de la soldadesca ávida de destrucción, causaron a la ciudad las mayores calamidades, sin respetar ni los lugares ni a las personas sagradas.
Cayetano llegó a ser apresado y torturado. Los teatinos, después de muchos sufrimientos, tuvieron que trasladarse a Venecia, donde emprendieron obras de misericordia, la reforma del Misal y del Breviario romanos, que el Papa les había encomendado. Allí Cayetano conoció a San Jerónimo Emiliani, a quien asistió en la fundación de su Congregación de Clérigos Regulares.
Trabaja enérgicamente por la reforma del clero. En 1533, Carafa fue elegido Superior General por segunda vez. Cayetano es enviado a Verona, donde recibe oposición a sus reformas. Viaja a Nápoles para fundar una casa de su Orden. Recibe una casa donada por el Conde de Oppido y rechaza otros terrenos. El Conde alega que los napolitanos no eran tan ricos y generosos como los venecianos a los que San Cayetano le responde: "Tal vez tengáis razón, pero Dios es el mismo en ambas ciudades. Dios está en Nápoles como en Venecia". Se quedó en Nápoles donde había mas trabajo. La ciudad mejoró notablemente gracias a las prédicas y el trabajo apostólico del santo, que en ocasiones tuvo que enfrentarse con laicos y religiosos que predicaban el calvinismo, el luteranismo y otros errores.
Fundó con el Beato Juan Marinoni los "Montes de Piedad" para liberar de la miseria a los pobres y marginados. Esta obra fue aprobada poco antes del Concilio de Letrán. En sus últimos años de vida abrió hospicios para ancianos y fundó hospitales.
Su amor a Jesucristo y al prójimo lo llevaron a consagrarse a los pobres y enfermos. Así fundó un hospital en Venecia en el que encontró a una joven que estaba a punto de perder una pierna devorada por la gangrena. Envuelto en su fe le sacó la venda, le besó la pierna herida e hizo la señal de la cruz frente a ella. Al otro día, los médicos que preparaban a la muchacha para la amputación vieron que estaba curada.
Le preocupa el excesivo lujo de los palacios y la miseria de los suburbios. Se propone "no dejar de luchar hasta que vea a los cristianos correr hambrientos para nutrirse del Pan Sagrado." Organiza el primer Hospital de Enfermedades Infecciosas y cuando no queda dinero para pagar el sueldo a los mejores médicos de la ciudad ni para alimentar a los enfermos, ordena la venta de su biblioteca, lo último que queda de sus bienes: "Jamás dejaré de entregar lo mío a los necesitados hasta que me vea en tal pobreza que no me quede ni siquiera un metro de tierra para mi tumba, ni tenga un centavo para mi entierro."
En 1547, el virrey de Nápoles, Pedro de Toledo, decidió establecer allí el tribunal de la Inquisición según el modelo español. La nobleza y el pueblo se amotinaron y la sedición fue ahogada en sangre. Ello resultó en una verdadera guerra civil.
Las súplicas y mediaciones de San Cayetano fueron en vano. Como registra la bula de su canonización, “quebrantado por el dolor de ver a Dios ofendido por los tumultos populares, y más aún por la suspensión del Concilio de Trento, en el que tantas esperanzas había cifrado, cayó enfermo de muerte” y falleció el 7 de agosto de 1547.
Aunque la bula añade que el mismo día de su fallecimiento cesaron todas las revueltas populares, según se cree por su intercesión. Fue beatificado por Urbano VIII en 1629, y canonizado por Clemente X en 1671.
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