San Nicolás de Mira o de Bari

 

                                                     Obispo de Myra. 345.

Nació en Patara, una ciudad de Licia en Asia Menor (Turquía). En la Leyenda áurea se lee: "Nicolás nació de ricas y santas personas. Cuando lo bañaron el primer día, se paró solito en la tina...". "Era un niño de excelente salud y ya inclinado a la ascética, pues, como añade la leyenda, el miércoles y el viernes rechazaba la leche materna. Ya más grandecito "rehusaba las diversiones y las vanidades y frecuentaba la iglesia".

Tenía un tío que era Obispo y este lo consagró como sacerdote. Al morir sus padres atendiendo a los enfermos en una epidemia, él quedó heredero de una inmensa fortuna. Entonces repartió sus riquezas entre los pobres y se fue de monje a un Monasterio. 

Después quiso visitar la Tierra Santa donde vivió y murió Jesús, y al volver de allá llegó a la ciudad de Mira (en Turquía) donde los Obispos y sacerdotes estaban en el templo discutiendo a quién deberían elegir como nuevo Obispo de la ciudad, porque el anterior se había muerto. Al fin dijeron: "elegiremos al próximo sacerdote que entre al templo". Y en ese momento sin saber esto, entró Nicolás y por aclamación de todos fue elegido Obispo.

Lo pintaban con unos niños, porque los antiguos contaban que un criminal hirió con un cuchillo a varios niños, y el santo al rezar por ellos obtuvo su curación instantánea. 

También pintan junto a él a una señorita, porque en su ciudad había un anciano muy pobre con 3 hijas y no lograba que se casaran por ser en tan extremo pobres. Entonces el santo por 3 días seguidos, cada noche le echó por la ventana una bolsa con monedas de oro, y así el anciano logró casar a sus hijas muy bien. 

Es patrono de los marineros, porque estando unos marineros en medio de una terrible tempestad en alta mar, empezaron a decir: "Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen Obispo Nicolás, sálvanos". Y en ese momento vieron aparecer sobre el barco a San Nicolás, el cual bendijo al mar, que se calmó, y enseguida desapareció.

Se cuenta que cierta vez salvó la vida de tres generales condenados a muerte injustamente.

Hubo también en la Edad Media una leyenda muy popular. Refiere que el santo había hecho noche en una posada cuyo infame hostelero era un asesino que solía matar a algún huésped para salar su cuerpo y ofrecerlo como comida a otros viajeros. Al bendecir la vianda, San Nicolás tuvo la revelación de que era carne humana y acusó al ventero de su crimen. El asesino rechazó el cargo que se le imputaba, pero San Nicolás le obligó a que con todos los presentes fueran a la bodega. Allí yacían en una cuba los restos de tres niños despedazados; el santo se arrodilló a rezar, y del tonel se alzaron vivas las tres víctimas, dándole gracias por su intercesión.

Durante su época como obispo, y en su afán por erradicar los cultos paganos, ordenó demoler el templo de Artemisa en Mira; el templo más grande y famoso de Licia, así como otros varios edificios paganos.

Templo de Artemisa


Destrucción del Templo de Artemisa

Por un decreto del Emperador Licinio contra los cristianos fue encarcelado y su barba quemada, siendo liberado por el Emperador Constantino.

Luego apareció la herejía de Arrio que decía que Jesucristo no es Dios. San Nicolás se opuso con toda su sabiduría y con su gran ascendiente no permitió que los arrianos entraran a su ciudad de Mira. 

Como en muchas iglesias había disturbios a raíz de la herejía arriana, que negaba la Divinidad del Señor Jesucristo, para apaciguar la Iglesia, el Emperador Constantino llamó al Concilio Ecuménico en la ciudad de Nicea en el año 325.

Entre los Obispos asistía San Nicolás de Mira. El Concilio Ecuménico condenó al Arrianismo y fue compuesto el Símbolo de la Fe, en el cual se expuso la fe en el Señor Jesús Cristo como el Hijo de Dios, quien era de su misma naturaleza. 


Durante los debates, cuando San Nicolás escuchó las palabras blasfemias, se indignó tanto que le dio una bofetada a Arrio delante de todos. El Concilio le retiró su cargo como Obispo por violar el orden. Sin embargo, muy pronto algunos Obispos tuvieron una visión en la cual ellos veían al Señor Jesús entregando a San Nicolás el Evangelio y a la Madre de Dios cubriéndolo con su velo. Los Obispos comprendieron hasta que punto el Arrianismo es desagradable a Dios y le devolvieron su cargo de Obispo.

En Oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde estuvo de Obispo, pero en Occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí en secreto las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia. En esa ciudad se obtuvieron tan admirables milagros al rezarle a este gran santo, que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa. Es patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía. En Roma ya en el año 550 le habían construido un templo en su honor.



Existen motivos para poner en duda su presencia en Nicea, ya que su nombre no aparece en ninguna de las antiguas listas de Obispos participantes.

Las antiguas leyendas de los niños y los regalos por la chimenea y las medias dieron lugar en Alemania, Suiza y los Países Bajos a la leyenda del "niño obispo" y sobre todo a la costumbre de que San Nicolás trae secretamente regalos para los niños el 6 de diciembre, día en que la Iglesia celebra su fiesta. Dicha costumbre fue popularizada en los Estados Unidos por los protestantes holandeses de Nueva Ámsterdam, que convirtieron al santo "papista" en un mago nórdico. Su nombre fue abreviado, no solo a San Nic, sino también a Sint Klaes o Santa Claus.


Lamentablemente el Santa Claus moderno ha sido paganizado. La mitra de obispo fue remplazada por el hoy famoso gorro rojo, su cruz pectoral desapareció por completo. Se mudó de Turquía al Polo Norte, de donde viene por la nieve con venados.  El Santa Claus pagano cautivó la imaginación de agentes publicitarios en el Occidente. Como San Nicolás era obispo, se le representa vestido en rojo. 

 A su muerte fue enterrado en Myra, donde sus restos permanecieron hasta 1087, año en que fueron llevados a Bari. Este hecho tuvo fuertes implicaciones políticas y económicas debido a la gran devoción a este santo en todo el occidente cristiano. Las disputas que después surgieron entre varias localidades para obtener sus reliquias y sobre todo contra la iglesia de San Nicolás construida para este fin generaron muchos documentos falsos concernientes la fundación de la iglesia y sus privilegios.

Por la devastación del Imperio Bizantino y de Antioquía por parte de los musulmanes Ismaelitas se temía la destrucción de la tumba de San Nicolás, Por este motivo, el santo se le habría aparecido a un cura de la ciudad de Bari (Italia) al que pidió ser llevado allí. Para ello se prepararon tres barcos para la expedición, cargados de cereales, con 62 hombres entre comerciantes y marineros bareses, y zarparon para Antioquía. Cuando llegaron, se enteraron de que también los venecianos tenían la misma intención. Pero los bareses consiguieron llevarse a casa los restos del santo, acompañados también por dos de los cuatro monjes que custodiaban el sepulcro. En un primer momento los restos se depositaron en la iglesia de San Juan Bautista y tres años más tarde el Papa Urbano II presenció la celebración de la deposición de las reliquias en la nueva iglesia de San Nicolás.

                                               Basílica de San Nicolás de Bari

Sus reliquias aún se conservan en la iglesia de San Nicolás en Bari; todavía en la actualidad se dice que brota de ellas una sustancia aceitosa, conocida como maná de San Nicolás, muy apreciada por sus poderes medicinales.

                                                              Maná de San Nicolás 

En Bari se sigue celebrando la llegada de las reliquias, el 9 de mayo. En esta ocasión se abren los restos del santo delante de los fieles y se recoge el ‘maná’, que en realidad es agua. Si para algunos se trata de un milagro, para otros se trataría de un fenómeno natural de condensación. El ‘maná’ también es considerado como una reliquia por haber estado en contacto con los huesos del santo. Cada año se recoge poco más de medio litro que se diluye en agua y se distribuye a los fieles.

Antigua tumba de San Nicolás en Myra (Turquía)


                                                     Sepulcro del Santo en Bari (Italia)

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