San Olaf Haraldson el Santo o el Grande
Rey
de Noruega. Mártir. 1030.
Nació en el año 995 en Noruega. Fue hijo del Rey Harald Grenske de Noruega y tataranieto del rey Harald I de Noruega. Su madre era Åsta Gudbrandsdatter. Según las sagas nórdicas, Åsta Gudbrandsdatter procedía del reino de Vestfold. Su padre era Gudbrand Kula de Oppland. El Rey Harald Grenske falleció cuando Åsta estaba embarazada de Olaf. Ella se casó entonces con Sigurd Syr, Rey de Ringerike. Olaf creció en casa de su padrastro, con el que no lograría entablar una buena relación.
A los 11 años de edad, Olaf tomó parte por primera vez en una expedición vikinga, participando en saqueos y pillajes. Durante su adolescencia participó en varias expediciones, primero en los países bálticos y posteriormente en las islas británicas, donde junto a Torkjell Høge atacaría Canterbury en 1011.
Años después de realizar sus actividades de saqueo, Olaf pensó en reunir bajo su gobierno el reino de Noruega, de acuerdo al derecho dinástico que reclamaba por descender de Harald I. Tras un corto viaje por las costas de España, en Galicia fue derrotado por la nobleza local cuando trató de remontar el río Miño.
Viajó hacia Normandía, en Francia, lugar donde pasaría el invierno en casa del Duque Ricardo II de Normandía, en Ruan, entre 1013 y 1014. Normandía se encontraba entonces poblada por daneses y noruegos desde 881, y habían recibido el gobierno de la región a condición de que cesaran sus incursiones en el resto de Francia y protegieran al país.
Camino a Noruega, Olaf hizo escala en Inglaterra, donde dejó sus barcos de guerra para continuar únicamente con barcos mercantes.
Cuando Olaf llegó a Noruega, el país se hallaba dividido entre los jarls locales, Dinamarca y Suecia, que se habían apoderado del reino de Olaf Tryggvason cuando este fue derrotado en la batalla de Svolder en 1000. La sociedad familiar noruega se encontraba en decadencia y abundaban los pequeños reinos y los caciques locales.
Capturó y envió al exilio a Håkon Eiriksson, quien gobernaba Noruega en nombre del rey Svend I de Dinamarca. Tras la derrota de Haakon, Olaf comenzó su trabajo de unificación. Primero fue nombrado rey por los jefes de las tierras altas del centro del país. Después de derrotar al jarl Sveinn Hákonarson en la batalla de Nesjar, fue reconocido también como soberano en Viken y Agder. Poco después tocó el turno de Trøndelag, y logró convertirse en rey del centro y el sur de Noruega.
Entonces llegó a un acuerdo de paz con el rey de Suecia Olaf Skötkonung, y una parte del acuerdo fue que se casaría con la hija de este, la princesa Ingegerd Olofsdotter. Esto último no se concretaría, pues Ingegerd fue dada en matrimonio al príncipe Yaroslav I de Kiev. En resarcimiento, Olaf Skötkonung le dio a Olaf a su segunda hija, Astrid. Hecha la paz con Suecia, Olaf conquistó Hålogaland, la parte más septentrional de Noruega, logrando unificar así todo el país. Asimismo, reconoció como soberanía noruega el territorio de las islas Orcadas.
Una vez que hubo aplastado a la oposición, estableció el cristianismo como la religión oficial del reino desde 1024, cuando se instituyó la «ley de Cristo». Trajo a Noruega cuatro obispos de Inglaterra y ordenó la construcción de iglesias en todo el país.
La religión cristiana tenía ya tiempo desde que llegó a Noruega, pero su práctica no se hallaba aún lo suficientemente consolidada, ya que una buena parte de los cristianos lo eran solo nominalmente, mientras que aún se mantenía en cierto grado la religión nórdica pagana. El rey estableció la pena de muerte y la amenaza de mutilación para aquellos que se negaran a adoptar el cristianismo.
El Estado adoptó como leyes los preceptos eclesiásticos. Se prohibió la poligamia, la violación, el rapto de las mujeres y el abandono de los recién nacidos en el campo o el bosque, que ahora tenían que ser bautizados de manera obligatoria. Los muertos tenían que ser enterrados en suelo santo, es decir, en las iglesias, y no en túmulos de piedras en las colinas, como sucedía en las tradiciones paganas. Se negó la sagrada sepultura a los criminales, los traidores al rey, los asesinos y los suicidas. El mismo rey viajó mucho a través del país para hacer valer las nuevas leyes.
También promulgó la ley de igualdad, según la cual la aristocracia tenía que obedecer la ley y ser castigada en la misma medida que los campesinos. Ello, junto con la amenaza de la expropiación de sus tierras, provocó que la aristocracia se mostrara renuente a mantener a Olaf como su monarca, y empezaran a conspirar para derrocarlo.
En 1028 el poderoso Rey Canuto II, soberano de Dinamarca e Inglaterra, invadió Noruega con 50 barcos de guerra. Contaba con el apoyo de un sector considerable de la aristocracia noruega, a la que compró con la promesa de otorgarle tierras y poder.
Olaf fue abandonado por una parte del ejército y tuvo que exiliarse, junto con su hijo Magnus y un puñado de hombres fieles, al Rus de Kiev, en cuya capital, Gardariki, sería recibido amistosamente por Yaroslav I el Sabio. Canuto fue elevado a Rey de Noruega en el Øreting y nombró a Håkon Eiriksson como su jarl en el gobierno del país.
El príncipe Yaroslav de Kiev le ofreció a Olaf la dignidad de Rey en Bulgaria, pero la oferta fue rechazada, pues Olaf tenía la intención de regresar a Noruega. Cuando se enteró de que Haakon Eiriksson había desaparecido en un naufragio (alrededor de 1030), decidió que era tiempo de volver a su reino.
Después de dos años de exilio retornó a Noruega con un ejército y se encontró con los que se le rebelaron en Stiklestad, donde la celebrada batalla se llevó a cabo en julio de 1030. Ni el Rey Canuto ni los daneses tomaron parte de esta batalla. El Rey Olaf luchó con gran coraje y valor, pero fue mortalmente herido y cayó en el campo de batalla, rezando "Dios ayúdame”.
Fue sepultado en el sitio en que murió, en un profundo banco de arena a orillas del río Nid. En su sepulcro brotó una fuente, a cuyas aguas atribuyó el pueblo propiedades milagrosas. Al año siguiente, el Obispo Grimkel mandó erigir ahí una capilla y se empezó a venerarle como mártir.
Los milagros se multiplicaron en el santuario y, cuando Magno, el hijo de Olaf, recuperó el trono, el culto del mártir se popularizó mucho. En 1075, se sustituyó la capilla por una Catedral dedicada a Cristo y a San Olaf, que con el tiempo se transformó en la Catedral de Nidaros (Trondheim).
El santuario se convirtió en un importante centro de peregrinación. En la Edad Media, el culto del "perpetuo Rey de Noruega" se extendió a Suecia, Dinamarca, Inglaterra y otros países. Los noruegos le consideran todavía como patrono y héroe nacional.
Comentarios
Publicar un comentario