San Pacífico de San Severino
Franciscano.
1721.
Nació en San Severino, Marcha de Ancona (Italia) en 1653. Sus padres murieron poco después de su confirmación, cuando tenía 3 años; sufrió muchas estrecheces hasta 1670. Este joven nació en el seno de una familia noble. Entonces se encargó de su educación su tío materno, Canónigo de la Catedral de San Severino, en la región de Marche. En aquella casa, el niño era sencillamente un criado al que no se le tenía ninguna consideración. Durante mucho tiempo, Carlos soportó con paciencia y humildad extraordinarias aquella vida miserable.
A los 17 años vio clara que su vocación era la de ser religioso en la Orden de los Hermanos Menores. Tomó el hábito franciscano en la Orden de los Reformados, y se ordenó en 1678, haciéndose seguidamente Lector o Profesor de Filosofía (1680-83) para los miembros más jóvenes de la Orden.
Luego, durante 5 años, trabajó como misionero entre la gente de la región circundante. Sus sermones, tiernos y sencillos, fueron bien recibidos en todas partes y, su don particular para leer en la conciencia de sus penitentes, le dio gran ascendencia entre las gentes. Se cuenta que a un tal Giacomo Sconochia, de la localidad de Cignoli, le recordó que había omitido la confesión de dos graves culpas de blasfemia y, otro penitente afirmó que el santo fraile trajo a su memoria varias ocasiones en que había sido rudo con su madre y otras en que había consentido los malos pensamientos.
El apostolado público del hermano Pacífico sólo duró seis o siete años, porque a la edad de 35 quedó sordo y ciego, durante casi 29 años. Imposibilitado para hacer misiones, cultivó más la vida contemplativa. Soportó sus enfermedades con paciencia angélica, provocó varios milagros y fue favorecido por Dios con el éxtasis, capacidad de cumplir en nombre de Dios milagros, entre los que estuvieron la predicción del terremoto del año 1703 y la victoria de Carlo VI sobre los turcos en el 1717.
Aún víctima de enfermedades permanentes, retuvo el puesto de Guardián en el Monasterio de Maria delle Grazie, en San Severino en 1692, donde murió.
Su causa para la beatificación comenzó en 1740; siendo beatificado por Pío VI en 1786 y solemnemente canonizado por Gregorio XVI en 1839.
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