San Roberto Bellarmino
Jesuita. Doctor de la Iglesia.1621.
Un distinguido teólogo jesuita, escritor y Cardenal, nacido en Montepulciano (Italia), en 1542. Su padre fue Vincenzo Bellarmino, su madre Cinthia Cervini, hermana del Cardenal Marcelo Cervini, posteriormente Papa Marcelo II. Fue llevado al Colegio Jesuita recientemente fundado en su ciudad, y entró en la Compañía de Jesús en 1560, siendo admitido a sus primeros votos al día siguiente. Pasó los siguientes 3 años estudiando filosofía en la Universidad Romana, después de lo cual enseñó humanidades, primero en Florencia, luego en Mondovi.
En 1576 comenzó teología en Padua, pero en 1569 fue enviado a finalizarla en Lovaina, donde podría obtener una más completa familiarización con las herejías predominantes. Habiendo sido ordenado allí, pronto obtuvo reputación como profesor y como predicador. Con esta última cualidad arrastró a su púlpito tanto a católicos como a protestantes, aún de sitios distantes. Este trabajo monumental fue el más temprano intento de sistematizar las variadas controversias de su tiempo, y produjo una inmensa impresión a través de Europa, el impacto asestado al protestantismo fue tan agudamente sentido en Alemania e Inglaterra que fueron fundados profesorados especiales con el objeto de proveer respuestas al mismo.
Escribió dos catecismos (uno resumido y uno explicado), que estuvieron en vigor hasta el Papa Pío X (1835-1914). También compuso numerosas obras de Apologética. Estos libros llegaron a ser muy exitosos y populares entre los sacerdotes y catequistas, que se basaban en ellos para encontrar los argumentos necesarios para la enseñanza de la correcta doctrina y para la defensa de la fe católica. Especialmente son notables sus "Controversias" en cuatro volúmenes. Colaboró en la nueva edición de "los Setenta" (la Biblia griega); en la corrección del Martirologio; en la redacción de la Ratio Studiorum (el plan de estudios) de la Compañía de Jesús. También intervino en la edición de la Biblia Vulgata (latina). En sus últimos años se centra principalmente en obras devotas y espirituales, entre las que sobresale su "Comentario a los Salmos", del que se hicieron 30 ediciones y 3 réplicas a los teólogos venecianos donde advertía al teólogo fray Paolo Sarpi (1552-1623) de un inminente ataque.
En 1588, Bellarmino fue hecho Padre Espiritual de la Universidad Romana, pero en 1590 fue como teólogo, con el Cardenal Gaetano, a la embajada que Sixto V estaba entonces enviando a Francia, para proteger los intereses de la Iglesia en medio de los problemas ocasionados por las guerras civiles. Mientras estaba allí le llegaron noticias de que Sixto, que había aceptado calurosamente la dedicatoria de sus "De Controversiis", estaba proponiendo poner su primer volumen en el Índex de libros prohibidos. Esto fue así, porque había descubierto que asignaba a la Santa Sede sólo un poder indirecto y no directo sobre los asuntos temporales. Bellarmino, cuya lealtad a la Santa Sede era intensa, sintió esto grandemente en su corazón; fue, sin embargo, desviada la atención por la muerte de Sixto, y el nuevo Papa, Gregorio XIV, hasta concedió la distinción de una especial aprobación al trabajo de Bellarmino.
Asimismo por ese tiempo integró la comisión final para la revisión del texto de la Vulgata. Esta revisión había sido requerida por el Concilio de Trento, y los Papas posteriores habían trabajado sobre el objetivo y casi habían llegado a completarlo. Pero Sixto V, aunque no estaba capacitado en esta rama de la crítica, había introducido alteraciones suyas, que habían resultado para peor. Había llegado tan lejos que hasta tenía una impresión de esta viciada edición, y la había distribuido parcialmente junto con la Bula propuesta para imponer su uso. Murió, sin embargo, antes de su promulgación, y su sucesor inmediato, procedió rápidamente a quitar los errores y retirar de circulación la defectuosa impresión. La dificultad consistía entonces en cómo sustituirla con una más correcta edición sin adjuntar un estigma al nombre de Sixto, y Bellarmino propuso que la nueva edición debía continuar a nombre de Sixto.
En 1592 Bellarmino fue hecho Rector de la Universidad Romana, y en 1595, Provincial de Nápoles. En 1597, el Papa Clemente VIII lo llamó de vuelta a Roma y lo hizo su propio teólogo y adicionalmente Examinador de Obispos y Consultor del Santo Oficio. Más tarde, en 1599 lo hizo Cardenal Pastor del título de Santa María in, alegando como razón para esta promoción que "la Iglesia de Dios no tenía otro igual en erudición".
San Roberto entró en los jesuitas porque estos tenían un reglamento que prohibía aceptar cargos en la jerarquía. Sin embargo, por obediencia al Sumo Pontífice, muy en contra de sus deseos personales, llegó a ser el único Obispo y Cardenal de los jesuitas en ese tiempo.
El santo no abandonó su austeridad. Se alimentaba, como los pobres, de pan y ajo y ni siquiera en invierno había fuego en su casa. En cierta ocasión pagó el rescate de un soldado que había desertado y regalaba a los pobres los tapices de sus departamentos, diciendo: "Las paredes no tienen frío".
Fue designado entonces, junto con el Cardenal Dominico d'Ascoli, como Asesor del Cardenal Madruzzi, el presidente de la Congregación de Auxiliis, que había sido instituido poco antes para solucionar la controversia que había aparecido recientemente entre los Tomistas y los Molinistas, concerniente a la naturaleza de la armonía entre la gracia eficaz y la libertad humana. Desde el principio el consejo de Bellarmino, fue que la cuestión teológica no debía ser decidida autoritariamente, sino dejada para posteriores discusiones en las escuelas, prohibiendo estrictamente a los contendientes de ambas partes permitirse censuras o condenas a sus adversarios. Al principio Clemente VIII se inclinó por este punto de vista pero luego lo cambió completamente y resolvió sobre una definición doctrinal. Se hizo entonces embarazosa la presencia de Bellarmino y lo designó en el Arzobispado de Capua, justamente en ese momento vacante.
En 1605 murió Clemente VIII, y fue sucedido por León XI quien reinó sólo 26 días, y luego por Pablo V. En ambos Cónclaves, especialmente en el último, el nombre de Bellarmino estuvo muy presente ante los electores, para su gran aflicción, pero su calidad de jesuita jugó en su contra en la decisión de muchos de los Cardenales. El nuevo Papa insistió en mantenerlo en Roma, y el Cardenal, accediendo obedientemente, demandó que, por lo menos, debería ser liberado de la carga episcopal en las obligaciones que no pudiera cumplir en adelante. Fue entonces hecho miembro del Santo Oficio y de otras congregaciones, y en adelante fue el Consejero en Jefe de la Santa Sede en el departamento teológico de su administración.
De las operaciones particulares con las que se asocia generalmente su nombre, las siguientes son las más importantes: la investigación de Auxiliis a la que, después de todo, Clemente no había encontrado forma de decidir, fue entonces finiquitada con una resolución en línea con la sugerencia original de Bellarmino.
1.606 marcó el comienzo de la disputa entre la Santa Sede y la República de Venecia la que, sin siquiera consultar al Papa, había presumido de anular la ley de exención clerical de la jurisdicción civil y de sacar el derecho de la Iglesia de tener propiedad real. La disputa llevó a una guerra de panfletos en lo cual la parte de la República fue sostenida por Juan Marsiflio y un monje apóstata llamado Paolo Sarpi, y la de la Santa Sede por Bellarmino y Baronio.
Cuando Venecia anuló arbitrariamente los derechos de la Iglesia y fue castigada con el entredicho, San Roberto fue el gran paladín pontificio en la discusión con el famoso servita veneciano, Fray Pablo Sarpi.
Otro adversario todavía más importante fue el Rey Jaime I de Inglaterra. El Cardenal Belarmino había reprendido a su amigo, el Arcipreste Blackwell, por haber prestado el juramento de fidelidad a dicho monarca, ya que en él se negaban los derechos temporales del Papa. Por haber criticado el juramento de fidelidad que los católicos ingleses eran forzados a hacer a su rey protestante, el santo tuvo la ocasión de polemizar con el Rey Jacobo I, de Inglaterra, que se vanagloriaba de ser buen teólogo. El rey lo atacó en 1608, mediante un tratado en latín, al que el erudito cardenal respondió inmediatamente, con humor, sobre los errores cometidos por el monarca en esa lengua. El soberano, que era anglicano, respondió con un nuevo ataque en estilo más cuidadoso, en el cual se atribuía ser el defensor del primitivo y verdadero cristianismo. Dedicó la obra al Emperador alemán Rodolfo II y a todos los monarcas de la Cristiandad. El cardenal le respondió y no hubo nueva réplica. San Roberto acostumbraba rezar diariamente por la conversión de los teólogos protestantes que enfrentaba, incluyendo al propio Rey Jacobo. Fustigaba sus errores doctrinarios, pero nunca les hizo ataques personales.
Ejerció también un papel primordial en la controversia surgida en Francia con el Rey Luis XIV, que pretendía, como soberano de ese país, poder limitar la autoridad papal, recibiendo los beneficios de las diócesis vacantes, además de otros puntos de desavenencia. Defendió la supremacía del Papa en sus obras Disputationes y De Potestate summi pontificis in rebus temporalibus.
Aunque defendió abierta y lealmente la supremacía pontificia en lo espiritual, las opiniones de Belarmino sobre la autoridad temporal, no agradaban a los extremistas de ninguno de los dos campos. Como sostenía que la jurisdicción del Papa sobre los Reyes era sólo indirecta, perdió el favor de Sixto V; y como sostuvo contra el jurista escocés Barclay que la monarquía no era una institución de derecho divino, su libro De “potestate Papae” fue quemado públicamente en el Parlamento de París.
Como Inquisidor defendió la fe y la doctrina católica durante y después de la Reforma Protestante, por lo que fue llamado el "martillo de los herejes". Fue el encargado de dirigir los procesos inquisitoriales contra Giordano Bruno y Galileo Galilei, entre muchos otros.
El proceso inquisitorial romano contra Giordano Bruno (1548-1600), duró ocho años. Figuró en las reuniones del Santo Oficio desde la sesión del 24 de marzo de 1597. En enero de 1599 propuso la redacción de ocho proposiciones que fueron presentadas a Bruno para que abjurase. A partir del 5 de abril de 1599, Belarmino figuró en las sesiones en calidad de cardenal. Finalmente, Giordano Bruno se negó a retractarse de sus opiniones a favor de que había otros mundos aparte de la Tierra, de que los seres humanos reencarnan y de que Satanás finalmente sería salvado por Dios; por otra parte se opuso a la doctrina de la Santísima Trinidad (uno de los principales motivos de su condena), la divinidad de Jesús de Nazaret y la virginidad perpetua de María (madre de Jesús), entre otros. Roberto Belarmino fue uno de los siete cardenales del Santo Oficio que juzgaron a Bruno y que participaron en la reunión en que se lo condenó a ser quemado vivo en la hoguera.
En 1616, el Santo Tribunal hace un análisis de la teoría heliocéntrica, que ya había sido expuesta en 1542, en la última obra de Nicolás Copérnico, y que empezaba a tener mucha fama en el ámbito científico, filosófico y teológico. De acuerdo a la experiencia cotidiana y por ciertos fragmentos de la Biblia, se llegó a la conclusión de que esta teoría, aunque no era herética, era contraria a la Biblia y falsa en la filosofía, por eso, Belarmino es mandado a que amonestara de manera "amistosa" a Galileo Galilei, y pedirle que no expusiera su teoría como verdad absoluta, sino como una hipótesis.Siempre mostró gran interés en los descubrimientos de éste investigador, y estaba en términos de amistosa correspondencia con él.
Él tomó también, exactamente la actitud correcta hacia las teorías científicas en aparente contradicción con las Escrituras. Si una teoría científica está insuficientemente probada, como indudablemente era el caso de la teoría heliocéntrica de Galileo, debe ser adelantada solamente como una hipótesis; pero si, como en el caso de la teoría hoy, está sólidamente demostrada debe tomarse el cuidado de interpretar las Escrituras solamente de acuerdo con ella. Cuando el Santo Oficio condenó la teoría heliocéntrica, por un exceso en la dirección opuesta, fue la obligación de Bellarmino de indicar la condena a Galileo y recibir su sumisión.
Poco antes de morir escribió en su testamento que lo poco que tenía se repartiera entre los pobres (lo que dejó no alcanzó sino para costear los gastos de su entierro). Que sus funerales fueran de noche (para que no hubiera tanta gente) y se hicieran sin solemnidad. Pero a pesar de que se le obedeció haciéndole los funerales de noche, el gentío fue inmenso y todos estaban convencidos de que estaban asistiendo al entierro de un santo.
El papa Paulo V le pidió que volviera a Roma, donde se hizo cargo de la Biblioteca Vaticana. Murió en Roma el 17 de septiembre del año 1621.
Cuando murió, fue la expectativa general que su causa sería prontamente introducida. Y así fue, bajo Urbano VIII en 1627, cuando se apeló a su titulación como Venerable. Pero un obstáculo técnico, surgido de la legislación general del propio Urbano VIII con relación a las beatificaciones, requirió su prórroga en ese momento. Fue reintroducida en diversas ocasiones (1675, 1714, 1752 y 1832), y aunque en cada ocasión hubo una gran preponderancia de votos en favor de la beatificación, sólo después de muchos años tuvo un resultado exitoso. Esto fue parcialmente debido al carácter influyente de algunos que emitieron votos adversos, Barbarigo, Casante, y Azzolino en 1675, y Passionei en 1752, pero más aún por razones de adecuación política, al estar el nombre de Bellarmino cercanamente asociado con la doctrina de la autoridad papal más odiosa a los políticos Realistas de la Corte Francesa. Bellarmino fue finalmente canonizado por el Papa Pío XI en 1930, y declarado Doctor de la Iglesia Universal en 1931.
Reliquias del Santo en Roma, Italia.
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