Santa Anastasia de Siria
Viuda. Mártir. 304.
Esta mártir disfruta la distinción, única en la liturgia romana, de tener una conmemoración especial en la segunda Misa en el día de Navidad. Esta Misa fue originalmente celebrada, no en honor del nacimiento de Cristo, sino en conmemoración de esta mártir, y hacia el fin del siglo V, su nombre se insertó también en el canon romano de la Misa.
No obstante, ella no es un santo romano, porque sufrió martirio en Siria (Sirmium) y no se veneró en Roma hasta casi el fin del siglo V. La leyenda conecta su nombre con la de San Crisogono, mártir no romano, que sitúa su muerte en Aquilea. Anastasia fue la hija de Praetextatus, un "vir illustris" romano, y tuvo a Crisogono por maestro.
Tempranamente en la persecución de Diocleciano, el Emperador llamó a San Crisogono a Aquilea donde él sufrió martirio. Anastasia, habiendo ido de Aquilea a Siria a visitar a los fieles de ese lugar, fue muerta en la isla de Palmaria y su cuerpo enterrado en la casa de Apolonia que se había convertido en una Basílica.
Santa Anastasia era hija de un noble y rico romano pagano. Era muy hermosa e inteligente y recibió una educación brillante. Su madre, cristiana, la educó como cristiana y Anastasia desde temprana edad amaba a Cristo. Temprano conoció las tristezas de la vida. A su madre y a su amado maestro Crisogono, los llevaron a la cárcel por ser cristianos. Allí había muchos otros cristianos. Visitándolos, Anastasia tuvo una profunda compasión hacia todos los pobres, ofendidos y afligidos y trataba de ayudarles.
Cuando falleció la madre de Anastasia, el padre se apuró de casarla con un pagano, sin su consentimiento, hombre tacaño y cruel. La única consolación de Anastasia fue ayudar a los pobres y visitar a los cristianos en la cárcel. Daba a los guardianes grandes propinas y así compraba su libre visita a las cárceles. Pensando que Anastasia despilfarraría sus bienes, el esposo empezó a dejarla encerrada en la casa. Sin la posibilidad de visitar a los presos en las cárceles ella escribía a Crisogono: "Reza por mí ante Dios, por amor a Él yo sufro hasta el agotamiento". El maestro le contestaba: "No te olvides que Cristo caminó sobre el agua, puede tranquilizar cualquier tempestad".
Pronto el esposo de Anastasia se ahogó en el mar y ella fue libre. Ahora no solamente visitaba las cárceles de Roma, sino que también empezó a visitar las cárceles de las ciudades vecinas. Ella proveía a los encarcelados la comida y ropa, limpiaba sus heridas, pagaba a los carceleros para que traten mejor a los encarcelados. Por su amor al prójimo la empezaron a llamar la desatanudos (que aliviaba las cadenas). Una vez, cuando llegó a la cárcel, para ver a los encarcelados que ella visitó el día anterior, no los encontró. Cuando supo que todos fueron ejecutados durante la noche, Anastasia lloró amargamente.
El jefe de la cárcel comprendió que Anastasia era cristiana y la entregó al gobernante para que sea juzgada. Así, durante el juicio se supo sobre la noble alcurnia de Anastasia. Se hizo todo lo posible para que abjure de su fe cristiana. Pero quedó fiel a Cristo. Entonces la sentenciaron a que sea atada a 4 postes, hicieron fuego abajo para quemarla viva. Pero Dios decidió de otra manera: antes que el fuego empezó a arder, la santa alma de Anastasia se fue a las moradas celestiales. Ella falleció alrededor del año 304.
La tradición católica afirma que su madre fue santa Fausta de Sirmio. El culto a Anastasia fue originariamente un culto local en Iliria, hasta que Genadio transfiere sus reliquias a Constantinopla en el siglo V, donde es venerada en la iglesia de la Anastasis (de la resurrección de Cristo). Sin embargo, parece falsa la conclusión de que esta Anastasia es sólo la personificación de la Anastasis, o sea, de la Resurrección, aunque sin duda se ha identificado como símbolo de ella. Su culto en Roma está atestiguado desde el siglo VI, aunque la cuestión de si es la misma o no, ha llegado a enfrentar a la Iglesia ortodoxa con la de Occidente y hoy se asume por tradición que no.
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