Santa Maria Margarita D'Youville
Fundadora de las Monjas Grises o
Hermanas de la Caridad. 1771.
Es la primera santa de Canadá. Nacida en Varennes, cerca de Montreal (Canadá), en 1701, era hermana de Laverendrye, descubridor de las Montañas Rocallosas. Luego de estudiar dos años con las Ursulinas en Quebec, compartió, a la edad de 12 años, las faenas domésticas con su madre viuda.
Se casó en 1722, con François D'Youville, quién la trató con indiferencia. Bien pronto comprendió que su marido no se interesaba por la familia y se ausentaba frecuentemente para el comercio del alcohol con los indios; a estas pruebas se añadía la convivencia con la suegra, que era muy exigente.
Cuando su marido se enfermó de improviso, ella lo cuidó con gran ternura hasta que murió en el año 1730, dejándola encinta con el sexto hijo, que no sobrevivió. Fue entonces cuando comprendió mejor el amor solícito de Dios hacia todos los hombres.
Se vio forzada a llevar un pequeño comercio para enfrentar sus obligaciones. Los únicos dos de sus hijos que alcanzaron la edad adulta, llegaron a ser sacerdotes.
De su propia pobreza, ayudó a los necesitados. Incluso invitó a una mujer ciega a vivir en su casa. Cuando se corrió la voz, otras tres mujeres que deseaban trabajar con los pobres se acercaron a ella, y como grupo, consagraron su vida a Dios. Así que en 1737, Margarita, como la llamaban, fue la fundadora de las Hermanas de la Caridad de Montreal, las "Monjas Grises".
La Providencia la destinó para rescatar de las deudas y la ruina al hospital fundado por M. Charon en 1694, desde entonces administrado por una hermandad que lleva el nombre de él. Esta empresa que iba a ser la cuna y la base de un nuevo instituto religioso, las Monjas Grises o Hermanas de la Caridad, estaba destinado a florecer bajo la sabia y celosa dirección de la Madre D'Youville. Cuando, en 1747, el Hospital General le fue confiado, ya había comenzado, con unas pocas compañeras viviendo bajo una regla provisional, a realizar obras corporales y espirituales de misericordia.
Ella abrió el hospital a los soldados incapacitados, a los ancianos de cualquier sexo, a los dementes, a los incurables, a los niños abandonados y a los huérfanos.
Cuando, para salvar al Hospital General de Quebec, el Intendente Bigot, con anuencia del Obispo Pontbriand, decidió transferir a la anterior institución la propiedad del hospital, la Madre d'Youville se sometió. La intervención del Superior de los Sulpicianos, Cousturier, apoyó los derechos de ella. En 1755, el Obispo Pontbriand confirmó la regla del Instituto redactada por el Padre Normant.
La Madre D’Youville asumió la deuda completa y para enfrentar los gastos de restauración, reconstrucción y albergue de numerosos internos, gastos incrementados con la admisión de epilépticos, leprosos y pacientes contagiosos excluidos del Hotel Dieu, ella elaboró ropa para las tiendas del Rey y para los comerciantes del área norte, lo que constituía su principal ingreso.
Durante la Guerra de los Siete Años fueron tratados tantos soldados ingleses, que uno de sus pabellones fue llamado "la salle des Anglais" (la sala de los ingleses). La Madre D'Youville pagó una gran suma de rescate a los indios para liberar un prisionero inglés destinado a la tortura y salvó de su furia a varios fugitivos, uno de los cuales, por gratitud, posteriormente evitó el bombardeo del Hospital que tenía aspecto de fortaleza.
A pesar de su pobreza, la Madre D'Youville emprendió el rescate de todos los niños abandonados. Cuando, en 1766, el Hospital General fue destruido por un incendio, completamente resignada a su pérdida, ella con sus hermanas se arrodilló y recitó el "Te Deum". Ayudadas por la generosidad de los benefactores, las hermanas reconstruyeron el hospital en siete meses. Margarita murió en aquel lugar el 23 de diciembre 1771. Tenía 70 años de edad.
Hoy en día, sus hermanas sirven en Montreal, y las congregaciones que incluyen las Hermanas de la Caridad de Saint-Hyacinthe, las Hermanas de la Caridad en Ottawa, las Hermanas de la Caridad de Quebec, las Hermanas Grises del Sagrado Corazón, en Filadelfia, y las Hermanas Grises de la Inmaculada Concepción en Pembroke, Ontario. Sus hermanas han abierto escuelas, orfanatos y hospitales, y son especialmente conocidas por su trabajo entre los esquimales.
El Papa Juan XXIII la beatificó en 1959 y fue canonizada por el Papa Juan Pablo II en 1990.
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