Santo Tomás de Aquino

 

                                   Escritor y Predicador Dominico. Doctor de la Iglesia.1274.

Fraile, teólogo y filósofo católico perteneciente a la Orden de Predicadores, es considerado el principal representante de la enseñanza escolástica y una de las mayores figuras de la teología sistemática.​ En materia de metafísica, su obra representa una de las fuentes más citadas del siglo XIII, además de ser punto de referencia de las escuelas del pensamiento tomista y neotomista. La Iglesia Católica lo nombra "Doctor AngélicoDoctor Común y Doctor de la Humanidad" y considera su obra fundamental para los estudios de filosofía y teología. Fue el principal defensor clásico de la teología natural. Fue popular por su aceptación y comentarios sobre las obras de Aristóteles, señalando en qué eran compatibles con la fe católica. Asimismo, recibió influencias del platonismo de Agustín de Hipona, y aristotelismo de Averroes y de Maimónides, a quienes tomaba como autoridades. Sus obras más conocidas son la "Summa Theologiae", un compendio de la doctrina católica en la cual trata 495 cuestiones divididas en artículos (aquí se encuentran sus cinco vías), y la "Summa contra gentiles", compendio de apología filosófica de la fe católica, que consta de 410 capítulos agrupados en cuatro libros, redactado a petición de Raimundo de Peñafort.

A Tomás se le debe el rescate y reinterpretación de la metafísica y una obra de teología monumental,​ así como una teoría del Derecho que sería muy consultada posteriormente.​ Canonizado en 1323, fue declarado Doctor de la Iglesia en 1567 y santo patrón de las universidades y centros de estudio católicos en 1880. Su festividad se celebra el 28 de enero. El filósofo inglés Anthony Kenny considera que Tomás es "uno de los más grandes filósofos del mundo occidental".

Nació en marzo de 1174 en el Reino de Sicilia. Landolfo, su padre, era Conde de Aquino (Reino de Sicilia, Italia). Teodora, su madre, Condesa de Teano. Su familia estaba emparentada con los Emperadores Enrique VI y Federico II, y los Reyes de Aragón, Castilla y Francia. A los 5 años, según las costumbres de la época, fue enviado a recibir su primera formación con los monjes Benedictinos de Monte Casino. Diligente en sus estudios, desde muy pequeño se observó su buena disposición para la meditación y la oración, y su maestro se sorprendió al oírle preguntar repetidas veces: "¿Que es Dios?".

Alrededor del año 1236, le enviaron a la Universidad de Nápoles. Tomás repetía las lecciones con mayor profundidad y lucidez que sus maestros. El corazón del joven se había conservado puro en medio de la corrupción que le rodeaba, y decidió abrazar la vida religiosa.

Entre 1240 y 1243 recibió el hábito de la Orden de Santo Domingo, atraído y dirigido por Juan de San Julián, un conocido predicador del Convento de Nápoles. La ciudad estaba asombrada al ver a un noble joven como él tomar el hábito de un pobre fraile. Su madre, con sentimientos de alegría y tristeza a la vez, se apresuró a ir a Nápoles a ver a su hijo. Los Dominicos, temiendo que se lo llevaran, le enviaron a Roma, aunque su destino final sería París o Colonia. Teodora convenció a los hermanos de Tomás, que eran soldados del Emperador Federico y capturaron al novicio cerca del pueblo de Aquependente, le recluyeron en la fortaleza de San Juan de Rocca Secca. Allí estuvo detenido casi 2 años, mientras sus padres, hermanos y hermanas hacían todo lo posible para destruir su vocación. Sus hermanos, incluso tendieron trampas a su virtud, pero el puro novicio echó de la habitación a la tentadora con un tizón que sacó del fuego.

Su madre tenía unos planes muy concretos y meditados para su hijo. Y su hijo había decidido entregarse a Dios como fraile dominico. ¡Fraile dominico!. ¡Y ella, que soñaba con que fuera Abad Mitrado de Monte Casino!. ¡Un simple monje, de una Orden de la que todos hablaban mal! No estaba dispuesta en absoluto. ¿Un hijo suyo, fraile mendicante?. ¡Jamás!. Sus hermanas Teodora y Marotta intentaron quebrar su resolución ,pero Tomás con sus palabras y con su ejemplo hizo que ellas cambiaran su estilo de vida mundano y entraran con el tiempo en la vida religiosa, consagrándose a Dios como religiosas.

El tiempo en cautiverio no fue perdido. Su madre empezó a ceder tras los primeros impulsos de ira y tristeza; se les permitió a los Dominicos proporcionarle nuevos hábitos, y con la ayuda de su hermana obtuvo algunos libros (las Sagradas Escrituras, la Metafísica de Aristóteles y las "Sentencias" de Pedro Lombardo). Tras año y medio o dos en prisión, sea porque su madre se dio cuenta de que la profecía del ermitaño se cumpliría o bien porque sus hermanos temían las amenazas de Inocencio IV y Federico II, fue puesto en libertad bajándolo en un cesto a los brazos de los dominicos que se admiraron al darse cuenta de que durante su cautiverio "había progresado tanto como si hubiera estado en un studium generale".

Tomás enseguida hizo sus votos, y sus superiores le mandaron a Roma. Inocencio IV examinó con atención los motivos que le llevaron a entrar en la Orden de Predicadores, le despidió con una bendición y prohibió cualquier interferencia en su vocación. Juan el Teutón, IV Maestro General de la Orden, llevó al joven estudiante a París y según la mayoría de los biógrafos del santo, a Colonia, en 1244 o 1245, a cargo de Alberto Magno, el más famoso profesor de la Orden.

 En las escuelas, el carácter humilde y taciturno de Tomás fue mal interpretado como indicios de retraso mental, pero cuando Alberto escuchó su brillante defensa de una difícil tesis, exclamó: "Llamamos a este joven un buey mudo, pero su mugido doctrinal, un día resonará hasta los confines del mundo."

Durante su estancia en Colonia, probablemente en 1250, fue ordenado sacerdote por Conrado de Hochstaden, Arzobispo de esa ciudad. Durante toda su vida, con frecuencia predicó la Palabra de Dios en Alemania, Francia e Italia. Sus sermones se caracterizaban por su fuerza, piedad, solidez en la enseñanza y abundantes referencias bíblicas. 

En 1251 o 1252, el Maestro General de la Orden, aconsejado por Alberto Magno y Hugo de San Caro, nombró a Tomás, Bachiller (subregente) del Studium Dominico en París. Este nombramiento puede considerarse como el principio de su vida pública, ya que su enseñanza rápidamente llamó la atención tanto de profesores como de alumnos. Sus deberes consistían principalmente en explicar las "Sentencias" de Pedro Lombardo, y sus comentarios sobre ese texto teológico, le proporcionaron el material y en gran parte, el esquema general para su obra magna, la "Suma Teológica". 

En el transcurso del tiempo, se le ordenó prepararse para el Doctorado de Teología de la Universidad de París, pero aplazaron la concesión del título por una disputa entre la Universidad y los frailes. El conflicto, en su origen una disputa entre la universidad y las autoridades civiles, surgió tras un incidente con la guardia de la ciudad que resultó en un estudiante muerto y otros tres heridos. La Universidad, celosa de su autonomía, exigía una satisfacción que le fue negada. Los doctores cerraron sus facultades, juraron solemnemente que no las abrirían hasta ver satisfechas sus demandas y decretaron que en el futuro a nadie se le conferiría el título de Doctor a menos que jurase seguir la misma línea de conducta en circunstancias similares.

Los Dominicos y Franciscanos, que habían seguido enseñando en sus escuelas, se negaron a hacer el juramento exigido, y de aquí surgió un amargo conflicto que estaba en su punto álgido cuando Santo Tomás y San Buenaventura estaban preparados para recibir sus doctorados. Guillermo de San Amour extendió la disputa más allá del tema original, atacó violentamente a los Frailes, de los que estaba evidentemente celoso, y les negó su derecho a ocupar cátedras en la Universidad. El libro de Guillermo de San Amour fue condenado por el Papa Alejandro IV en Anagni, en 1256 y el Papa ordenó que los frailes mendicantes fueran admitidos al doctorado.

Por estas fechas, Santo Tomás también combatió un libro peligroso, "El Evangelio Eterno". Las autoridades universitarias no obedecieron inmediatamente; fueron necesarias la influencia de San Luis IX y 11 Breves Papales para lograr de nuevo la paz. Santo Tomás recibió su doctorado en teología. Desde entonces, la vida de Tomás puede resumirse en pocas palabras: orar, predicar, enseñar, escribir, viajar. La gente deseaba más escucharle a él que a Alberto, a quien Santo Tomás superaba en precisión, lucidez, concisión y fuerza de expresión, sino en universalidad de conocimientos. París le reclamaba como suyo; los Papas deseaban tenerle junto a ellos; los estudiantes de la Orden ansiaban disfrutar de los beneficios de su enseñanza. Así, le encontramos sucesivamente en Anagni, Roma, Bolonia, Orvieto, Viterbo, Perugia y París de nuevo y finalmente en Nápoles, siempre enseñando y escribiendo, viviendo en la tierra con una pasión, un celo ardiente por exponer y defender la verdad cristiana. Tan dedicado estaba a su sagrada misión que con lágrimas pedía que no le obligaran a aceptar la titularidad del Arzobispado de Nápoles, que le fue conferido por Clemente IV en 1265. Si hubiese aceptado este nombramiento, muy probablemente nunca hubiera escrito la "Suma Teológica".

Fue enviado de vuelta a París, debido a la gran oposición que se había alzado en contra de su figura y doctrina. Esta época, por ser la última, es la más madura y fecunda del Santo, pues se enfrentaría a tres brazos del pensamiento: los idealistas agustinistas, encabezados por Juan Peckham, los seculares antimendicantes, dirigidos por Gerardo de Abbeville y, por último los averroístas, cuya figura visible era Sigerio de Brabante. Tomás ya había asumido públicamente numerosas ideas aristotélicas y completó las "Exposiciones" de las más destacadas obras de Aristóteles, del Evangelio de Juan y de las Cartas de Pablo el apóstol. Por otro lado, escribe sus famosas cuestiones disputadas de ética y algunos opúsculos en respuesta a Juan Peckham y Nicolás de Lisieux, al tiempo que terminaba la segunda parte de la Suma Teológica.

Pero su gran lucha vino contra los averroístas: Sigerio de Brabante, máxima figura de la Facultad de Artes que había manifestado en sus clases (no en sus obras, de lógica y física, como el Sophisma y su comentario a la Física de Aristóteles) que el hombre no tenía naturaleza espiritual por lo que la razón podía contradecir la fe sin dejar ambas de ser verdaderas. Tomás, líder indiscutible de la Facultad de Teología, respondería ese mismo año con su "De unitate intellectus contra averroistas" terminando dicho opúsculo con esta declaración: "He aquí nuestra refutación del error. No está basada en documentos de fe sino de razón, y en los asertos de los filósofos. Si hay, pues, alguien que, orgullosamente engreído en su supuesta ciencia, quiera desafiar lo escrito, que no lo haga en un rincón o ante niños, sino que responda públicamente si se atreve. Él me encontrará frente a sí, y no sólo al mísero de mí, sino a muchos otros que estudian la verdad. Daremos batalla a sus errores o curaremos su ignorancia".

Tras este desafío singular se dice, pues no consta entre sus biógrafos, que ambos se enfrentaron públicamente​ y no sería descabellado, ya que Tomás había disputado con, por ejemplo, Peckham ante la universidad​ pero lo históricamente válido es que Tomás salió ampliamente victorioso tras la publicación del opúsculo, ya que, en primer lugar, Siger se retractó de muchas cuestiones en su "De anima intellectiva", y en segundo lugar, el obispo de París, Esteban Tempier condenaría a los pocos meses hasta trece cuestiones esenciales del averroísmo, lo que provocó una gran huelga en la Facultad de Artes.

Una vez en Nápoles, en 1273, tras completar su tratado sobre la Eucaristía, tres hermanos le vieron levitar en éxtasis, y oyeron una voz que venía del crucifijo del altar que decía: "¿Has escrito bien de mí, Tomás, que recompensa deseas?". Tomás respondió, "Nada más que a ti, Señor".

Accedió a la invitación del Papa Gregorio X de asistir al Concilio de Lyon II. Sin embargo, enfermó repentinamente y tuvieron que acogerle en la abadía de Fossanova. Tomás murió haciendo una enérgica profesión de fe el 7 de marzo de 1274, cerca de Terracina. La importancia y la gravitación política de Tomás de Aquino fue de tal magnitud, que aun existen dudas acerca de la causa de su muerte. Ciertamente, se ha escrito sobre un posible envenenamiento por orden del Rey de Sicilia, Carlos de Anjou, según una afirmación sostenida por Dante Alighieri en el Purgatorio de la Divina Comedia, epopeya escrita entre 1304 y 1321

Después de su muerte, algunas tesis de Tomás de Aquino, confundidas entre las averroístas, fueron incluidas en una lista de 219 tesis condenadas por el obispo de París, Étienne Tempier, en la Universidad de París en 1277. A pesar de ello, tras varias profecías y milagros,​ documentados con numerosos testimonios, Tomás de Aquino fue canonizado casi a los 50 años de su muerte, el 18 de enero de 1323. Las condenas de 1277, fueron inmediatamente levantadas en lo que respecta a Tomás de Aquino el 14 de febrero de 1325. Tomás de Aquino es uno de los intelectuales más profundos, sistemáticos y fecundos de la Historia.


                                             Relicario con el cráneo de Santo Tomás (Italia)

Los monjes de Fossa Nuova querían a toda costa quedarse con sus sagrados restos, pero Urbano V ordenó que el cuerpo fuera entregado a sus hermanos dominicos, siendo trasladado solemnemente a la iglesia Dominica de Toulouse, en 1369. La magnífica capilla erigida en 1628, fue destruida durante la Revolución Francesa y su cuerpo trasladado a la Iglesia de San Sernin, donde reposa hasta el día de hoy en un sarcófago de oro y plata, que fue solemnemente bendecido por el Cardenal Desprez en 1878. El hueso mayor de su brazo izquierdo se conserva en la Catedral de Nápoles. El brazo derecho, donado a la Universidad de París y originalmente conservado en la Capilla de Santo Tomás de la iglesia Dominicana, se guarda actualmente en la Iglesia Dominicana de Santa María Sopra Minerva en Roma adonde llegó tras la Revolución Francesa.

                                                  Tumba del Santo (Tolouse, Francia)

     San Pío V proclamó a Santo Tomás Doctor de la Iglesia en 1567. En la Encíclica "Aeterni Patris" de 1879 sobre la restauración de la filosofía cristiana, León XIII le declaró "Príncipe y Maestro de todos los Doctores Escolásticos".





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