Santos Abdón y Senén
Los gloriosos mártires San Abdón y San
Senén fueron persas de nación y caballeros principales, y siendo cristianos,
imperando Decio, se ocupaban en dar sepultura a los cuerpos de los que con su
muerte habían alcanzado la vida eterna. El Emperador los mandó prender y guardar con otros persas que
había cautivado, entrando con ellos en Roma con gran magnificencia. Después
hizo que Claudio, Pontifico del Capitolio, exhortase a Abdón y a Senén a que
adorasen los ídolos; mas los Santos, con gran resolución, le respondieron que
sólo a Jesucristo reconocían por Dios, y a Él le habían ya ofrecido el
sacrificio de sí mismos. Los azotaron cruelmente con plomadas, y, desnudos en
el Anfiteatro, soltaron contra ellos 3 leones feroces, Ios cuáles se echaron a
los pies de los santos mártires. El Juez Valeriano, atribuyendo este milagro a
arte mágica, mandó que allí los despedazaran, y sus almas subieron al Cielo.
Sus nombres varían en algunos calendarios
antiguos y martirologios, como Abdo, Abdu, Sennes, Sennis, Zennen. Mártires
persas en el tiempo de Decius, cerca del año 250 D. de C. y conmemorados el 30
de julio. La veneración se sigue desde tiempos del siglo III, aunque sus biografías fueron
escritas antes del siglo IX. Esos relatos contienen aspectos ficticios acerca
de las causas y ocasiones en que los Santos Abdón y Senén fueron a Roma, así
como respecto a la naturaleza de sus tormentos. Se relata en esas historias que
sus cuerpos fueron enterrados por un subdiácono llamado Quirino, y que fueron
luego transferidos al reino de Constantinopla, al cementerio Pontiano, una
localidad en la ruta a Porto, cerca de las puertas de Roma.
Un fresco encontrado en el sarcófago que se
supone contiene sus restos, los representa recibiendo coronas de parte de
Cristo. De acuerdo con Martigny, este fresco data del siglo VII. Varias ciudades
indican tener los cuerpos de estos santos, notablemente Florencia y Soissons,
pero los Bolandistas indican que los restos de Abdón y Senén se encuentran en
Roma.
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