San Saturnino de Tolouse
Obispo
de Toulouse. Mártir. 250.
San Saturnino, llamado Tillemont, fue uno de los más ilustres mártires que Francia le ha dado a la Iglesia. Solo poseemos una Acta, la cual es bien antigua, y es la que fue utilizada por San Gregorio de Tours.
Fue Saturnino judío de nacimiento, y era un niño en el momento del Bautismo del Señor, hecho en el que estuvo presente y sostuvo la túnica de Cristo mientras este se bautizaba. Saturnino también fue bautizado por San Juan Bautista.
Sin embargo, aunque Saturnino haya sido de los santos que llamo "Santos en la Máquina del Tiempo", la historia es la que es. San Gregorio de Tours dice claramente que Saturnino fue uno de los primeros misioneros enviados desde Roma a la Galia por el Papa San Fabián en el siglo III. Los otros fueron San Gaciano de Tours, San Trófimo de Arlés, San Pablo de Narbona, San Marcial de Limoges y San Dionisio de París.
Fue el primer Obispo de Toulouse, con lo que llegó a ser el consulado de Decio y Grato (250). No se sabe si es que habían buenos cristianos en el pueblo o su predicación logró numerosas conversiones, pero de repente formó una pequeña iglesia.
Para lograrlo tuvo que deambular por el Capitolio donde antes había un templo, y según las Actas, los sacerdotes paganos atribuyeron a sus frecuentes paseos el silencio de sus oráculos.
En Tolosa convirtió a Honesto, quien se unió a él en el trabajo de misionero. En Carcassonne, el prefecto Rufino los encarceló, pero fueron liberados por un ángel.
Honesto fue a predicar a Pompaelo (la actual Pamplona). Tras debatir con el senador pagano Firmo, hizo llamar a Saturnino. Saturnino y Honesto convirtieron y bautizaron a varios paganos de la ciudad, entre ellos Firmo y su esposa (bautizados por Saturnino) y el hijo de ambos, Fermín, quien luego sería a su vez obispo de Amiens.
En la ciudad había un templo erigido por los romanos y consagrado a su dios Júpiter Capitolino. Saturnino tenía que pasar cada día por delante de dicho templo para llegar a un pequeño oratorio donde ejercía su catequesis. Parece ser que durante algún tiempo, Júpiter se mostraba mudo ante las peticiones de las gentes que creían en él y empezó a correrse el rumor de que el responsable de tal hecho era el obispo Saturnino.
La multitud se alteró por este motivo y un día le esperó y al pasar por allí, rodeándole amenazadora, quiso imponerle el sacrificio de un toro al dios romano. Ante su negativa y enfurecidos, ataron al obispo al toro que debía ser sacrificado y le picaron para que corriera por las escalinatas del Capitolio.
El cuerpo de Saturnino fue despedazándose a lo largo de la carrera del animal. Cuando paró la espantada, allí quedó abandonado, hasta que unas piadosas mujeres lo recogieron y lo enterraron en una fosa muy profunda.
Una iglesia fue erigida en el lugar donde el toro se detuvo. La iglesia aún existe, y es llamada la iglesia del Taur (el toro). El cuerpo del santo fue transferido muy tempranamente y aún esta preservado en la Iglesia de San Sernin (o Saturnino), una de las más antiguas y bellas del sur de Francia.
Iglesia de San Saturnino en Tolouse
Es uno de los edificios emblemáticos de la ciudad, la iglesia románica más grande de Occitania y la segunda más antigua de toda Francia, después de la abadía de Cluny.
En los cofres relicarios del deambulatorio de la basílica de Toulouse reposan los restos de los santos Laurencio, Bonifacio, Antonio Abad y Vicente Diácono. Además, una espina de la Santa Corona donada por Alfonso de Poitiers, hermano de San Luis, se conserva desde mediados del siglo XIII.
Se conservan también más de 200 fragmentos de huesos y un pedazo de la Vera Cruz que acompaña a los restos de San Étienne, de Bernadette Soubirou o de Santa Teresa de Lisieux. Después de San Pedro de Roma, la catedral de Toulouse alberga la mayor concentración de reliquias.
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