Santos Sixto II y Compañeros

 

                                                Papa. Diáconos. 7 Mártires. 258.

San Sixto nació en Atenas. Siendo diácono de la Iglesia romana, sucedió al Papa San Esteban en la silla de San Pedro por el año 257, durante la persecución de Valeriano.

Durante el pontificado de su predecesor San Esteban, surgió una fuerte disputa entre Roma y las Iglesias africana y asiática, en cuanto al re-bautismo de los herejes, que había amenazado con terminar en la completa ruptura entre Roma y las iglesias de África y Asia Menor.

Sixto II, a quien Pontius describe como un sacerdote bueno y pacífico, fue más conciliador que San Esteban y restauró las relaciones amistosas con estas iglesias, aunque, al igual que su predecesor, mantuvo la usanza romana de no rebautizar a los herejes.

Poco antes del Pontificado de Sixto II, el Emperador Valeriano emitió su primer Edicto de persecución, en el que obligaba a los cristianos a participar en el culto nacional de los dioses paganos y les prohibía reunirse en los cementerios, amenazando con el exilio o la muerte a aquel que se descubriera desobedeciendo la orden. De una forma o de otra, Sixto II pudo desempeñar sus funciones como pastor jefe de los cristianos sin ser molestado por aquellos que estaban encargados de ejecutar el edicto imperial.


Pero durante los primeros días de agosto de 258, el Emperador emitió un edicto nuevo y mucho más cruel contra los cristianos, cuyo contenido ha sido conservado en una carta de San Cipriano a Successus, Obispo de Abbir Germaniciana. En él se enviaba a muerte a los Obispos, sacerdotes y diáconos. 

El Papa Sixto II fue uno de los primeros en caer víctimas de este mandato imperial. Con el fin de escapar a la vigilancia de los funcionarios imperiales reunió a su rebaño el 6 de agosto en uno de los cementerios menos conocidos, el de Pretextatus, del lado izquierdo de la Vía Appia, casi frente al cementerio de San Calixto. 

Mientras estaba sentado dirigiéndose a su rebaño fue repentinamente aprehendido por una banda de soldados. Existe cierta duda de si fue decapitado de inmediato o si fue primero llevado frente a un tribunal para recibir su sentencia y luego llevado de vuelta al cementerio para ser ejecutado.


El “Liber Pontificalis” menciona que fue llevado para ser ofrecido como sacrificio a los dioses. San Cipriano establece en la carta mencionada anteriormente, que fue escrita cuando muy tarde un mes después del martirio de Sixto, que “los prefectos de la Ciudad urgían diariamente la persecución con el fin de que, si cualquiera era traído ante ellos, pudieran ser castigados y sus propiedades confiscadas”.

Otra leyenda afirma que 4 diáconos, Januarius, Vincentius, Magnus y Stephanus, fueron aprehendidos con Sixto y decapitados con él en el mismo cementerio. Otros 2 diáconos, Felicissimus y Agapitus, sufrieron martirio el mismo día. 

La solemnidad de San Sixto II y de estos 6 diáconos se celebra el 6 de agosto, día de su martirio. Los restos de Sixto fueron transferidos por los cristianos a la cripta papal en el cementerio vecino de San Calixto. Tras su tumba se conservó en una capilla la silla ensangrentada en la cual fue decapitado.



 Se erigió un oratorio sobre el cementerio de San Pretextatus, en el lugar donde fue martirizado, y era visitado por los peregrinos hasta los siglos VII y VIII.  Efectuó la traslación de los restos de San Pedro y San Pablo.


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