San Alejo el Mendigo

 

                                             Mendigo. Dudosa Existencia. 411.

Nació en Roma hacia el año 350. Hijo de una de las familias más ricas de Roma, su padre era el Senador Eufeniano, y su madre la matrona Aglais. 

Fue obligado a casarse contra su voluntad, por lo que el mismo día de la boda, después de la ceremonia y el banquete, huyó a Edesa, donde vivió mendigando. 

Las gentes de Edesa le tenían por santo y le socorrían cristianamente. Las privaciones en que vivía deterioraron mucho su aspecto, de manera que estaba irreconocible. Por eso cuando les pidió limosna a unos criados de su padre que andaban buscándole, no le reconocieron.

Esto le animó a volver a Roma, a casa de sus padres, a quienes añoraba. En efecto, allí se presentó suplicando: "Tened piedad de este pobre de Jesucristo y permitid que se albergue en un rincón de vuestro palacio". 

Le fue concedido y como nadie le reconoció, allí vivió olvidado de todos, sufriendo, alimentándose de las sobras y de los insultos de los criados. Dormía en el suelo y se dedicaba a la oración. 


Cuenta la leyenda que estando Eufeniano en la misa que celebraba el Papa Inocencio I, oyó una voz que le decía: "Acaba de expirar el siervo de Dios, es grande su poder, murió en casa de Eufeniano". En efecto, cuando volvió a casa lo halló muerto y pudo reconocer que se trataba de su hijo por un pergamino que llevaba en la mano.


Su culto fue suprimido en 1969, por haber pocos datos seguros sobre su vida. El pueblo de Edesa, Siria, lo veneraba como un santo. Como ignoraban su nombre, simplemente le llamaron “el hombre de Dios”, significado del nombre Alejo.

Antes del siglo IX, se había dado en Grecia al hombre de Dios, el nombre de Alejo, y San José el Himnógrafo (en el año 833) dejó escrita en un "kanon" la leyenda, adornada naturalmente con numerosos detalles. 

Aunque se tributaba ya cierto culto al santo en España, la devoción a San Alejo se popularizó en Occidente gracias a la actividad de un Obispo de Damasco, Sergio, desterrado a Roma a fines del siglo X. Dicho Obispo estableció en la iglesia de San Bonifacio del Aventino un monasterio de monjes griegos, y nombró a San Alejo co-patrono de la iglesia. 

Como se decía que San Alejo era romano, el pueblo adoptó pronto la leyenda y, desde entonces, el santo ha sido muy popular. Se cuenta que en el siglo XII la leyenda de San Alejo ejerció profunda influencia sobre el hereje Pedro Waldo. 

En el siglo XV, los Hermanos de San Alejo le eligieron por patrono y, en 1817, la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María le nombró patrono secundario. También en el Oriente le profesa el pueblo gran devoción y aun le llama "el hombre de Dios."



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