San Amador de Auxerre


                                                   Obispo de Auxerre. 418.

Fue un noble francés del Auxerrois, Francia. Nació en el año 344, en pleno proceso de cristianización de aquellas tierras. 

Se distinguió por su inclinación a la vida religiosa, por lo que habiendo sido obligado por la familia a contraer matrimonio, pactó con su esposa Marta, fuertemente inclinada también a la contemplación, que cada uno ingresaría en el Monasterio en que mejor pudiera dedicar su vida a Dios. 

Fue ordenado primero subdiácono, es decir que empezó desde lo más humildePero resplandeció de tal manera en el monasterio, que se fue convirtiendo cada vez más en referente de conducta de todos los monjes, hasta que, al quedar vacante la sede episcopal de Auxerre en el año 388, tanto el clero como el pueblo lo eligieron Obispo, dignidad que tuvo que aceptar a pesar de que su humildad le hacía considerarse indigno. 

Se entregó con entusiasmo a la cristianización del campesinado de su diócesis, parte del cual seguía aún en el paganismo. Existen pruebas de que él confirió a San Patricio la ordenación sacerdotal.

En los últimos años de la vida de San Amador, el gobernador de Auxerre era Germán, un joven patricio muy temperamental que tenía pasión por la cacería. Aunque era cristiano, siguió practicando la costumbre pagana de colgar, en un peral de la plaza central de la ciudad, las cabezas de los animales que había cazado, para que todo el pueblo admirase sus proezas. 

Los paganos practicaban este rito para ofrecer al dios Wotan el producto de la cacería. Naturalmente, la actitud de Germán escandalizó mucho a los cristianos. San Amador, después de haber amonestado en vano varias veces al gobernador, mandó cortar el árbol, mientras aquel se hallaba ausente. Germán se puso furioso al saberlo y amenazó de muerte al santo obispo. Éste juzgó prudente salir de la ciudad por algún tiempo. Por otra parte, como era ya de edad avanzada, deseaba, desde hacía algunos años, renunciar a su cargo.

Hallándose en Autun con Julio, el prefecto de la Provincia, se le ocurrió súbitamente (ya fuese por revelación o por intuición), que el propio Germán debía ser su sucesor. Con permiso de Julio, a cuyas órdenes estaba Germán, Amador retornó a Auxerre y convocó a todo el pueblo en la catedral. Germán se hallaba también presente. El obispo ordenó a todos que dejasen las armas fuera de la iglesia y mandó cerrar las puertas; enseguida, con la ayuda de algunos de sus clérigos, se apoderó de Germán, le arrancó las insignias seculares, le tonsuró y le nombró obispo de Auxerre. 

Con ello, presintió San Amador que estaba terminada su misión, ya que había trabajado muchos años y había nombrado a un sucesor que sería, con el tiempo, el más grande de los obispos del lugar: San Germán Auxerre. Unos cuantos días después, el santo pidió que le trasportasen a la catedral, donde exhaló apaciblemente el último suspiro. El cuerpo de San Amador reposa, junto con los de sus predecesores, en el antiguo cementerio de la carretera de Entrains.



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