San Antolín de Pamiers
Diácono. Mártir. 506.
Nació en el año 453 en la Galia Narbonense. Pertenecía a la familia real, siendo quizá nieto de Teodorico.
Educado en el arrianismo, se opuso a su padre al hacerse cristiano ortodoxo. Abandonó su fortuna y marchó a Roma, donde fue ordenado diácono.
Predicó en algunas ciudades italianas haciendo varios milagros. De vuelta a la Galia, parece ser que formó parte de un grupo de misioneros dirigidos por San Dionisio. No sabemos si se trata de Dionisio Areopagita o Dionisio de París, aunque ninguno de los dos parece concordar con los elementos históricos, a menos que San Antolín viviera en el siglo I, como piensan algunos. Lo más probable es que se trate de otro Dionisio, desconocido, o bien se trate de una confusión, ya que este apelativo era bastante común en la época.
San Antolín se instaló en Rouergue, predicando con mucho éxito. Convirtió al príncipe o gobernador Festus y bautizó a numerosas personas. A pesar de las súplicas de los habitantes de la región, Antolín decidió irse, no sin antes indicar que volvería pero ya sin vida.
Se dirigió entonces a Toulouse, cerca del palacio Teodorico. Rechazó el obispado que perteneció a San Saturnino, y acusado de tener amoríos con la mujer del rey, fue arrestado y encarcelado. En la cárcel conocerá a un habitante de Toulouse llamado Almaquio, al que convierte al cristianismo ortodoxo.
Es torturado mediante la inmersión en aceite hirviendo, y arrojado al Garona con una muela de molino atada al cuello, pero, milagrosamente, sale a flote y convierte así a mucha gente.
Vuelve más tarde a Pamiers y predica el evangelio, junto con Almaquio. Ambos viven en una ermita llamada Fuente de Oriente, donde son arrestados por los sicarios de un rey llamado Metopius junto a un tercer compañero llamado Juan, y ejecutados a orillas del río Ariège.
Durante la ejecución, un soldado corta al mártir en dos; en un lado caen su cabeza y el brazo derecho, y en otro el brazo izquierdo y el resto del cuerpo. Este martirio tuvo lugar en el siglo VI, hacia el año 506. El cuerpo del mártir fue enterrado por unos amigos en el lugar del martirio y allí se elevó más tarde una abadía.
Una leyenda cuenta que después que San Antolín fue arrojado al río, las aguas se retiraron y dejaron un sitio para poder acceder al lugar donde reposaba el cuerpo. Unos ángeles aparecieron y recogieron los restos del mártir, metiendo la cabeza y el brazo derecho en una barca. A continuación, aparecieron dos águilas blancas que se colocaron en la barca y la guiaron por el Ariège y el Garona, el Tarn y el Aveyron hasta la localidad de Saint-Antonin-Noble-Val, a donde llegaron una noche en la que las estrellas brillaban como mil fuegos. Festus, el noble convertido por Antolín, mandó depositar las reliquias del mártir en una urna. En este sitio se levantará más tarde una abadía.
Abadía de San AntolínOtra tradición legendaria sobre sus reliquias se conserva en España. La misma narra que el Rey don Sancho, hallándose de caza en la espesura de un bosque, en el lugar donde hoy se extiende la ciudad de Palencia, divisó un jabalí, que en su huida fue a refugiarse en una oquedad del terreno (la cripta de San Antolín, aún en pie hoy bajo la catedral gótica de la ciudad).
Adentrándose el rey en la misma, se disponía a lanzar una flecha para matar al animal, cuando su brazo quedó paralizado, comprendiendo el rey que estaba en un lugar santo y que había sido castigado por cometer sacrilegio. El monarca hizo entonces un voto por el que si se recuperaba de la repentina parálisis levantaría una catedral en el lugar. Al instante quedó curado. Agradecido el rey Sancho por el milagro, y halladas las reliquias del mártir que habían quedado abandonadas durante la invasión musulmana, se erigió el templo en cumplimiento de la promesa. Debido a esto, la ciudad de Palencia venera al santo como su patrono y protector.
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