San Esteban de Hungría

 

                                                           I° Rey de Hungría. 1038.

 El pueblo al que conocemos con el nombre de magiar, llegó a las comarcas de Hungría en los últimos años del siglo IX, procedente de varios distritos al oriente del río Danubio, para instalarse en las riberas, bajo la dirección de un jefe único llamado Arpad. 

Aquel pueblo estaba constituido por gente brava y guerrera; fue durante una de sus incursiones por Italia, Francia y las regiones del oeste, cuando se encontraron con el cristianismo. 

San Metodio y otros misioneros habían plantado la fe en puntos tan orientales de Europa como la Panonia; sin embargo, no fue sino al mediar el siglo X, cuando los magiares empezaron a tomar en consideración la Iglesia. 

Geza, el tercer Duque (Vaivode), que gobernó al pueblo después de Arpad, vio la necesidad política del cristianismo y, alentado por San Alberto de Praga, se hizo bautizar y gran número de nobles lo imitaron. 

Pero, evidentemente, aquella fue una conversión por conveniencia y la mayoría de los nuevos cristianos lo eran sólo de nombre. Sin embargo, hubo una excepción: Vaik, el hijo de Geza, quien recibió el bautismo al mismo tiempo que su padre, y se llamó Esteban (Istvan). Por entonces no tenía más de 10 años y aún no había adquirido las costumbres y modos de pensar de los paganos.

Nacido en Gran, en el año 975. Fue el único hijo varón del gran príncipe Geza y la princesa Sarolta. Fue bautizado, junto con su padre, por el Arzobispo San Adalberto de Praga en el año 985, en cuya ocasión cambió su nombre pagano Vaik (Vojk) por Esteban. 

                                                             Gran Príncipe Geza

A la muerte de Geza, tendría que haberle sucedido su hijo, pero según una antigua tradición de los pueblos húngaros, la corona pasó al de mayor edad de la dinastía, llamado Capani, quien ostentaba el título de Duque. Se entabla entonces una lucha entre Capani y Esteban. 

Capani asediaba Veszprém cuando le informaron de la llegada del ejército de Esteban. En la batalla siguiente, Esteban obtuvo una victoria decisiva sobre sus enemigos.​ Capani fue asesinado en el campo de batalla​ y su cuerpo fue descuartizado y sus extremidades, exhibidas en las puertas de los fuertes de Alba Iulia y Veszprém para atemorizar a los que conspiraban contra el monarca.

En el año 995 contrajo matrimonio con Gisela, hermana del Duque Enrique de Bavaria, quien sería el futuro Emperador San Enrique II, y en el año 997 subió al trono de Hungría.

Con el objeto de convertir a Hungría al cristianismo y para establecerse a sí mismo más firmemente como gobernante, envió al Abad Astrico a Roma para pedirle al Papa Silvestre II dignidad real y poder para establecer sedes episcopales.  El Papa accedió a sus deseos y, adicionalmente, se presentó ante él con una corona con la que fue coronado en Gran en agosto de 1001. 

Muchos líderes húngaros no reconocieron la soberanía de Esteban incluso después de la coronación.​ El nuevo rey empezó atacando los dominios de su tío, Gyula III el Joven, cuyo reino era más amplio y rico,​ según la Crónica iluminada.​ Así, invadió Transilvania y apresó a Gyula y su familia entre 1002​ y 1003.​ Los Anales de Hildesheim (escritos en la misma época)​ añaden que, después de la conquista, Esteban convirtió el país de su tío a la fe cristiana por la fuerza.

​ En consecuencia, los historiadores datan la creación de la diócesis de Transilvania en este período. Gyula escapó después del cautiverio y buscó refugio en los dominios del duque de Polonia, Boleslao I el Bravo. La Crónica iluminada narra que Esteban dirigió a su ejército contra Kean, duque de los búlgaros y eslavos, cuyas tierras están fuertemente fortificadas por su ubicación natural,​ después de la ocupación del país de Gyula.​  Kean era el jefe de un pequeño Estado situado en los territorios meridionales de Transilvania y en 1003 aproximadamente Esteban ocupó su país.​ La crónica preservó la memoria de campaña de Esteban contra Bulgaria al final de los años 1010.

Fundó un monasterio en Jerusalén y hospicios para peregrinos en Roma, Ravena y Constantinopla. Era amigo personal de San Bruno de Querfurt y mantenía correspondencia con el Abad San Odilo de Cluny.

Con el propósito de arraigar firmemente el cristianismo en su reino y darle las mayores posibilidades para su progreso, el Rey Esteban no creó sedes episcopales sino gradualmente, a medida que pudo echar mano de sacerdotes salidos de su propio pueblo. La primera sede episcopal de que se guarda registro fue la de Vesprem, pero no pasaron muchos años sin que se creara la de Esztergom, que llegó a ser la más importante y la sede del primado. 

El santo monarca mandó construir en Szekesfehervar una iglesia dedicada a Nuestra Señora en la que posteriormente, se consagraba y se sepultaba a los Reyes de Hungría. En esa ciudad estableció el Rey su residencia y, desde entonces, se llamó “Alba Regalis”, para distinguirla de la “Alba Julia”, en Transilvania. 

También terminó la construcción del gran Monasterio de San Martín, iniciada por su padre. Hasta hoy existe ese monasterio, conocido como Martinsberg o Pannonhalma y es la casa matriz de la congregación de Benedictinos en Hungría. 

                                                 Abadía de Pannonhalma (Hungría)

El mantenimiento de las iglesias y sus pastores, así como el fondo de socorros para los pobres, se obtenían gracias a unos diezmos que había impuesto: cada 10 poblaciones vecinas tenían la obligación de construir una iglesia y sostener a un sacerdote; por cuenta del Rey corría el mobiliario de la iglesia, el adorno de los altares y los ornamentos del pastor. 

No sin vencer grandes dificultades, consiguió eliminar muchas de las costumbres y supersticiones bárbaras, derivadas de la antigua religión y, por medio de rigurosos castigos, logró reprimir las blasfemias, el asesinato, el robo, el adulterio y otros crímenes públicos.

Recomendaba que todas las personas adultas, excepto los clérigos y religiosos, contrajeran matrimonio, pero prohibió las uniones entre cristianos e idólatras. El monarca era accesible a las gentes de todas las clases sociales y escuchaba atentamente las quejas de todos, pero atendía con especial benevolencia a los pobres y a los oprimidos, por considerar que, al recibirlos con solicitud, se honra a Cristo, quien nos dejó a los pobres en su lugar, al abandonar la tierra.

Se afirma que cierto día en que el Rey, disfrazado de aldeano, recorría las calles para distribuir limosnas, un grupo de mendigos se aglomeró en torno a él, lo derribó al suelo, le atropelló y, en el tumulto, le arrebató la bolsa del dinero y se apoderó de lo que estaba destinado a otros muchos. Esteban soportó con paciencia, con humildad y aun con buen humor aquel ultraje, puesto que se alegraba sinceramente por haber sufrido en el servicio de Nuestro Señor. Para seguirle la corriente, los cortesanos parecieron divertidos con el incidente y aun hicieron bromas; pero en realidad estaban muy preocupados por la seguridad del Rey y le rogaron que no expusiera su persona a los peligros. Sin embargo, el monarca insistió en que, aun a riesgo de su vida, jamás negaría una limosna a cualquier pobre que se la pidiese. 

El ejemplo de sus virtudes era más efectivo que cualquier sermón para todo el que caía bajo su influencia. Esto se puso de manifiesto palpablemente en su hijo Emeric, a quien la Iglesia beatificó y a quien se debe el código de las leyes de San Esteban. 

                                                   San Emerico, hijo de San Esteban

El santo hizo que esas leyes, estudiadas para gobernar a un pueblo rudo, rebelde y recién convertido al cristianismo, fueran promulgadas en todos sus dominios. Pero sin duda, que las prudentes medidas no habían, sido calculadas para apaciguar el descontento o la alarma entre los que aún se oponían a la nueva religión, y algunas de las guerras que San Esteban debió librar, tuvieron motivos tanto políticos como religiosos. Después de haber rechazado victoriosamente una invasión de los búlgaros, el Rey emprendió la organización política de su pueblo. 

Comenzó por eliminar las divisiones entre las tribus; después, repartió el territorio en condados con un sistema de gobernadores y magistrados. De esta manera, por medio de una moderada aplicación de las ideas feudales que hacían de los nobles vasallos de la corona, consolidó la unidad de los magiares. Al retener el dominio sobre la gente común, evitó que se acumulase el poder en manos de unos cuantos señores. A decir verdad, San Esteban fue el fundador y el arquitecto del reino independiente de Hungría.

A medida que pasaban los años, Esteban confiaba una parte cada vez mayor de sus responsabilidades a su único hijo; pero en el año 1031, Emeric perdió la vida en un accidente de caza y el Rey se dejó llevar por un profundo sufrimiento.

"¡Dios le amaba y por eso se lo llevó a tan temprana edad!", gemía, atenazado por el dolor. La muerte de Emerico dejó sin heredero al trono y, los últimos años en la vida del monarca se vieron amargados por disputas familiares sobre la sucesión, a las que debió hacer frente, mientras soportaba los sufrimientos que le causaban sus enfermedades físicas. 

La muerte de Emerico puso en peligro los avances de su padre para establecer un Estado cristiano en Hungría,​ porque se sospechaba que el primo de Esteban, el duque Basilio (quien además era el principal pretendiente a la sucesión), se inclinaba hacia el paganismo.

Esteban ignoró las demandas de su primo y nombró al hijo de su hermana, el veneciano Pedro Orseolo, como su heredero. Basilio fue capturado y cegado y sus tres hijos (LeventeAndrés y Bela) fueron expulsados del país.​ Solo fuentes posteriores (como la Crónica iluminada) añaden que las orejas de Basilio fueron llenadas con plomo fundido.

Por ese entonces, murió el santo, a la edad de 63 años, en la fiesta de la Asunción de 1038. Fue sepultado en una tumba contigua a la de su hijo, el Beato Emeric, en Szekesfchervar. En su sepulcro se realizaron algunos milagros. 

Cuarenta y cinco años después de su muerte, a pedido del Rey San Ladislao de Hungría, el Papa San Gregorio VII hizo trasladar sus reliquias a un santuario construido dentro de la gran iglesia de Nuestra Señora, en Buda. Inocencio XI en 1686, fijó su fiesta para el 2 de septiembre, puesto que el Emperador Leopoldo recuperó la ciudad de Buda de manos de los turcos en aquella fecha. 

Luego de su muerte en 1038, su cuerpo fue enterrado en la basílica de Székesfehérvár, junto al de su fallecido hijo San Emerico de Hungría. Décadas después durante conflictos sucesorios en el trono, en 1061 surgió una revuelta pagana que puso en peligro el cuerpo del rey santo, ante lo cual el canónigo de la ciudad hizo sacar los restos de Esteban del sarcófago de mármol de la basílica y lo escondió en la cámara subterránea de la edificación.

                                             Basílica de Székesfehérvár (Hungría)

En ese momento probablemente por ser ya considerado santo por muchas personas, su mano derecha fue removida y llevada al tesoro de la basílica y colocada en un relicario. El guardia del tesoro de la basílica, Mercurio, se apropió de ella y la escondió. 

                                                                    Santa Diestra 

En 1083 cuando el rey San Ladislao I de Hungría gestionó la santificación de Esteban con el Papa Gregorio VII, luego de conseguir abrir el sarcófago (la tapa de piedra del sarcófago de San Esteban no pudo ser movida por un largo tiempo hasta que no fue liberado Salomón de Hungría el primo de Ladislao y rey destronado) y una vez en presencia del cuerpo, se percataron de que faltaba la santa diestra. El rey San Ladislao ordenó la búsqueda inmediata de la mano santa, y fue el mismo Mercurio quien reveló en 1084 que estaba en su posesión. El rey lo perdonó luego de que éste la devolviese, y fundó entonces un monasterio conocido como Szentjobb, donde puso a cargo a Mercurio para que cuidase de la reliquia él mismo.

                                                       Rey San Ladislao de Hungría

La reliquia estuvo resguarda durante siglos en la abadía de Szentjobb, excepto durante la invasión mongola de 1241 y 1242 cuando fue trasladada a Ragusa (Dubrovnik) y regresó a Székesfehérvár en 1420.

​Después de la ocupación otomana de los territorios centrales del Reino de Hungría a mediados del siglo xvi, fue custodiada en muchos lugares (como Bosnia, Ragusa y Viena) y devuelta a Hungría en 1771 cuando la Reina María Teresa la donó al claustro de las Hermanas de Loreto en Buda. La reliquia estuvo en la capilla de San Segismundo del castillo de Buda entre 1900 y 1944, en una cueva cerca de Salzburgo en 1944 y 1945 y, de nuevo, con las Hermanas de Loreto entre 1945 y 1950. 

                                                                   Santa Diestra

Desde 1950, la "santa diestra" permanece en la basílica de San Esteban en Budapest.

                                          Basílica de San Esteban en Budapest

Se instituyó en 1938 una procesión anual que exhibía la reliquia, que continuó hasta 1950 cuando fue prohibida por el gobierno comunista y se reanudó en 1988.

                                                     Relicario de la Santa Diestra

La Santa Corona húngara, conocida también como corona de San Esteban o Sacra Corona húngara, perteneció al primer monarca de Hungría, Esteban I, y es la única en la actualidad calificada como un "atributo sacro".

                                                            Santa Corona húngara

Las insignias empleadas en la ceremonia de coronación de los monarcas húngaros fueron la corona de San Esteban, un cetro, un orbe o mundo y un manto. 

                                                        Insignias reales de Hungría

Desde el siglo XII, todos los reyes de Hungría han sido coronados con la misma corona. 



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