San Felipe Apóstol
Apóstol. Mártir. 54.
Como los hermanos, Pedro y Andrés, Felipe era natural de Betsaida, en el lago de Genesaret (Juan 1, 44).
También él estaba entre los que rodeaban al Bautista cuando éste señaló por primera vez a Jesús como el Cordero de Dios.
Al día siguiente de la llamada de Pedro, cuando estaba a punto de partir para Galilea, Jesús se encontró con Felipe y le llamó al apostolado con las palabras, “Sígueme”.
Muy impresionado debió haber quedado Felipe con su primer encuentro con Jesús, ya que sin intermedios nos cuenta Juan que Felipe se encontró con Natanael (a quien la tradición armonizadora ha identificado sin demasiados motivos con el apóstol Bartolomé) y le dijo: «Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret» (Jn 1,45). Notemos que es toda una confesión de fe, donde aparecen algunos elementos centrales: la verdadera humanidad de Jesús, junto con su mesianidad.
Más adelante nos volvemos a encontrar con Felipe en la multiplicación de los panes: "Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: "¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?" Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: "Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco."» (Jn 6,5)
Posiblemente Juan no quiere sólo contarnos una anécdota ocasional sobre Felipe, sino enseñarnos una actitud de discípulo en el ejemplo de uno de los Doce, que podría ser quizás que Felipe, lejos de desesperar por lo imposible del asunto, constata que humanamente no cabe hacer nada, y deja el espacio abierto a la actuación de Jesús.
La tradición del siglo II referente a él es insegura, tanto más cuanto que se registra una tradición similar respecto a Felipe el Diácono y Evangelista (un fenómeno que debe ser resultado de una confusión causada por la existencia de dos Felipes). En su carta a San Víctor, escrita hacia 189-98, el Obispo Polícrates de Éfeso menciona entre las “grandes lumbreras”, a quienes el Señor buscará “el último día”, a “Felipe, uno de los 12 Apóstoles, que está enterrado en Hierápolis con sus dos hijas, que llegaron vírgenes a la vejez”, y una tercera hija, que “llevó una vida en el Espíritu Santo y descansa en Éfeso”.
Eusebio, basándose en Clemente de Alejandría, incluye a Felipe entre los apóstoles de los que se sabe fehacientemente que eran casados, y que tuvo hijas, a las que a su vez entregó en matrimonio (Hist. Ecl. III,30), pero tengamos en cuenta que Eusebio está en el contexto de la polémica anti-matrimonio que llevaban adelante desde el siglo II algunas sectas, por lo que los datos pueden ser puramente apologéticos.
Los narradores antiguos dicen que este Apóstol después de Pentecostés se fue a evangelizar a Bitinia, en el Asia Menor (cerca del Mar Negro).
Papías, un autor del siglo II afirma que San Felipe logró el milagro de resucitar a un muerto. Y San Clemente de Alejandría dice que lo hicieron morir crucificado en una persecución contra los cristianos.
No sabemos con certeza dónde murió San Felipe, aunque la tradición considera que fue martirizado en una cruz en forma de X y cabeza abajo, y enterrado en Escitia (actual Turquía).
Las reliquias de San Felipe y Santiago fueron depositadas y se veneran juntas en la basílica de los Santos Apóstoles XII en Roma. Por esta razón la Iglesia de Occidente decidió celebrar su fiesta en el mismo día.
Hasta 1873 se conservaba en la Basílica de los Santos Apóstoles un relicario que contenía, casi intacto, su pie derecho (y otro relicario con el fémur de Santiago el Menor), mientras que los cuerpos de los dos apóstoles se hallaban debajo del altar central. Al excavar en enero de 1873 debajo de dicho altar salió a la luz un conglomerado de cal y ladrillos: una vez demolido, aparecieron dos lápidas de mármol frigio, unidas perfectamente entre ellas, que tenían esculpida en relieve un cruz griega (con los brazos iguales), y debajo de ellas, perpendicularmente debajo del altar, un nicho, que contenía una caja con algunos huesos, la mayor parte de los cuales estaban en un estado de fragmentos o astillas, algunos dientes y mucha sustancia amasada formada por descomposición de material óseo; y además restos de tejido cuyo análisis posterior reveló que eran de lana con una preciosa coloración púrpura. En 1879, después de permanecer expuestas a la veneración de los fieles durante un periodo, las reliquias halladas debajo del altar fueron colocadas en un arca de bronce dentro de un sarcófago de mármol colocado en la cripta de la iglesia, debajo del lugar donde habían sido halladas. La reliquia del pie se dejó fuera, dentro de un relicario, actualmente no expuesto a la vista de los fieles. Relicario con el cráneo del Apóstol Felipe
Tumba del Santo en Roma
La tumba de San Felipe Apóstol, ha sido descubierta durante las excavaciones en curso en la provincia de Denizli, en el suroeste de Turquía. La tradición antigua asocia a Hierápolis con San Felipe Apóstol, que se cree que murió en la ciudad alrededor del 80 d.C. Se dice que el seguidor, conocido como el apóstol que predicó en Grecia, Siria y Frigia, fue martirizado en Hierápolis. La leyenda dice que San Felipe fue crucificado boca abajo o martirizado por decapitación. Después de la muerte del apóstol, se le erigió una tumba octogonal llamada "El Martryium" donde se cree que fue martirizado.
Tumba de San Felipe en Turquía
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