San Martín Dumiense

 

                                                    Arzobispo de Braga. 580.

San Martín Dumiense debe su sobrenombre a Dumio, lugar próximo a Braga, capital que era, ésta, del reino de los suevos. A él se atribuye la conversión al catolicismo de este pueblo bárbaro, establecido desde comienzos del siglo V en la parte noroeste de la Península, y como apóstol de los suevos es conocido en la historia por antiguos y modernos.

Nació en la actual Hungría en el año 515 de una familia de origen romano y fue monje en Palestina, donde debió familiarizarse con la espiritualidad de los Padres del Desierto, sobre la que posteriormente compuso una especie de resumen a modo de enseñanza. Era un hombre muy docto y conocía bien el griego y el latín, y dominaba los autores paganos como Cicerón y Séneca.

Movido por el impulso del Espíritu Santo, emprendió un largo viaje. Estuvo primero en Roma, luego visitó la Galia y terminó en Galicia, España, donde consiguió la conversión del Rey Teodomiro que era arriano. 

Fundó en el año 550 el Monasterio de Dumio, cerca de Braga, Portugal y llegó a ser Arzobispo de esa ciudad. Su epitafio resume su vida y su obra: “Restauró la religión y las cosas sagradas.”

En Tours se encuentra con los emisarios del Rey de los Suevos que gobernaban en el noroeste de España. Le hablan de sus gentes que han pasado del paganismo a la fe cristiana. Martín se entera de que lo que allí impera es el Arrianismo. 

Pasó a la ciudad de Orense, cuando se hallaba en ella el Rey Amolarico, con toda su corte, y aprovechando San Martín, las buenas disposiciones de este soberano, que acababa de recibir un gran don del cielo, en la milagrosa curación de la lepra de su hijo Teodomiro, emprendió la importante tarea de convertirlo a la fe cristiana ortodoxa, desengañándole del Arrianismo, que profesaba con toda la nación de Galicia y parte de Portugal. 


Dios bendijo el celo de San Martín y el Rey y toda su gente abjuraron de la herejía y agradecidos a Dios y su misericordia protegieron el celo evangelizador de Martín. Le dieron para eso un terreno en el campo, llamado Dumio próximo a su corte de Braga, para que erigiese un Monasterio y lo hicieron al mismo tiempo, rector del mismo y Obispo de Palacio, consagrándolo Lucrecio, Metropolitano de Braga, continuando como rector de Dumio.

Nombrado Obispo de Braga en el año 570 y Metropolitano de Galicia, desplegó una intensa actividad. Reúne Concilios, como el Lucense y Bracarense, purifica la doctrina de los errores arrianos, promueve la buena formación del clero para renovar la vida del pueblo.



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