San Pancracio de Roma
Niño Mártir. 305.
Sufrió el martirio, a los 14 años. Nació en la entonces ciudad turca de Frigia probablemente en el año 286, de padres nobles. Dicen que su padre murió martirizado y que la mamá recogió en unos algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario de oro, y le dijo al niño: "Este relicario lo llevarás colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre".
Un día Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento. La mamá le preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que mostraba, y el jovencito le respondió: "Es que en la escuela me declaré seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los apóstoles: "En su corazón había una gran alegría, por haber podido sufrir humillaciones por amor a Jesucristo". (Hechos 6,41). Al oír esto la buena mamá tomó en sus manos el relicario con la sangre del padre martirizado, y colgándolo al cuello de su hijo exclamó emocionada: "Muy bien: ya eres digno seguidor de tu valiente padre".
Pronto quedó huérfano y junto a su tío Dionisio se trasladó a Roma. Aunque era muy joven, quedó entusiasmado de la fe de muchos cristianos que estaban dispuestos a dar su propia vida por Jesucristo. Rápidamente se interesó por conocer el Evangelio y se bautizó. Algunas fuentes señalan que el mismo Papa Marcelino fue quien lo catequizó y bautizó.
Por aquellos tiempos, el Emperador Diocleciano mandó un edicto que perseguía a todos aquellos que abrazaban la fe cristiana. Pancracio fue descubierto y condenado a morir decapitado en la Vía Aurelia.
Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio, varios enviados del gobierno llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si dejaba de decir que Cristo es Dios. El valiente joven proclamó con toda la valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento de su vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias empezaron a azotarlo ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar donde lo iban a martirizar, pero mientras más lo azotaban, más fuertemente proclamaba él, que Jesús es el Redentor del mundo. Varias personas al contemplar este maravilloso ejemplo de valentía se convirtieron al cristianismo.
De muy buena voluntad se arrodilló y colocó su cabeza en el sitio donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más parecía sentirse contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por proclamar su fidelidad a la verdadera religión.
Los cristianos se hicieron cargo del cuerpo del joven mártir y le dieron sepultura en un cementerio cercano a la mencionada calle.
En Roma es San Pancracio titular de una Basílica, donde antiguamente se celebraba el domingo después de la Pascua una hermosísima fiesta. Los que habían sido bautizados el sábado de gloria dejaban en la octava de la Resurrección (llamada Dominica in Albis) los vestidos blancos que habían llevado todos aquellos días como símbolo de la gracia bautismal; y como acto conclusivo de su feliz Pascua se dirigían procesionalmente a la Basílica del joven mártir, para renovar sobre su tumba, que allí se venera, el juramento de perpetua fidelidad a Jesucristo.
Del acostumbrado juramento de los antiguos neobautizados procedió, sin duda, la especial devoción que tuvo la Edad Media a San Pancracio, invocándole como protector de los inocentes y como inexorable vengador de los juramentos falsos. Protector de la inocencia y perseverancia de los que quieren cumplir sus bautismales promesas. Defensor de los votos santos, de la verdad en la palabra y de los dignos contratos. Se decía (y no sin fundamento) que el santo castigaba con la muerte a los perjuros. Por esto su Basílica era considerada, especialmente por los comarcanos de Roma, como un lugar muy a propósito para la celebración de contratos importantes.
Basílica de San Pancracio en RomaReliquias de San Pancracio, en Wil, Suiza. La armadura fue creada por Josef Anton Seethaler en 1776.
Reliquias de San Pancracio en Suiza
Reliquias de San Pancracio en Suiza
A San Pancracio se le representa muchas veces vestido de soldado, lo mismo a los niños San Vito y San Venancio de Camerino, pero no era soldado, ni hay que pensar que estuviera destinado a la carrera militar. Se le viste de soldado por una analogía a su "combate por la fe cristiana", a que es "soldado de Cristo". Además de la etimología de su nombre que, con varios significados, se resume en esta: "el muy fuerte, el poderoso, el vencedor".
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