San Ulrico De Zell o de Cluny

 

                                                               Abad. 1093.

Nacido en Ratisbona (Alemania), al principio de 1029. Sus padres, piadosos, ricos y de la alta nobleza, eran Bernhold y Bucca, sobrina del Obispo Gebhard II. Ulrico fue educado probablemente en San Emmeram, pero en el año 1044 fue llamado a la corte de su padrino, Enrique IV, y actuó como paje de la Emperatriz Inés, que era de la casa ducal de Aquitania, patrona de la reformada Abadía de Cluny.

Ordenado diácono por su tío Nidger, Obispo de Freising, fue nombrado Archidiácono de la Catedral.

A la vuelta de un viaje a Roma distribuyó sus bienes entre los pobres, peregrinó a Tierra Santa, y, después de otra corta visita a Roma, entró en la Abadía de Cluny en el año 1061, durante el período de San Hugo. 

Allí pronto destacó en piedad y diligencia, profesó, se ordenó sacerdote y fue nombrado confesor en el convento de Mareigny en la diócesis de Autun, y Prior de la comunidad de hombres. Perdió un ojo y fue obligado a volver a Cluny.

Entonces fue nombrado Prior de Peterlingen en la diócesis de Lausanne, pero a causa de problemas ocasionados por el Obispo Burchard von Oltingen, partidario de Enrique IV, Ulrico volvió de nuevo a Cluny, y fue consejero de su Abad. 

Un noble había donado a Cluny ciertas propiedades en Grüningen cerca de Breisach, y Ulrico fue enviado a inspeccionar el lugar y en su caso a promover la fundación de un monasterio. No encontrando el lugar adecuado, en 1087 con sus monjes se retiró a Zell en la Selva Negra, allí pronto llegaron muchos discípulos atraídos por la fama de sus virtudes. Gozó de la estimación de Gebhard Benito III, Obispo de Basilea quien le visitaba frecuentemente.

En el año 1090 fundó un convento de monjas en Bolesweiler, a kilometro y medio de Zell. Dios le concedió el don de milagros. Estuvo ciego los dos años últimos de su vida. Fue enterrado en el claustro, pero tres años después su cuerpo fue trasladado a la iglesia.