Santa Águeda o Ágata
Virgen. Mártir. 251.
Nació en Italia en el año 230. Era hija de una noble familia cristiana (en un entorno pagano) y como tal fue educada por sus padres, y ya desde niña tomó la resolución de renunciar al matrimonio y dedicar su vida a Dios.
Su posición social y su hermosura hacía que los jóvenes de las más encumbradas familias se fijaran en ella y la pretendieran. Pero eso no hacía cambiar su determinación.
Mas he aquí que vino a enamorarse perdidamente de ella, Quinciano, el Gobernador de Sicilia, quien despechado porque no conseguía plegarla a sus deseos, ordenó que fuese llevada a una casa de prostitución, para ver si viviendo en ese ambiente conseguía inclinarla a los placeres de la carne.
Pero no hubo manera, así que el libidinoso gobernador ideó una estratagema: le propuso que si le aceptaba, no tendría que renunciar a su religión. Y Águeda le contestó valientemente que ni una cosa, ni otra.
La sometió a toda clase de torturas: la pusieron en el potro del tormento, la apalearon, rasgaron sus carnes con garfios de hierro, quemaron sus costados con planchas de metal candentes, y por fin le arrancaron los pechos.
Encerrada en el calabozo, se le apareció el Apóstol San Pedro, que la curó totalmente.
Volvió el gobernador a martirizarla, esta vez tendiéndola sobre carbones encendidos. Mientras esto ocurría, tembló violentamente la tierra, muriendo entre las víctimas del terremoto Silvino y Falcón, acusadores de Águeda; pero la santa, no murió.
Temeroso Quinciano por el prodigio, no quiso seguir torturándola, por lo que la devolvió a la cárcel, donde murió el 5 de febrero del 251.
Hay buen testimonio del primitivo culto a Santa Águeda. Su nombre aparece en el calendario de Cartago, y en el Hieronymianum, y sus alabanzas las cantó Venancio Fortunato, pero no podernos afirmar nada referente a su historia.
Está representada en la procesión de los santos en "Sant" Apollinare Nuovo" en Ravena. En el arte la han representado sosteniendo un plato con sus pechos que le cortaron.
En la Edad Media éstos se confundieron a veces con panes, y de ahí parece que vino la costumbre de bendecir pan en la fiesta de Santa Águeda, el cual se lleva al altar en un plato.
Cuentan también las “Actas del Martirio” que un año después hubo una gran erupción del monte Etna y la corriente de lava, como un río ardiente, se dirigía hacia la ciudad de Catania. Muchas personas se encaminaron entonces al sepulcro de Águeda para pedir su intercesión, y su velo fue colocado ante el río de lava. Milagrosamente, la lava se detuvo. La fama del prodigio hizo de Águeda la patrona de Catania. Su culto nació así un año después de su martirio, y se difundió rápidamente por todas partes.
Como en Sicilia tenía la fama de poder detener las erupciones del Monte Etna, se la invoca contra cualquier brote de fuego. Ya sea porque cuando ocurre algún incendio se da aviso con un toque de campana, o porque el metal fundido para moldearla se asemeja a una corriente de lava, los gremios de fundidores de campanas tomaron a Santa Águeda por su patrona. En Roma hay dos iglesias del siglo VI que están dedicadas en su honor, y se la nombra en el canon de la misa.
El cráneo y las principales reliquias se encuentran en Catania, encerrados en una efigie sobre la que descansa una costosa corona de joyas. El relicario está formado por la figura de la Santa desde la cabeza hasta la cintura y está situado en posición vertical. La figura está totalmente cubierta de piedras preciosas, anillos, brazaletes, alfileres, cadenas, flores y cruces..."
Comentarios
Publicar un comentario