Santa Dorotea de Capadocia
Virgen. Mártir. 308.
Nació en el año 206 en Capadocia (Turquía), de una familia distinguida por su nobleza, pero mucho más por su piedad; pues se cree que su padre y su madre habían ya merecido la dicha de derramar su sangre, y dar la vida por Cristo, cuando su hija Dorotea mereció también la corona del martirio.
La pretendieron como esposa; pero la Santa se
había declarado tan ostensiblemente por la virginidad, que los cristianos la
llamaban la esposa de Cristo, y su virtud, acompañada de una virginidad
modestia, la hacia respetable hasta por los mismos paganos.
Luego que llegó a Cesárea el gobernador Sapricio, oyó hablar mucho de las raras prendas de Dorotea, y se dijo que era ella, la que con su ejemplo y reputación estorbaba a los cristianos a que obedeciesen los edictos de los Emperadores. Con este aviso la mandó prender; y habiéndola hecho comparecer en su tribunal, la preguntó cómo se llamaba. “Me llamo Dorotea”, respondió la Santa con aquella apacibilidad y aquella modestia que inspiraba a todos, veneración y respeto a su persona.
“¿Por qué rehúsas adorar a los dioses del Imperio?” replicó el Gobernador: “¿Ignoras por ventura los decretos imperiales?”. “No ignoro, respondió la Santa, lo que los Emperadores han mandado; pero también sé que sólo se debe adorar al único Dios verdadero; y que esos que vosotros llamáis dioses del Imperio son unas puras quimeras, transformadas en deidades por el antojo de los hombres, para autorizar los mayores desórdenes, y las pasiones más vergonzosas”.
Sapricio ordenó que la entregasen a dos hermanas, llamadas Crista y Calixta, que pocos días antes habían renunciado a la fe cristiana, prometiéndoles un gran premio si lograban pervertir a Dorotea. Hicieron las dos, cuanto pudieron para obligarla a apostatar, como lo habían hecho ellas; pero sucedió tan al contrario, que Dorotea las redujo al gremio de la santa Iglesia; porque les habló con tanta eficacia, que rendidas a sus exhortaciones detestaron su apostasía, y deshechas en lágrimas se arrojaron a los pies de nuestra Santa, suplicándole hiciese oración por ellas, para que el Señor se dignase a aceptar su penitencia.
Aceptó el pedido Dorotea y las fortificó tanto en la fe, que llamadas por el Gobernador para saber si la habían seducido a sacrificar a los ídolos, le respondieron: “que harto arrepentidas están ellas de haber cometido esta vileza”. Arrebatado Sapricio de furor al oír esta respuesta, mandó a que diesen sacrificio a los ídolos y si así no lo hiciesen que fuesen arrojadas las dos en una caldera de agua hirviendo a vista de Dorotea.
Se ejecutó así, y las dos santas hermanas pidieron al Señor que aceptase aquel tormento en pago por sus pecados, teniendo la dicha de recibir la corona del martirio antes que la misma Dorotea que tan felizmente las había restituido al camino de la salvación.
Enfurecido Sapricio por un suceso tan poco esperado, mandó que Dorotea fuese torturada sin piedad. Pero estaba tan alegre que Sapricio no pudo contener su curiosidad y le preguntó la razón de su alegría. La santa le dijo" Estoy sumamente gozosa, porque en mi vida he tenido el consuelo que experimento hoy, ya que Dios se ha valido de mí, para restituir a Jesucristo aquellas dos almas, que vosotros le habéis quitado, y espero que muy pronto yo también iré a hacer compañía a los bienaventurados, en la alegría que tienen también por lo mismo."
Mandó Sapricio que la apaleasen cruelmente, y la abrasasen con hachas encendidas por los costados, pero cuanto más la atormentaban, más alegre se ponía Dorotea. Al fin, avergonzado por haber sido vencido por la tierna doncella, Sapricio pronunció la sentencia. Apenas lo oyó la santa, llena de alegría exclamó": Bendito seas Señor, por la gracia que hacéis de darme un lugar en Vuestro Paraíso, adonde me llamáis."
Cuando la llevaban al suplicio, se encontró con un joven abogado llamado Teófilo, quien, para burlarse de ella le dijo: "Te encargo, esposa de Jesucristo, que cuando llegues al jardín de tu Esposo no dejes de enviarme unas flores y manzanas."
Se lo prometió la santa y cuando estaban en el cadalso, donde la santa sería degollada, se le apareció un mancebo, con una canastilla y tres hermosas manzanas y flores frescas, aunque no eran de su tiempo. Le pidió la santa que se lo llevase a Teófilo, de parte de ella, mientras ella se iba al cielo, y puesta de rodillas, alargó su cuello al cuchillo, Le cortaron la cabeza en el año 308.
Estaba Teófilo contando a sus amigos lo que le había pasado, cuando el mancebo de las manzanas llegó a él, y apartándolo, le entregó las manzanas y las flores. El milagro era visible, ya que era el mes de febrero y toda Capadocia estaba cubierta de nieve.
Teófilo, mudo de repente, comenzó a clamar, que solo Cristo era Dios y que eran bienaventurados, quienes como Dorotea derramaban su sangre por Él. Sucedió en la ciudad una conversión tan milagrosa como repentina. El mismo Teófilo publicó el milagro confesó la fe cristiana y fue a hacerle compañía a Dorotea, padeciendo el martirio. En el día de su fiesta se bendicen manzanas, en memoria del milagro relatado.
No es Dorotea una de las vírgenes mártires más veneradas, incluso en Oriente no es muy conocida, ni representada, aunque esté en los diversos calendarios. El culto se afianza entre los siglos XIV y XVI, y bajó del norte de Europa, hacia el sur, y no al revés.
Se escriben varias obras líricas de la pasión de la santa, ya desde el siglo XIII, hasta el XVII encontramos algunas, siempre localizadas al norte. Colonia, Nuremberg, y Arlés, le profesan devoción y es, en general en Alemania y Francia donde más culto recibe, aunque no hay que olvidar su iglesia de Roma, en el Trastévere, donde se celebra su fiesta y reposan sus supuestas reliquias expuestas en una imagen yacente, desde el XVII. Mientras, la cabeza reposa en otra iglesia romana. Otras reliquias muy veneradas están en Arlés, Francia, donde se celebra el 28 de marzo la traslación de dichas reliquias. Una supuesta cabeza está en Praga y otra en la iglesia de San Gereón de Colonia.
En el medioevo y el barroco fue bastante representada, siempre con sus atributos típicos, la palma, la espada y la canasta de frutos (no solo manzanas) y flores, o la lleva ella misma, o el niño-ángel. Es patrona de floristas, jardineros, protectora de las cosechas, para pedir buen tiempo. Invocada contra las tormentas, los incendios y auxilio en caso de muerte súbita.
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