Santa Fotina la Samaritana


                                                             Mártir. Siglo I.

Esta pecadora se convirtió en el pozo de Jacob, cerca de Sicar (Samaria). Jesús se había dirigido al lugar para descansar de las fatigas del viaje cuando se la encontró. 

San Juan ha conservado las palabras que obraron su conversión (Jn 4, 4-42). Son las mismas palabras que siguen todas las almas que el Padre ha conducido hasta su Hijo: “Si supieras el don de Dios”.

El agua del pozo es comparada por Jesús con la gracia divina: "El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la vida eterna". 

También compara los diferentes rituales de adoración de judíos y samaritanos, indicando la superación de tales diferencias en una nueva forma de relación con Dios: "Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad".

Tras comprobar la sabiduría de tal personaje, que demuestra conocer incluso detalles de su vida, la samaritana le induce a identificarse como el Mesías, llamado Cristo... "Soy yo, el que habla contigo".

Actuando como una evangelizadora, corre a extender la noticia (¿No será el Mesías?), tras lo que muchos samaritanos de esta ciudad habían creído en él por la palabra de la mujer.

Una vez convertida, fue la primera evangelizadora y extendió la Buena Nueva por su ciudad, tras lo que muchos samaritanos creyeron en Él por su palabra. 

Fotina comenzó a seguir a Jesucristo con el grupo de las santas mujeres. Luego de Pentecostés, acompañó a San Pedro a Roma y luego del martirio de este y del de San Pablo, se retiró a Cartago.

Marchó hasta África acompañada de sus hijos José y Víctor y con sus 5 hermanas: Anatolia, Fota, Fotida, Parasceva y Ciriaca, con la intención de predicar el Evangelio. Sobrevino la terrible persecución de Nerón (64-68) y todos fueron detenidos en Cartago.

Víctor, su hijo, hacía carrera militar en Roma y Asia Menor. Estando de servicio, fue mandado a llamar por Sebastián, el gobernador de Atalia, fue inquirido sobre su fe y la de su madre y hermano, conocidos ampliamente como predicadores de la nueva fe. 

Sebastián le animó a mantener la fe en secreto, y que avisara a su familia de los peligros que podían correr por manifestar su fe públicamente y lograr conversiones. Víctor se negó a ello, ante la admiración de Sebastián, que obtuvo la gracia de la conversión mediante una aparición de Jesucristo, que le había cegado hasta que se bautizase y recuperara la visión.

Víctor tuvo conocimiento de ello por el mismo Sebastián y se alegró con él. Al enterarse Nerón de esta conversión tan sonada, mandó detener a ambos y los llevaron a Roma, junto a Fotina y José. Cristo mismo avisó en una visión a Víctor de lo que se le avecinaba y le dijo "desde hoy te llamarás Photino, porque darás luz a otros en mi nombre".

Llegados a Roma, Fotino y Sebastián fueron interrogados y al no querer sacrificar a los dioses, fueron sometidos al tormento de la prensa, en el que aplastaban lentamente el cuerpo o una parte de este, fueron descoyuntados y cegados. Como no renegaban, fueron enviados a prisión.

Entre tanto, Fotina, José y las hermanas de Fotina, Ciríaca, Fótide, Parasceva, Anatolia y Thais (Fota) fueron apresados y las mujeres enviadas con la hija de Nerón, Domnina, a la que convirtieron junto a sus esclavas. 

Ante esto, Nerón montó en cólera y decidió acabar con la vida de los hombres, y mandó que José, Sebastián y Fotino fueran crucificados y azotados. Al ver que no morían, les cortaron las piernas y los desollaron vivos, muriendo agónicamente.

Pensando que Fotina y las mujeres se atemorizarían, las mandó llamar y al ver que no cejaban y proclamaban a Cristo, mandó desollar a Fotina y arrojarla a un pozo. 

A las otras mujeres mandó cortarles los pechos e igualmente desollarlas, para finalmente ser decapitadas, salvo a Phótides, a quien la mandó atar a dos árboles tensos para ser descuartizada al soltarlos. 

Luego mandó llamar a Fotina, le exigió sacrificar a los dioses, a lo que esta respondió escupiéndole al rostro y clamando "¡Hombre impío y ciego; libertino y estúpido! ¿Crees que soy tan necia como para renunciar a mi Señor y sacrificar a ídolos tan ciegos como tú?". Nerón no se lo pensó más, la mandó arrojar de nuevo al pozo y que fuera sellado. Allí murió.




 

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