Santa Walburga de Heidenheim
Abadesa. 777.
Nacida en Devonshire, Inglaterra, hacia el año 710. Fue hija de San Ricardo, uno de los Reyes de los Sajones Occidentales, y de Winna, hermana de San Bonifacio, Apóstol de Alemania. Tuvo dos hermanos, San Wilibaldo y San Winibaldo.
Cuando San Ricardo emprendió con sus dos hijos una peregrinación a Tierra Santa, confió a Walburga, entonces de 11 años de edad, a la Abadesa de Wimborne.
En la escuela claustral y como miembro de la comunidad pasó 26 años preparándose para la gran tarea que iba a llevar a cabo en Alemania.
El Monasterio era famoso por su santidad y austera disciplina. Había un alto nivel en Wimborne, y la niña fue educada en sólido saber y en los talentos apropiados a su rango.
Gracias a esto, fue ella luego capaz de escribir la vida de San Winibaldo y un relato en latín de los viajes de San Wilibaldo por Palestina. Así es mirada por muchos como la primera mujer escritora de Inglaterra y Alemania.
Apenas un año después de su llegada, Walburga recibió noticias de la muerte de su padre en Lucca. Durante este periodo, San Bonifacio estaba poniendo los cimientos de la Iglesia en Alemania. Vio que la mayor parte de los esfuerzos dispersos serían fútiles o tendrían una influencia pasajera. Por tanto determinó someter todo el país bajo un sistema organizado. Conforme avanzaba en sus conquistas espirituales, establecía monasterios que, como fortalezas, mantendrían las regiones conquistadas y desde cuyas torres vigías, la luz de la fe y de la ilustración irradiaría lejos y cerca.
Bonifacio fue el primer misionero que llamó en su ayuda a mujeres. En 748, en respuesta a su llamamiento, la Abadesa Tetta envió a Alemania a Santa Lioba y Santa Walburga con muchas otras monjas.
Zarparon con buen tiempo, pero poco después se levantó una terrible tempestad. Enseguida Walburga rezó, arrodillándose en cubierta e inmediatamente el mar se calmó. Al desembarcar, los marineros proclamaron el milagro del que habían sido testigos, de modo que Walburga fue recibida en todas partes con alegría y veneración.
En Maguncia fue recibida por su tío, San Bonifacio, y por su hermano, San Wilibaldo. Después de vivir algún tiempo bajo el gobierno de Santa Lioba en Bischofheim, fue nombrada Abadesa de Heidenheim, y situada así cerca de su hermano favorito, San Winibaldo, quien gobernaba una abadía allí.
Tras la muerte de éste, ella gobernó el monasterio masculino a la vez que el suyo propio. Su virtud, dulzura y prudencia, añadidas a los dones de la gracia y la naturaleza de que estaba dotada, además de los muchos milagros que obraba le hicieron ser querida por todos.
En 776 asistió al traslado del cuerpo de su hermano San Winibaldo por San Wilibaldo, cuando se encontró que el tiempo no había dejado su huella sobre los sagrados restos. Poco después cayó enferma, y, habiendo sido asistida en sus últimos momentos por San Wilibaldo, expiró.
San Wilibaldo la sobrevivió hasta 786, y después de su muerte la devoción a Santa Walburga declinó gradualmente y su tumba fue descuidada.
Hacia el año 870, Otkar, entonces Obispo de Eichstadt, determinó restaurar la iglesia y Monasterio de Heidenheim que estaban cayendo en ruinas. Habiendo los obreros profanado la tumba de Santa Walburga, ella se apareció una noche al Obispo, reprochándoselo y amenazándolo. Esto condujo al solemne traslado de los restos a Eichstadt en septiembre del mismo año. Fueron colocados en la Iglesia de la Santa Cruz, ahora llamada de Santa Walburga.
En el año 893, el Obispo Erchanbold, sucesor de Otkar, abrió el relicario para sacar una parte de las reliquias para Liubula, Abadesa de Monheim, y fue entonces cuando se descubrió por primera vez que el cuerpo estaba inmerso en un óleo precioso o rocío que desde ese día hasta hoy (salvo durante un periodo en el que Eichstadt estuvo bajo Interdicto, y cuando se derramó sangre en la iglesia por ladrones que hirieron gravemente al campanero) ha continuado fluyendo de los sagrados restos, especialmente del pecho. Esto ha originado que Santa Walburga sea contada entre los Eleaphori o santos productores de óleo.
Parte de las reliquias de Santa Walburga han sido llevadas a Colonia, Amberes, Furnes y otros lugares mientras que su óleo ha sido llevado a todas las partes del globo.
La comunidad benedictina de Eichstadt está floreciente y las monjas cuidan del relicario de la santa; la de Heidenheim fue cruelmente expulsada en 1538, pero la iglesia está ahora en manos católicas.
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