Santas Úrsula y las Once Mil Vírgenes

 

                                         Vírgenes y Mártires de Colonia. Siglo III o IV.

La historia de estas célebres vírgenes de Colonia (Alemania) descansa en 10 líneas, que además están sujetas a discusión. Varias características de la misma ya han sido consideradas con sospecha por ciertos escritores medievales, y desde Baronius han sido universalmente rechazadas. 

Subsecuentemente, a pesar de esfuerzos realizados más ingeniosos que científicos para salvar cuando menos parte de ella, el carácter apócrifo de su totalidad ha sido reconocido en forma gradual. Resumiendo, para la sólida reconstrucción de la verdadera historia de las vírgenes mártires, solo existe la inscripción de Clematius y algunos detalles suministrados por antiguos libros litúrgicos. Desgraciadamente, estos últimos son muy escuetos, y la inscripción es en parte extremadamente oscura. Este documento está  tallado en una roca que puede ser observada en el coro de la Iglesia de Santa Úrsula en Colonia.

Un tal Clematius, un hombre con rango senatorial, que al parecer vivió en el Oriente antes de ir a Colonia, fue guiado por frecuentes visiones para reconstruir en esta ciudad, en tierra de su propiedad, una Basílica que había caído en ruinas, en honor de las vírgenes que sufrieron martirio en ese sitio.

Ningún otro documento proporciona detalles.  La cantidad de vírgenes varia de  5, ahora 8, ahora 11, por ejemplo: Úrsula, Sencia, Gregoria, Pinnosa, Martha, Saula, Brítula, Saturnina, Rabacia, Saturia, y Paladia.

Eran tantas como miles en números, y sufrieron persecución durante el reinado de Diocleciano y Maximiano. Los nombres de unas cuantas de ellas son conocidos, y de estos el escritor da solo uno, el de Pinnosa, que entonces era considerada la más importante del rupo. 

Algunas personas, probablemente de acuerdo con una interpretación, ciertamente cuestionable, de la inscripción de Clematius, las consideraban provenientes del Este, y las conectaban con los mártires de la Legión Tebana; otros las consideraban nativas de la Gran Bretaña, y esta es la opinión compartida por los autores del " Sermo ". 


Aparentemente algún tiempo después del "Sermo" encontramos el martirologio de Wandalberto de Prum, compilado alrededor del año 850 que menciona a varias miles de vírgenes. Por otra parte Usuard, en su martirologio fechado alrededor del 875, menciona solamente a " Martha y Saula con muchas otras". Pero desde una época tan temprana como el final del siglo IX o comienzos del X, la frase " las 11.000 vírgenes" es admitida sin disputa. ¿Cómo fue que se llegó a este número?. Todo tipo de explicaciones se han ofrecido, algunas más ingeniosas que otras. La principal y más aceptada suposición, es que provienen de varios errores de lectura o de interpretación por ejemplo: " Úrsula y sus 11.000 acompañantes" proviene de los dos nombres Úrsula y Undecimillia (Sirmond), o de Úrsula y Ximillia (Leibniz), o de la abreviatura XI.M.V. ( undecim martyres virgines), mal interpretada como undecim millia virginum, etc.

Hay un  relato legendario bien conocido: Úrsula, hija de un rey cristiano de la Gran Bretaña, fue pedida en matrimonio por el hijo de un gran rey pagano. Deseando conservarse virgen, obtuvo una demora de tres años. A su solicitud se le dieron 10 mujeres jóvenes de noble cuna, y ella y cada una de las 10 fueron acompañadas por 1000 vírgenes, y todo este grupo, embarcó en 11 barcos navegando por tres años. 

Cuando el plazo se venció, y el prometido de Úrsula estaba a punto de reclamarla, una ráfaga de viento llevó a las 11.000 lejos de las costas de Inglaterra, llegando primero por el agua a Colonia y de ahí a Basilea, y después por tierra de Basilea a Roma. Finalmente retornaron a Colonia, donde fueron asesinadas por los hunos por su odio a la fe.

Otra leyenda gálica de la cual una versión tardía es encontrada en Geoffrey de Monmouth: El usurpador Maximus, habiendo conquistado la Armórica Británica, envió ahí desde la Gran Bretaña 100.000 colonos y 30.000 soldados, y entregó el gobierno de Armórica a su antiguo enemigo, ahora su amigo, el Príncipe Bretón, Conanus Meriadocus. Este último decidió traer mujeres desde Gran Bretaña para casarlas con sus súbditos, para cuyo fin apeló a Dionotus, Rey de Cornwall, para que le enviara su hija Úrsula, acompañada de 11,000 vírgenes nobles y otras 60.000 mujeres jóvenes.

 Cuando la flota que las transportaba hacia Armórica, fue azotada por una violenta tormenta que destruyó algunas de las embarcaciones y acarreó el resto de ellas a las islas bárbaras en Germania, donde las vírgenes fueron asesinadas por los hunos y los pictos.

El martirio de Santa Úrsula es colocado en los siglos III, IV, o V. Para poder responder a todos los detalles, dos masacres de vírgenes en Colonia han sido aceptadas, una en el siglo III, la otra en el V. Aún así, las fábulas que contienen son insignificantes en comparación con aquellas que fueron inventadas y propagadas posteriormente. Como actualmente son rechazadas sin vacilación por todos, es suficiente mencionarlas brevemente.

En el siglo XII fueron descubiertos en el Ager Ursulanus en Colonia, distantes de la Iglesia de Santa Úrsula, esqueletos no solamente de mujeres, pero también de niños pequeños, e incluso de hombres, y con ellos inscripciones que son imposibles de no reconocer como burdas falsificaciones. Todo esto dio origen a una cantidad de fantásticas leyendas, que están contenidas en los relatos de la visión de Santa Elizabeth de Schonau, y de un religioso que ha sido considerado como idéntico al Beato Hermann Joseph de Steinfeld. 

                                                    Santa Elizabeth de Schonau

Debe notarse de paso que las visiones han jugado un rol importante en la cuestión de las 11.000 Vírgenes, como se puede observar en aquellas de Clematius y de la monja Helintrude contenidas en la Ager Ursulanus, resultando en proporcionar los nombres de gran cantidad de los acompañantes masculinos y femeninos de Úrsula, en particular, que un Papa Ciriaco, un nativo de la Gran Bretaña, que se dice que recibió a las vírgenes durante su peregrinaje a Roma, abdicó a su trono papal para poder seguirlas, y ser martirizado con ellas en Colonia. Sin duda es tempranamente reconocido que este Papa Ciriaco es desconocido en los registros pontificios, pero esto, se dice que debido a que los Cardenales, disgustados con su abdicación, borraron su nombre de todos los libros.


Actualmente, la liturgia romana trata con gran reserva el caso de Santa Úrsula y sus compañeras, martirizadas en Colonia. La comisión nombrada por Benedicto XIV tenía el proyecto de suprimir su fiesta. En el Breviario se alude a las mártires con una simple conmemoración, sin lección propia en maitines. El Martirologio Romano se arriesga a decir que fueron martirizadas por los hunos a causa de la religión y la castidad, pero no dice una sola palabra acerca del número de las mártires ni de las circunstancias del martirio.

La versión de Colonia constituye la leyenda que podríamos llamar “oficial.” Esa versión sitúa el martirio en el año 451: “Atila y los hunos, cuando se replegaban después de su derrota en la Galia, tomaron Colonia, que era entonces una ciudad cristiana muy floreciente. Sus primeras víctimas fueron Úrsula y sus compañeras inglesas” (así rezaba una antigua lección del Breviario en Inglaterra).


En el curso del siglo XII, la leyenda se complicó aún más, gracias a las “revelaciones” de Santa Isabel de Schónau y del Beato Germán José, Canónigo Premonstratense. Actualmente, todo el mundo está de acuerdo en que tales revelaciones eran puramente ilusorias, pero en la época en que tuvieron lugar se “descubrieron” en Colonia en 1155, numerosas reliquias e inscripciones (naturalmente falsas), que pasaban por ser los epitafios de San Ciríaco Papa, de San Marino de Milán, de San Papunio, Rey de Irlanda, de San Picmenio, Rey de Inglaterra y de otros muchísimos personajes imaginarios que habían sufrido el martirio con Santa Úrsula y sus compañeras. 


Las pretendidas “revelaciones” del Beato Germán (si es que existieron realmente) eran aún más sorprendentes que las de Santa Isabel, ya que tenían por finalidad resolver los múltiples problemas de la leyenda y explicar la presencia de los huesos de hombres y aun de niños recién nacidos, entre los restos de las mártires. Indudablemente lo que se descubrió en 1155 fue una fosa común. Por otra parte, todos los indicios nos llevan a pensar que los dos Abades de Deutz, falsificaron impíamente los hechos y complicaron en el fraude a Santa Isabel y al Beato Germán, sin que éstos lo supiesen. Todavía se conserva una gran cantidad de “reliquias” en la iglesia de Santa Úrsula en Colonia, sin contar las que se hallan esparcidas en el mundo entero.

                                             Basílica de Santa Úrsula en Colonia, Alemania.

Dejando a un lado la leyenda, la inscripción de Clemacio dice que éste restauró una pequeña Basílica, que probablemente había sido saqueada por los francos alrededor del año 353. Ahí se hallaba el sepulcro de las mártires, y Clemacio prohibió que se diese sepultura en ese lugar a otras personas. El texto de la inscripción no indica absolutamente que se tratase de un vasto cementerio en el que había millares de esqueletos.

Durante la Edad Media, se inventaron, poco a poco, los nombres de las compañeras de Santa Úrsula que figuran en diversos calendarios y martirologios. Una de las invenciones más famosas es la de Santa Córdula, de la que el Martirologio Romano dice el 22 de octubre: “Aterrorizada al ver el martirio de sus compañeras, se escondió, pero al día siguiente, arrepentida, se entregó a los hunos y fue la última que conquistó la palma del martirio”. La autora de esta invención fue la monja Helentrudis de Heerse, según el relato “Fuit tempore”.

                              Arqueta con reliquias de Santa Úrsula en Brujas, Bélgica.

Los relicarios del séquito de Santa Úrsula y las Once Mil Vírgenes son un conjunto de esculturas en forma de busto-relicario que fueron donadas por el Emperador Carlos V a varias personalidades de su entorno. Estos relicarios, que no llegan a la treintena, suelen datarse entre 1520 y 1530 y se trata de esculturas de estilo flamenco, posiblemente realizadas en Bruselas, que contienen reliquias procedentes de Colonia, ciudad donde según la tradición Santa Úrsula fue martirizada a manos de Atila y los hunos  enel año 451.

El conjunto más amplio e importante que se ha conservado es el compuesto por cinco bustos que posee el Museo Diocesano de Arte Sacro de Álava, procedentes de la capilla funeraria de Ortuño Ibáñez de Aguirre, albacea de Isabel la Católica y consejero de la Reina Juana y del Emperador Carlos. Otro importante conjunto, que estuvo en la Sacra Capilla del Salvador, fue propiedad de Francisco de los Cobos, secretario y consejero del Emperador. 


Asimismo, hay que citar los dos bustos que, según inscripción, “trajo de Alemania”, el Dr. Luis Dávila y de Lobera, médico del Emperador. Del mismo modo, los dos bustos procedentes de la Colegiata de Villafranca del Bierzo, actualmente conservados en Astorga, eran propiedad del marqués consorte de Villafranca, D. Pedro de Toledo (1484-1553), virrey de Nápoles en tiempos de Carlos V, entre 1532 y 1553.



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