Santos Cosme y Damián
Mártires y médicos cristianos. 287.
Eran gemelos, nacidos en Arabia, hijos de Santa Teodota y hermanos de los santos mártires Antimo, Leoncio y Euprepio. Practicaban la medicina, y con una gran reputación, en el puerto de Ayash (Ajass), mar Egeo, en el Golfo de Iskenderun en Cilicia, Asia Menor (hoy en la región de Adana en Turquía, cerca de la frontera con Siria).
Su padre pagano murió mientras ellos eran todavía niños pequeños. Su madre los educó en la piedad cristiana con su propio ejemplo, y leyéndoles las sagradas escrituras manteniéndoles en la pureza de la vida según la enseñanza del Señor, y fue así que Cosme y Damián crecieron como hombres virtuosos.
Estudiaron medicina en Siria y ejercieron la profesión por pura devoción. Recibieron del Espíritu Santo el don de sanar las enfermedades del cuerpo y del alma por el poder de la oración. Incluso atendieron animales. Con ferviente amor a Dios y al prójimo, nunca tomaron pago por sus servicios. Ellos cumplieron estrictamente el mandato de nuestro Señor Jesucristo, "gratuitamente has recibido, da gratuitamente". (Mt. 10:8).
No aceptaban ninguna paga por sus servicios y, así, se les llamó anárgiros (enemigos del dinero). Por su forma de vida llevaron a muchos a la fe católica.
Cuando la persecución de Diocleciano empezó, el Prefecto Lisias arrestó a Cosme y Damián, les pidió que se retractaran pero permanecieron firmes en el tormento. De manera milagrosa no padecieron ninguna lesión bajo el agua, por el fuego, ni en el humo, ni en la cruz, al final fueron decapitados por la espada.
Las leyendas adornan esta sencilla historia con numerosas maravillas. Se dice por ejemplo que, antes de ser decapitados, salieron bien de varios tipos de ejecución infalibles, como ser arrojados al agua, pero no se ahogaron.
Luego los crucificaron. Cuando se hallaban clavados en las cruces, la multitud los apedreó, pero los proyectiles, sin tocar el cuerpo de los santos, rebotaron para golpear a los mismos que los arrojaban.
Lo mismo sucedió con las flechas disparadas por los arqueros que torcieron su trayectoria e hicieron huir más que deprisa a los tiradores (se cuenta que el mismo caso ocurrió con San Cristóbal y otros mártires).
Luego los intentaron quemar en una hoguera junto a sus hermanos pero las llamas no les hicieron daño alguno.
Así mismo dice la leyenda que los 3 hermanos de Cosme y Damián, llamados Antimo, Leoncio y Euprepio, sufrieron el martirio al mismo tiempo que los gemelos y sus nombres se mencionan en el Martirologio Romano.
Una vez, los santos fueron llamados por una mujer enferma de nombre Palladia, a quien todos los médicos se habían negado atender debido a su aparentemente desahuciada condición. Por la fe y la oración ferviente de los santos hermanos, el Señor sanó a Palladia y ésta se levantó de la cama absolutamente sana y dando alabanzas a Dios. En gratitud por sanarse y ansiando darles un pequeño regalo, Palladia fue calladamente a Damián y le ofreció tres huevos y dijo, "Tome este regalo pequeño en el Nombre de la Santa Trinidad Vivificadora, el Padre, Hijo, y Espíritu Santo". Pese a haberse negado previamente con insistencia, oyendo el nombre de la Santísima Trinidad, el santo no se atrevió negarse a recibir el regalo.
Cosme, indignado y triste, porque pensó que su hermano había roto su voto estricto, dispuso que tras su muerte su cuerpo no debería ser enterrado con el de su hermano, actitud que dio lugar más tarde a un milagroso suceso. Murieron los santos, y todos se preguntaban donde debían enterrarlos. Pero ocurrió un milagro por la gracia de Dios: un camello que los santos habían sanado, habló con voz humana diciendo que ellos no debían tener ninguna duda de ubicar a Damián al lado de Cosme, porque Damián no aceptó los huevos de la mujer como pago, sino por devoción al Nombre de Dios. Entonces se enterraron las venerables reliquias de los santos hermanos juntos en Thereman (Mesopotamia).
Sucedieron muchos milagros después de la muerte de los misericordiosos santos. Cierto día ocurrió que un hombre llamado Malco, que vivía en Thereman, cerca de la iglesia de Cosme y Damián, debía realizar un viaje y dejar a su esposa sola por un largo tiempo. Este la confió devotamente a la protección celestial de los santos hermanos. Pero el enemigo de la humanidad asumió la apariencia de uno de los amigos de Malco, y planeó asesinar a la mujer. Pasó un tiempo, y este hombre fue a la casa de la mujer diciéndole que Malco lo había enviado para que la llevara a donde él estaba. La mujer le creyó y se fue con éste. Entonces la llevó a un lugar solitario pensando matarla.
La mujer, al darse cuenta de la adversidad que le esperaba, clamó a Dios con profunda fe. En ese momento aparecieron dos hombres de la nada, y el diablo soltó a la mujer y huyó.
Los dos hombres llevaron a la mujer hasta su casa. Al llegar, ella se postró ante ellos y les preguntó: "Mis rescatadores a ustedes agradeceré hasta el fin de mis días, cómo son sus nombres?". Ellos contestaron, "Nosotros somos los siervos de Cristo: Cosme y Damián", y desaparecieron.
La mujer temblando y con alegría comenzó a contar a todos en el pueblo sobre lo que había sucedido. Glorificando a Dios hasta las lágrimas, fue ante el icono de los santos hermanos para ofrecer oraciones de acción de gracias por su liberación. Desde ese momento San Cosme y San Damián son venerados como los protectores de la santidad e inviolabilidad del matrimonio cristiano, y como los dadores de armonía en la vida conyugal. Su veneración se extendió también a Rusia.
Entre las personas distinguidas que atribuyeron su curación de males gravísimos a los Santos Cosme y Damián, figuró el Emperador Justiniano I, quien visitó la ciudad de Cirrhus especialmente para venerar las reliquias de sus benefactores.
A principios del siglo V, se levantaron en Constantinopla dos grandes iglesias en honor de los mártires. La Basílica que se erigió en Roma, con hermosísimos mosaicos, fue dedicada a los santos, alrededor del año 530.
Basílica de Santos Cosme y Damián, Roma.Los Santos Cosme y Damián son nombrados en el canon de la misa y, junto con San Lucas, son los patronos de médicos y cirujanos. Por un error, los cristianos de Bizancio honraron a 3 pares de santos con el mismo nombre. "Es necesario saber", dice el Sinaxario de Constantinopla, "que hay tres grupos de mártires con los nombres de Cosme y Damián: los de Arabia, que fueron decapitados durante la persecución de Diocleciano, los de Roma, que murieron apedreados en el curso del reinado de Carino y los hijos de Teodota, quienes murieron tranquilamente”. Sin embargo todos esos santos son los mismos.
Los restos de los mártires fueron enterrados en la ciudad de Cirus en Siria. El Emperador Justiniano I (527-565) restauró la ciudad en su honor con gran suntuosidad. En Constantinopla Justiniano, reconstruyó y adornó su iglesia, que llegó a ser un sitio de peregrinación importante en agradecimiento por haber curado de una grave enfermedad mediante la intercesión de Cosme y Damián. En Roma el Papa Félix IV (526-530) levantó una iglesia en su honor, sus mosaicos figuran entre las más valiosas muestras de arte antiguo actuales de la ciudad.
En 1275, un sacristán que tenía una enfermedad que le comía la carne de su pierna recibió la visión en la Iglesia de los Santos Cosme y Damián, en Roma. Una noche soñó que los dos santos venían y le cortaban su miembro afectado y en su lugar le trasplantaban la pierna de un africano muerto que había sido recientemente enterrado en un cementerio cercano. Al despertar, el sacristán se dio cuenta de que tenía una saludable pierna negra, a la vez que se descubrió que faltaba uno de los miembros del cuerpo del africano.
La espada de la que la tradición aseguraba ser la que intervino en la decapitación de los mártires, conocida como Espada de San Cosme y San Damián o Espada de Esse, fue originalmente un regalo al Rey Otón III, en torno al año 914.
Hoy se encuentra expuesta, dentro de su funda recamada de oro, en la cámara del tesoro de la Catedral de Essen en Alemania.
A finales del sigo XV aparecen en la ciudad las primeras manifestaciones documentadas del fervor religioso que el objeto despertaba, atribuida a la inscripción que rezaba en ella: Gladius cum quo decollati fuerunt nostri patroni (La espada con la que nuestros patronos fueron decapitados), así como a los ornamentos y figuras del gótico tardío que mostraba la banda que ciñe la vaina.
La religiosidad que despierta la reliquia en la ciudad de Essen ha sido tal que, pese a la Reforma y los cambios políticos, la espada mantuvo hasta hoy su figura en el escudo de la ciudad, al menos desde el año 1473, año de la primera constancia documental de su presencia en él.
Escudo de la ciudad de Essen, Alemania
Ya en el siglo XVI, la Emperatriz María, a petición de Felipe II y con la autorización secreta del Papa, trajo los cráneos de Cosme y Damián desde Alemania hasta el monasterio de las Descalzas Reales en Madrid, donde han descansando desde entonces. En Munich y en Viena, conservan actualmente otras dos parejas de cráneos de los santos.
Urna con el relicario de los cráneos de Cosme y Damián, España.
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