San Stanislas o Estanislao Kostka
Estudiante Jesuita. 1568.
Nació en Polonia, alrededor de 1550; murió en 1568. Su padre, Juan Kostka, era un Senador del Reino de Polonia y Lord de Zakroczym; su madre fue Margarita de Drobniy Kryski, hermana y sobrina de los Duques Palatinos de Mosovia y tía del célebre Canciller de Polonia, Féliz Kryski. El matrimonio fue bendecido con 7 hijos, de los cuales Estanislao fue el segundo. Su hermano mayor Pablo le sobrevivió lo suficiente como para estar presente en la ceremonia de beatificación en 1605.
Los dos hermanos fueron primero educados en su hogar, siendo la firmeza, y aún la severidad, de su entrenamiento la principal característica de la misma, su resultado fueron los excelentes hábitos de piedad, modestia, templanza y sumisión. Luego fueron enviados a Viena con su tutor para asistir al Colegio Jesuita que había sido abierto 4 años antes, llegando a Viena en 1564.
Estanislao fue pronto conspicuo entre los estudiantes del colegio, no solo por su amabilidad y alegría en su expresión, sino también por su fervor religioso y piedad angelical. Tanta piedad, sin embargo, no complacía a su hermano mayor Pablo; su exasperación lo llevó a tratar con violencia al inocente Estanislao.
Este último finalmente perdió la paciencia, y una noche, después de haber sufrido nuevamente los comentarios severos y golpes de su hermano, se volvió hacia Pablo con las palabras: “Tu rudo tratamiento va a lograr que me vaya para no volver, y tu deberás explicar mi partida a nuestro padre y a nuestra madre”. La única réplica de Pablo fue insultarlo violentamente.
Al comienzo los dos hermanos se alojaban en la residencia anexa al colegio pero cuando este fue expropiado por el gobierno anticlerical, se trasladaron a la casa del senador Kimberker, que era un devoto luterano de los que no hubieran permitido que un sacerdote entrase en su casa llevando la Eucaristía. Esto provocó un conflicto cuando, inesperadamente, a mediados de diciembre de 1565, Estanislao cayó enfermo con un mal no diagnosticado. Reiteradamente pidió el Viático, mientras su hermano lo posponía. Estanislao suplicó al presidente de la congregación a la que pertenecía, la de Santa Bárbara, que intercediera ante Dios para que le fuera posible recibir el Viático antes de morir.
Estanislao recibió la visita de la Virgen y que le hizo abrazar a Jesús Niño. En cuanto Estanislao lo tomó en sus brazos, fue completamente curado, a pesar de que todos los médicos le habían diagnosticado un mal incurable. Se dice también que la Virgen, al despedirse, le confirmó que su camino continuaría en la Compañía de Jesús.
Tras esta experiencia extraordinaria el joven aristócrata se recobró y fue a ver al Provincial de los jesuitas en Viena para pedirle la entrada en la Compañía. En Viena dudaron en recibirlo, temiendo la tempestad que probablemente levantaría su padre contra la Compañía, la que había recién aquietado una tormenta que había estallado debido a otras admisiones a la Compañía.
Rápidamente el joven comprendió la situación y planeó presentar su solicitud al General de la Compañía en Roma. La distancia era de 500 leguas, las que debían hacerse a pie, sin equipo, o guía, o ningún otro recurso salvo la precaria caridad que podía ser recibida en el camino. Los potenciales peligros y humillaciones de tal viaje, sin embargo, no alarmaron su coraje. En la mañana del día en el cual iba a llevar a cabo su proyecto, llamó a su sirviente temprano y le dijo que notificara a su hermano Pablo y a su tutor en el curso de la mañana, que no estaría de regreso para la cena en ese día. Entonces partió, aprovechando la primera oportunidad para cambiarse la vestimenta de gentilhombre por la de mendicante, que era la única manera de escapar a la curiosidad de aquellos a quienes pudiera encontrar.
Para el anochecer, Pablo y el tutor comprendieron que Estanislao se había ido como había amenazado. Se apoderó de ellos la cólera, y como el día había finalizado, el fugitivo había ganado 24 horas sobre ellos. Comenzaron a seguirlo, pero no fueron capaces de alcanzarlo, o bien los caballos exhaustos se negaban a ir más lejos, o una rueda de su carruaje se rompía, o, como el tutor francamente declaró, equivocaron la ruta, dejando la ciudad por un camino diferente al que había tomado Estanislao.
Permaneció por un mes en Dillinger, donde el Provincial de aquel momento, el Bienaventurado San Pedro Canisio, puso la vocación del joven aspirante a prueba empleándolo en procedimientos escolares. Luego fue a Roma, donde arribó en octubre de 1567.
Como estaba muy exhausto por el viaje, el General de la Orden, San Francisco Borgia, no le permitiría entrar al noviciado de San Andrés hasta varios días después. Durante los restantes 10 meses de su vida, de acuerdo con el testimonio del Maestro de los novicios, el Padre Giulio Fazio, fue un modelo de perfección religiosa.
Al principio los religiosos lo emplearon en oficios humildes y domésticos, como lavar loza, servir en el comedor, etc. (a él que era de familia rica y distinguida), y lo hizo con muy buena voluntad y verdadera alegría.
Luego fue admitido en el noviciado donde resultó ser un verdadero modelo de santidad para todos. Se propuso hacer extraordinariamente bien las cosas ordinarias. Solamente alcanzó a durar nueve meses en aquella vida religiosa, pero fueron suficientes para dejar gran fama de piadoso, amable, servicial, buen trabajador, y excelente estudiante.
Su amor a Jesús Sacramentado era tan ardiente que cuando entraba al templo, su rostro se le volvía resplandeciente o se enrojecía. Y durante la santa misa o después de comulgar, frecuentemente era arrebatado en éxtasis, y quedaba como fuera de sí, sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor.
Polonia, el país de Estanislao, es una tierra donde hace intenso frío. Y en cambio los calores de Roma son casi insoportables en el mes de agosto. Y esto afectó fuertemente la salud del joven novicio y al principio de agosto empezó a sentirse muy mal. El 10 de agosto charlando con un religioso le dijo: "Estoy pensando cómo será de grande y bonita en el cielo la fiesta de la Asunción de la Virgen María. Desearía ir este año a presenciarla". Y Dios le concedió su buen deseo.
A principios de agosto de 1568 tuvo una premonición de que moriría pronto. Cayó enfermo con fiebre. En enfermero, que no apreciaba gravedad, descartó la premonición. El 14 de agosto Kostka le dijo al enfermero que moriría al día siguiente, pero no lo tomaron en serio. En vísperas de la fiesta de San Lorenzo, Estanislao sintió una debilidad mortal empeorado por la alta fiebre, y vio claramente que su última hora había llegado.
Escribió una carta a la Bienaventurada Virgen rogándole que lo llamara a los cielos para celebrar con él el glorioso aniversario de su Asunción. Su confianza en la Virgen, quien ya le había hecho muchos notables favores, fue esta vez nuevamente recompensada; el 15 de agosto, hacia las 4 de la mañana, mientras estaba envuelto en pías declaraciones a Dios, a los santos, y a la Virgen María, su hermosa alma pasó a su creador. Su rostro brilló con la más serena luz. Solo tenía 18 años.
La ciudad entera lo proclamó como santo y la gente se precipitaba desde todas partes para venerar sus restos y para obtener, si era posible, algunas reliquias. Al cabo de un mes, Pablo de Kostka llegó a Roma con instrucciones de su padre para que San Estanislao volviese a toda costa a Polonia. Bajo la impresión de la noticia de la muerte de su hermano, Pablo comprendió lo mal que se había portado con él y fue uno de los principales testigos en el proceso de beatificación. Pablo vivió devorado por los remordimientos hasta el fin y, a los sesenta años, pidió ser admitido en la Compañía de Jesús.
San Estanislao de Kostka fue canonizado en 1726 y se le venera como patrono menor de Polonia. Cuando su cuerpo fue exhumado tres años después se encontró que estaba incorrupto. Por su intercesión se obtuvieron numerosos milagros. Estanislao fue el primer jesuita, junto con Aloysius Gonzaga, en ser declarado Beato. Es el patrón de los novicios jesuitas.
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