Santa Leocadia de Toledo

 

                                                               Virgen. Mártir. 304.

Murió durante la persecución de Diocleciano. La última gran persecución le dio a la Iglesia en España una sucesión de mártires, los cuales sufrieron la muerte por la fe cristiana, desde el año 303 al 305. 

Nacida en Toledo en el siglo III, Leocadia, de padres griego e hispana, vivió dedicada a la caridad; siendo muy joven decidió consagrar su virginidad a Dios y, a partir de ese momento, vistió siempre de negro y con velo, por austeridad y pobreza.

Se iniciaron las persecuciones y fueron muchos los residentes en la Toledo romana que fueron llevados a la cárcel situada en la “Roca Tarpeya”, donde, incomunicados, esperaban la hora de su muerte siendo arrojados por el precipicio que daba fin en el Tajo.

Las Actas recopiladas más recientemente relatan que Leocadia se llenó de un ferviente deseo por el martirio, a través de la historia del martirio de Santa Eulalia. 

Por orden del Gobernador Deciano, descrito en el martirologio como el más feroz perseguidor de los cristianos en España, fue apresada y torturada cruelmente con el fin de hacerla apostatar, pero ella se mantuvo firme y fue enviada de vuelta a la prisión, donde murió a causa de las heridas recibidas durante la tortura.

Esto sucedió 9 de diciembre entre los años 303 a 306 y los centinelas de la cárcel, que se situaba en la zona próxima al actual Alcázar, y hasta no hace demasiado tiempo conocida como “de los Capuchinos”, sintieron un ruido sobrenatural y observaron una potente luz que provenía de la celda en la que había quedado abandonada la joven cristiana… Por temor, hasta la mañana siguiente no se acercaron a la mazmorra, donde sólo hallaron el rígido cuerpo de la joven Leocadia. Dieron cuenta del suceso a Daciano, y éste ordenó que fuera el cadáver arrojado, como era costumbre en otras ciudades, detrás de un templo pagano en ruinas, que estaba situado en la Vega, cerca de la margen derecha del Tajo. Saliendo por la puerta más cercana al Anfiteatro, un carro portaba los restos de la joven mártir y llegando próximos al río, el cuerpo fue abandonado sin recibir sepultura alguna.

Una vez llegada la noche, un grupo de fieles toledanos, que aún resistían en secreto a su fe cristiana, habiendo visto cómo el cuerpo de la joven era arrojado tras el templo, se aproximaron al paraje para dar sepultura a los restos de Leocadia. Con algunas piedras levantaron un pequeño y disimulado mausoleo en el que durante largos años de dominio romano muchos se acercaban en las tinieblas de la noche a rezar por el alma de la joven virgen Leocadia, guardando en el recuerdo durante generaciones el lugar donde los restos fueron sepultados.

La tradición toledana sostiene que la iglesia de Santa Leocadia en Toledo está edificada sobre el solar de la casa donde nació la santa, a la que pertenecería una pequeña habitación subterránea, donde se afirma que hacía oración. Los grandes Arzobispos de Toledo (San Ildefonso, San Julián) fueron enterrados en la Basílica y en el mismo lugar se celebraron los famosos Concilios de Toledo del reino visigodo.

                                           Basílica de Santa Leocadia en Toledo

Hasta el siglo VIII y IX, los restos de Leocadia, descansaron en la Basílica toledana. Durante la dominación árabe, para preservarlo de profanaciones durante la persecución de Abderramán I, su cuerpo fue trasladado, junto con el de San Ildefonso, a Oviedo. De Oviedo pasó a Flandes, donde desde el siglo XII se conservó en la Abadía Benedictina de Saint-Ghislain. En el siglo XVI, en medio de las guerras de religión de los Países Bajos, los restos de la santa fueron devueltos a Toledo, haciéndose la traslación solemne el 26 de abril de 1587, en presencia de Felipe II y del Cardenal de Toledo, Gaspar de Quiroga.

                                            Urna con las reliquias de Santa Leocadia
       

Comentarios

Entradas populares