Santos Proto y Jacinto
Mártires. 259.
Estos santos aparecen en la leyenda de Santa Eugenia y dice que eran los eunucos de Felipe y Claudia, padres de Eugenia.
Los cinco se trasladaron a Alejandría, pues Felipe fue nombrado prefecto de esta ciudad, donde la persecución contra los cristianos arreciaba. Eugenia huyó de casa con los dos esclavos, puesto que ya eran cristianos, aunque aún no estaban bautizados. De camino encuentran a Heleno, el obispo de Heliópolis, que junto a 10.000 cristianos habían sido desterrados. Eugenia, Proto y Jacinto fueron bautizados y se retiraron al desierto como eremitas, carmelitas dirá la leyenda del Carmelo, haciéndose pasar Eugenia por hombre. La leyenda del Carmelo añade que San Dionisio, Papa y carmelita le dio el velo a Eugenia y a Santa Cirila.
Los dos hermanos Proto y Jacinto, esclavos de Santa Eugenia, y bautizados con ella por el Obispo Hilario, se dedicaron al estudio de las Sagradas Escrituras.
Después de haber permanecido algún tiempo en un Monasterio de Egipto, edificando allí a todos por su humildad y santidad, siguieron a Santa Eugenia hasta Roma. Llegados a esta ciudad, bajo el reinado de Juliano, fueron detenidos.
Fueron cruelmente flagelados y finalmente decapitados.
El martirologio romano los recoge de un calendario escrito por San Fronto en el siglo VIII. La primera referencia a estos santos es bastante antigua, ya en el siglo IV se celebraba su memoria en Roma, aunque lo que se sabe de ellos es bastante dudoso y los bolandistas lo han declarado como leyenda sin fundamento.
En el siglo IX, unos huesos atribuidos a ellos fueron trasladados con gran solemnidad al monasterio de Seligenstad (cerca de Frankfurt). En la guerra de los 30 años, los suecos invadieron el monasterio, los huesos fueron profanados y se perdieron.
Otros dos cuerpos de los santos, sin embargo, fueron hallados en las catacumbas de la Vía Salaria en el siglo X, y fueron trasladados a Metz. Otros dos cuerpos, enteros, se conservan en San Félix de Pavía. Otros dos más, enteros también, en la abadía de Santa María de Castilione, en Parma. Dos más en Mantua, con fecha desconocida de puesta al culto, y dos más (se trasladaron con autoridad papal incluida) en Florencia desde 1428, que fueron puestos en un bello sarcófago de bronce. Otros dos cuerpos fueron trasladados por el Papa Clemente VIII de la iglesia de San Salvador de Roma a la de San Juan ¡también en Florencia!, en 1592. Y aún hay dos cuerpos más en Como, puestos al culto en 724, trasladados en 1096, luego en 1317, y finalmente en 1618.
Sin embargo, todos parecen ser falsos, porque en 1845, la tumba fue hallada cerrada, y dentro había cenizas y un puñado de huesos de Jacinto, envueltos en una rica tela. Era un lóculo pequeño con inscripción "D la P III idus septebr Yacinthus martyr" (Sepultado el 11 septiembre. Mártir Jacinto) y se tiene la certeza de que son ellos porque dentro había también una inscripción que decía "sepulcrum proti m(martyris)" (sepulcro de Proto, mártir). Estas reliquias, autentificadas, fueron puestas en la capilla de Propaganda Fide. Sean quienes fueran, Proto y Jacinto son mártires reales.
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