Beato Eduardo Rosaz

 

                    Obispo. Fundador de las Franciscanas Misioneras de Sussa. 1903.

Nació en Susa (Turín, Italia) en 1830. A causa de su frágil salud, sus padres le pusieron un maestro en casa. 

Cuando tenía 10 años, su familia se trasladó a Turín y entonces fue enviado al Colegio Gianotti de Saluzzo. 

Tres años después murió su padre y, al año siguiente, un hermano. A los 15 años volvió con su familia a Susa, donde se rodeó de amigos, escogiéndolos entre los jóvenes mejores de la ciudad. Durante las vacaciones instruía a los niños en las verdades religiosas. A los 16 años quedó huérfano y con dos hermanas menores a su cargo, pues los hermanos mayores vivían lejos. Su salud adolecía de una debilidad general, por lo cual debía seguir periódicamente tratamientos que le proporcionaba su hermano médico. Como parte de sus tratamientos debía viajar a pie con frecuencia. 

En 1847 ingresó en el Seminario. Cuando buscaba la forma de llegar a una entrega total en el servicio de su ministerio, comprendió que podía combinar la misión del presbítero con una espiritualidad fuerte, para lo cual, a raíz de la lectura de una biografía de San Francisco de Asís, optó por hacerse Terciario Franciscano, junto con otros amigos; "de esta manera encontró un método y una escuela. Sería sacerdote secular pero a la manera de Francisco". En 1853 se inscribió en la Tercera Orden de San Francisco, cuyo ideal y espíritu promovió desde ese momento y al que permaneció siempre fiel.

Recibió la ordenación sacerdotal en 1854. Sin preocuparse de trabajos y molestias, buscaba siempre con alegría el bien espiritual y material de los fieles, y colaboraba con celo y desinterés en el cuidado pastoral, cultivando diversas formas de apostolado: se dedicó con entusiasmo a la predicación, a la catequesis, al ministerio de la reconciliación y a las obras sociales. 

En 1854 regresó definitivamente a Susa; y fue nombrado canónigo de la catedral de Susa, donde ejerce como confesor y catequista; celebra la misa temprano para la gente que debe ir al trabajo. 

En 1856 acoge las primeras muchachas desamparadas y da inicio al Retiro, casa de acogida para muchachas abandonadas. Establece el mes de María, como ocasión para una catequesis de adultos de todo un mes. Inicia igualmente el intercambio de servicios entre los sacerdotes de la región. Con frecuencia emprende peregrinaciones a pie a santuarios significativos. Ejerce la capellanía da las cárceles, y es rector del Colegio Cívico y del Seminario Diocesano en 1874. Todo cuanto recibe por herencia o por otros títulos, lo invierte en sus obras apostólicas. Su apostolado y toda su vida llevan la marca de la caridad, la pobreza, la hospitalidad y la prudencia. Renunciando a su origen burgués y acomodado, vive en pobreza y no pocas veces debe recurrir a la mesa del Señor para sostener sus obras, e inclusive para su propio sustento.

El 8 de diciembre de 1874 tres de las muchachas de su Retiro toman el hábito de la Tercera Orden Franciscana, y así comienza la Congregación de las Hermanas Franciscanas Misioneras de Susa. 

Elegido obispo de Susa el 26 de diciembre de 1877 recibe la ordenación episcopal el 24 de febrero de 1878. El 8 de octubre de 1882, las Hermanas toman posesión de la Casa Madre, lo cual festeja con un almuerzo para 247 pobres. Funda el semanario "Il Rocciamelone", el 1 de abril de 1897, que actualmente sale con el nombre de "La Valsusa". El 15 de junio de 1899 bendice solemnemente la estatua de la Virgen para colocar en la cima del Rocciamelone (3.600 mts. de altura). 

Se distinguió por su abnegación, celo, mansedumbre y humildad. Murió el 3 de mayo de 1903. Fue beatificado por Juan Pablo II en su visita pastoral a Susa el 14 de julio de 1991.




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