Beato Federico Janssoone

 

                                                                Franciscano.1916.

 Federico nació en Francia, en 1838, hijo de Pedro Janssoone y de María Isabel Bollengier, campesinos de buena posición económica, cristianos de profundas convicciones y padres de familia numerosa. A la edad de 10 años quedó huérfano de padre. Realizó brillantemente los estudios elementales en el Colegio de Hazebrouck y en el Instituto de Ntra. Sra. de las Dunas de Dunquerque. 

Sintiéndose llamado al sacerdocio, ingresó en el Seminario, pero pronto tuvo que dejarlo: su familia tenía que afrontar graves dificultades económicas y Federico comprendió que su obligación era ayudar a los suyos en tales circunstancias. La madre de Federico falleció en 1861, cuando él tenía 23 años. La llamada a la vida religiosa franciscana se va haciendo cada más clara y apremiante en su espíritu, y en 1864, a la edad de 26 años, Federico entra en el noviciado de los franciscanos, en el Convento de Amiens.

El Padre Federico es llamado pronto a prestar su servicio como Capellán Militar durante la guerra franco-prusiana. 

Terminada la guerra es enviado a Branday, y después a Burdeos a fundar un nuevo convento; aquí ejerce un intenso y fecundo apostolado sacerdotal y religioso. Después fue trasladado a París, como Bibliotecario del Convento. Y allí termina la etapa francesa de su vida.

En 1876 cambia el rumbo de la vida del Padre Federico. En efecto, ese año marcha a Tierra Santa, la patria de Jesús, y allí permanecerá, en una primera etapa, hasta 1881, desempeñando el oficio de Vicario Custodial. 

En ese año de 1881, es enviado por la Custodia de Tierra Santa a Canadá para interesar a los fieles en el apostolado y demás obras que desarrollan los franciscanos, y recoger limosnas en favor de los Santos Lugares. Se entregó a la promoción del culto, piedad y peregrinaciones al Santuario de la Virgen Du-Cap, cercano a Trois-Rivières. 

                                            Santuario de la Virgen Du-Cap

Como verdadero hijo de San Francisco, se empeñó en dar a conocer a la Madre de Cristo, fomentar una tierna y profunda devoción hacia ella, organizar liturgias y diversos cultos en el santuario, promover, organizar y acompañar peregrinaciones, exhortando siempre a los fieles a ir a Jesús por medio de María. El Señor se dignó, por intercesión de su Madre Santísima, otorgar gracias abundantes y extraordinarias, y aun obrar curaciones que tuvieron gran resonancia. Y así sucedió que el Santuario pasó de ser parroquial a ser diocesano y después nacional.

Pero al año siguiente, 1882, termina su primera estancia en Canadá y regresa a Tierra Santa, donde permanecerá hasta 1888. A él se deben los Reglamentos del Santo Sepulcro y de Belén. Junto a este Santuario construyó la iglesia de Santa Catalina, parroquia de los católicos de Belén, aprovechando estructuras de una iglesia anterior, más pequeña.

En junio de 1888 llegó el Padre Federico a Canadá donde emprendió la tarea de restaurar la vida y las actividades apostólicas que los franciscanos comenzaron en Canadá el año 1615. Este período es el de las famosas recaudaciones de fondos para grandes obras, como el Santuario de la Adoración Perpetua en Quebec o el Monasterio de las Clarisas de Valleyfield. Al propio tiempo el Padre Federico seguía siendo un apóstol en plena actividad apostólica: muchas misiones, predicación y catequesis, organización y dirección de peregrinaciones, fundación y asistencia de fraternidades de la Orden Franciscana Seglar, publicación de diversos escritos, etc.

El Padre Federico murió en Montreal el 4 de agosto de 1916 a la edad de 77 años; su cuerpo fue trasladado a Trois-Rivières. De inmediato el pueblo sencillo, que tiene sentido de lo religioso, empezó a venerar al "buen Padre Federico" como verdadero Siervo de Dios. Y el Papa Juan Pablo II lo beatificó el 25 de septiembre de 1988.



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