San Macario de Jerusalén
Obispo de Jerusalén. 335.
Macario fue uno de los Obispos a quienes San Alejandro de Alejandría escribiera previniéndolos contra Arrio. El vigor de su oposición a la nueva herejía se evidencia en la manera abusiva en la que Arrio se refiere a él en su carta a Eusebio de Nicomedia.
San Atanasio dice que San Macario era un hombre sincero y recto, pleno de espíritu apostólico. Había sucedido a Hermón en el gobierno de la sede el año 314, precisamente en la época en que la herejía arriana comenzaba a constituir una seria amenaza para la Iglesia. Según el testimonio de San Atanasio, Macario fue un valiente campeón contra la herejía. En el Concilio de Nicea, su nombre encabeza la lista de los obispos de Palestina que firman las actas.
Asistió al Concilio de Nicea, y vale mencionar aquí dos conjeturas relacionadas con el papel que desempeñó en dicho Concilio. La primera es que hubo un forcejeo entre él y su Obispo Metropolitano, Eusebio de Cesárea, en cuanto a los derechos de sus respectivas sedes. El VII canon del Concilio (debido a que la costumbre y la tradición antigua muestran que el Obispo de Jerusalén debe ser honrado y debe tener precedencia; sin que esto perjudique, sin embargo, la dignidad que corresponde al Obispo de la Metrópolis), por su vaguedad sugiere que fue el resultado de una prolongada batalla.
La segunda conjetura es que Macario, junto con Eustaquio de Antioquía, tuvo mucho que ver con la redacción del Credo adoptado finalmente por el Concilio de Nicea.
Macario nombró Obispo de Lidia a Máximo, quien luego fue su sucesor, y que ese nombramiento no se materializó porque el pueblo de Jerusalén se negó a dejar a Máximo.
San Teofano en su "Cronografía" indica que Constantino, al finalizar el Concilio de Nicea, ordenó a Macario buscar los sitios de la Resurrección y de la Pasión y la verdadera Cruz.
Es muy probable que esto haya sido así, ya que las excavaciones comenzaron muy poco tiempo después del Concilio y se realizaron, aparentemente, bajo la superintendencia de Macario. El gran montículo y las bases de piedra coronadas por el templo de Venus, que se habían construido sobre el Santo Sepulcro en la época de Adriano, se demolieron y “cuando de inmediato apareció la superficie original del suelo, contrario a todas las expectativas, se descubrió el Santo Monumento de la Resurrección de nuestro Salvador”.
Al oír la noticia, Constantino escribió a Macario dándole órdenes detalladas para la construcción de una iglesia en ese lugar. Más tarde escribió otra carta “A Macario y a los demás Obispos de Palestina” ordenando la construcción de una Iglesia en Mambré, que también había sido profanada por un templo pagano. También se construyeron iglesias en los lugares de la Natividad y la Ascensión. La leyenda cuenta que Macario estaba presente en el momento en que se descubrió la Santa Cruz y que, gracias a él, fue posible identificarla.
En efecto, en las excavaciones se habían encontrado 3 cruces y era difícil determinar cuál había sido la de Cristo. Ahora bien, según cuenta Rufino en su Historia Eclesiástica, "sucedió que había en la ciudad una mujer agonizante. Macario era entonces el Obispo de esa Iglesia y dijo a la Reina y a los trabajadores: "Traed las 3 cruces, porque Dios va a mostrarnos cuál es la de Cristo".
Entrando con la Reina y los obreros en la casa de la enferma, se arrodilló y elevó al Señor la siguiente súplica: "Oh Dios, que por medio de tu unigénito Hijo has inspirado a tus siervos el deseo de buscar la cruz en la que fuimos redimidos: te rogamos que nos muestres cuál fue la cruz de tu Hijo para que podamos distinguirla de aquellas que fueron de los esclavos. Concédenos que cuando la verdadera cruz toque a esta mujer agonizante, vuelva a la vida desde las puertas de la muerte."
Macario tocó a la mujer con una de las cruces, pero no sucedió nada; lo mismo aconteció con la segunda; pero, en cuanto la tocó con la tercera, la mujer abrió los ojos y poco después volvió plenamente en sí y empezó a alabar a Dios y a andar por la casa con mayor agilidad que antes de la enfermedad. La Reina, satisfecha con una indicación tan clara, erigió con real magnificencia un templo maravilloso, en el sitio en que se había descubierto la cruz."
La gran basílica constantiniana fue consagrada el 13 de septiembre de 335; se cree que Macario, realizador de la construcción, murió en ese mismo año.
Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén
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