Santa Macrina la Joven
Virgen. 379.
Nacida sobre el año 330 en Cesárea de Capadocia (Turquía). Era la hija mayor de los 10 hijos del obispo San Basilio el Teólogo y de la diaconisa Santa Emelia la Mayor, nieta de Santa Macrina la Mayor, y hermana de los Padres de Capadocia, San Basilio y San Gregorio de Nisa.
Ella recibió una excelente formación intelectual, aunque más
basada en el estudio de la Biblia que en el de la literatura profana. Cuando
tenia 12 años, su padre ya había concertado su matrimonio con un joven abogado
de excelente familia. Poco después, sin embargo, su prometido murió
repentinamente, y Macrina decidió dedicarse a una vida de perpetua virginidad y
la búsqueda de la perfección cristiana.
Ejerció una gran influencia sobre la formación religiosa de sus hermanos más jóvenes, especialmente San Pedro de Sebaste, luego Obispo de Sebaste. A través de ella, San Gregorio recibió un gran estímulo intelectual.
Cuando murió su padre, Basilio la llevó, al igual que a su madre, a una casa familiar situada junto al río Iris, en Ponto. Aquí, junto con sus sirvientes y otros compañeros, llevaron una vida de retiro, consagrándose a Dios, en estricto ascetismo y profunda meditación sobre las verdades cristianas. No solamente los hermanos de Santa Macrina sino también San Gregorio Nazianceno y Eustaquio de Sebaste estaban asociados a este círculo piadoso y fueron estimulados para continuar sus avances hacia la perfección cristiana.
Después de la muerte de su madre Emelia, Macrina se convirtió en la cabeza de esta comunidad, donde el fruto de la vida cristiana maduró tan gloriosamente. A su vuelta del Sínodo de Antioquia, hacia el final del año 379, Gregorio de Nisa visitó a su venerada hermana, y la encontró profundamente enferma.
Santa Macrina exhaló el último suspiro en un transporte de gozo al atardecer. Era tan pobre, que para amortajar el cadáver no se encontró más que un vestido viejo y una tela muy burda; pero San Gregorio regaló con ese fin una túnica de lino.
El Obispo del lugar, llamado Arauxio, dos sacerdotes y el propio San Gregorio transportaron el féretro y, durante la procesión funeraria, se cantaron los salmos; pero la afluencia de la multitud y las lamentaciones del pueblo, especialmente de algunas mujeres, perturbaron mucho la ceremonia.
En un diálogo sobre el alma y la resurrección y en un panegírico dedicado al monje Olimpio, San Gregorio dejó trazada la biografía de su hermana Macrina, con muchos detalles sobre su virtud, su vida y su entierro. En el panegírico mencionado, el santo habla de dos milagros: el primero de ellos fue que Santa Macrina recobró la salud cuando su madre trazó sobre ella la señal de la cruz; en el segundo caso, la santa curó de una enfermedad de los ojos a la hijita de un militar. San Gregorio añade: "Creo que no es necesario que repita aquí todas las maravillas que cuentan los que vivieron con ella y la conocieron íntimamente... Por increíbles que parezcan esos milagros, puedo asegurar que los consideran como tales quienes han tenido ocasión de estudiarlos a fondo. Sólo los hombres carnales se rehúsan a creerlos y los consideran imposibles. Así pues, para evitar que los incrédulos sean castigados por negarse a aceptar la realidad de esos dones de Dios, he preferido abstenerme de repetir aquí esas maravillas sublimes..." Este comentario confirma, una vez más, el dicho de que sólo un santo puede escribir la vida de otro santo.
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